Queridos lectores imaginarios, ¡he vuelto!
Después de tomarme una semana de vacaciones bloggeras, el día de hoy regreso, para llevarles a ustedes el último capítulo de las anécdotas canadienses de un mexicano naco en Toronto.
No quería que el año acabara sin terminar mi serie de historias, y en realidad faltan muchas anécdotas, pero como no puedo estar escribiendo sobre el mismo tema por siempre, entonces decidí que hoy cerraba todo.
Así que, sit back, relax, and listen.
Después de cerca de un mes de habitar en nuestra pequeña casa suburbana, y de vivir todo tipo de aventuras pendejas, el fin de las vacaciones se acercaba para Tepoz y para mí.
Lo supimos porque un día, regresando de Southampton (otra vez), la prima nos dijo que teníamos que hacer nuestras maletas porque al otro día nos íbamos al aeropuerto temprano.
Después nos dijo que nos daría ride, pero que tenía trabajo, así que tendríamos que irnos sólos. No teníamos ni idea de lo complicado que resultaría esto, pero pronto lo averigüaríamos.
Así que, esa noche, mientras Tepoz hacía su maleta, yo salí a caminar por nuestro vecindario canadiense; para despedirme de todos los lugares que nos habían cobijado.
En el trayecto me encontré con una familia de mapaches: la señora mapache y 3 mapachitos, así que me puse a perseguirlos porque me pareció adorable. Después de cerca de 15 minutos de caminar detrás de ellos, me di cuenta de que ya estaba bastante lejos de la casa, así que emprendí el camino de regreso.
Sí, estaba perdido.
Caminé sin sentido un rato, hasta que me encontré con un policía amable que ofreció darme ride en su patrulla.
Así es, no me fui de Canadá sin haber viajado en la parte trasera de una patrulla; y me siento profundamente orgulloso de ello.
Cuando llegué a la casa, ya era bien tarde, así que asumí que Tepoz ya debería de haber acabado de empacar y estaría dormido. Big mistake.
Entré a nuestro cuarto, y descubrí que todo estaba hecho un desmadre.
Aparentemente la prima le había encargado que le llevara muchas cosas a su familia, así que le había dado un montón de trebejos para que metiera en su maleta; y Tepoz estaba tratando de que todo cupiera, evidentemente, sin mucho éxito.
Todo el piso estaba lleno de cosas, y también toda la cama, porque se me olvidó mencionarles que Tepoz y yo tuvimos que compartir la cama durante todo el viaje; pero era una cama matrimonial así que no hubo mucho problema; excepto las veces que me cuchareaba estando dormido.
Yo:
¿Qué pasó? ¿Algún problema empacando?
Tepoz:
¡Sí! ¡Mira la cantidad de chingaderas que me dieron! ¡No caben en mi puta maleta! ¡He hecho y deshecho la maleta 5 veces y nada más no caben!
Yo:
Ahh... va, ¿quieres que te ayude?
Tepoz:
No creo que puedas, son demasiadas cosas
Yo:
Ahh... ok. Porque digo, hay un montón de cosas encima de la cama, si quieres te ayudo...
Tepoz:
No, está bien, yo puedo sólo.
Yo:
Esa era mi forma amable de decirte que quites tu desmadre de mi lado de la cama, imbécil.
Evidentemente, a Tepoz no le hizo gracia, y me sugirió un lugar donde podía poner las cosas si no me parecía lo que estaba haciendo.
Amablemente rechacé su sugerencia.
Como me di cuenta de que no podía empacar hasta que Tepoz terminara (porque no había espacio para hacer nada), me conecté a internet.
Empecé a escribir un mail, para avisarle a mis contactos que al otro día regresaba, para despedirme de Canadá, y para hacer tiempo en lo que mi roomate terminaba su desmadre.
Me tardé cerca de una hora redactando el correo. Una hora de escuchar a Tepoz balbucear maldiciones en contra de su prima, mentándole la madre por haberle dado tantas cosas que meter en su maleta.
No sé si ustedes han tratado de concentrarse en algo mientras hay un ruido molesto que los distrae constantemente; pero eso me pasó.
Me empecé a estresar más y más, porque los balbuceos de Tepoz eran muy molestos; hasta que eventualmente no pude contenerme más.
Mientras mi amigo mandaba a la prima a chingar a su madre, por ochentava vez, yo me voltée enojado y le grité:
"¡Ya cállate! ¡Cállate, gordo de mierda!"
No sé si fue lo que dije, o el tono desesperado en el que lo dije, pero a Tepoz le dió un ataque de risa, y por fin se dió cuenta de que ya era muy tarde y estaba estorbando, así que embutió todas las cosas a la maleta, al tarugazo; y la cerró con mucho esfuerzo.
Por fin había acabado.
Yo empaqué mis cosas en menos de 10 minutos, y por fin dormimos; había que madrugar al otro día, porque podíamos perder el vuelo.
Nos despertamos temprano (creo que fue la única vez en todo el viaje que lo hicimos), y bajamos a desayunar, con la esperanza de que la prima se hubiera compadecido de nosotros y no hubiera ido a trabajar, para poder llevarnos al aeropuerto.
No hubo tal suerte.
Lo único que encontramos fue una nota diciéndonos que le hubiera gustado despedirse en persona, pero que no había podido. También nos decía que teníamos que tomar 2 camiones, transbordar 2 veces en el metro, y después tomar otro camión para llegar al aeropuerto.
Fucking great.
Le dejamos una nota agradeciendo todas las atenciones y la comida gratis, y emprendimos el camino de regreso a México.
Yo iba cargando una maleta de mano, completamente llena, y cuya agarradera se me enterraba en el cuello, lastimándome profundamente; y otra maleta de rueditas, pero una ruedita estaba rota, así que había que cargarla.
Por más pesadas que estuvieran, no me podía quejar:
Tepoz llevaba cargando dos maletas de mano, una en cada hombro, y lo hacían perder el equilibrio a cada paso; además llevaba una maleta de rueditas, de casi el doble de tamaño que la mía, y atascada de cosas, los cierres se estaban venciendo de tan llena que estaba.
Ah, y llevaba otras cosas en las manos, porque no le habían cabido.
No puedo describirles con palabras lo cagado que se veía mi amigo.
Después de 2 cuadras, Tepoz volvió a mentar madres, y decidió aventar todo lo que tenía en las manos. Tuvo la decencia de hacerlo en el bote de reciclaje de una casa cercana.
Después de otras 2 cuadras, por fin divisamos la parada de camión; pero también nos dimos cuenta de que justo en ese momento el camión se estaba yendo, así que corrimos detrás de él (perdiendo el equlibrio, por culpa de las maletas), gritando que nos esperara.
Gracias a Dios, se detuvo.
Yo subí primero, y me di cuenta del desmadre que es viajar con tanto equipaje. Pagué mi pasaje, y empecé a acomodar mis cosas en un asiento vacío.
Mientras estaba realizando esta laboriosa tarea, oigo un madrazote a mis espaldas, seguido por muchos improperios en español.
Antes de poder voltear para ver qué había pasado, veo que muchos de los pasajeros estaban tratando de disimular risas.
Cuando giro mi cabeza, me doy cuenta de que la maleta de Tepoz había vencido, y todas las cosas mal guardadas estaban en el piso del autobús.
Me río un poco, pero después voy a ayudar, mientras escucho a mi amigo volver a maldecir a su prima.
Pasamos la mayor parte del camino tratando de acomodar las cosas, y cuando nos dimos cuenta, ya era hora de bajarnos del camión.
Las siguientes dos horas transcurrieron en distintos tipos de transporte público, donde la gente nos veía raro porque estábamos cargando todas nuestras posesiones materiales a nuestras espaldas; pero por fin llegamos a la parada del último camión que habríamos de tomar.
La mala suerte hace que me siente detrás del europeo más apestoso que he tenido la mala suerte de conocer. Creo que en esos 20 minutos perdí el 80% de mi sensibilidad olfativa.
Llegamos al aeropuerto a tiempo.
Cuando vamos a registrar nuestro equipaje, nos damos cuenta de que hay una cola de como 100 personas de un lado, y un mostrador vacío del otro, así que, obviamente, nos vamos al mostrador vacío, pensando "¡qué inteligentes somos!, teníamos que ser mexicanos caray..."
Una señora vestida de aeromoza balbucea algo, y Tepoz le responde que sí.
Yo no la había escuchado, así que le pregunté a mi amigo que qué había dicho, él me contesta que no tiene ni la menor idea.
La cola de como 100 personas nos observa, porque una vez más, la maleta de mi amigo se estaba desbordando.
A los 5 minutos, la aeromoza vuelve a balbucear algo, y Tepoz, molesto, le vuelve a decir que sí, y los dos se empiezan a gritar; la aeromoza en un inglés muy malo, y Tepoz en un español igual de malo.
Ahora sí había escuchado lo que la señorita nos había dicho, así que discretamente le digo a Tepoz: "cállate tarado, estás haciendo el ridículo"; y le señalo un letrero cercano:
"Fila para clientes premier SOLAMENTE"
Avergonzados, tomamos nuestras cosas y nos formamos hasta el final de la cola de 100 personas.
Las siguientes horas pasan sin muchos acontecimientos; registramos el equipaje (Tepoz tiene que vaciar su maleta y volverla a acomodar, porque pasaba del límite de peso) y nos dirigimos a la sala de vuelos internacionales.
En el camino, nos encontramos a un señor idéntico al Peje, así que Tepoz y yo nos empezamos a burlar de él, protegidos por el hecho de que es extranjero y no nos entiende.
El Peje voltea a vernos un par de veces, porque estábamos haciendo mucho ruido, así que nos seguimos burlando de él, diciéndole todas las cosas que nos gustaría decirle al Peje en persona, pero no podemos por razones políticas.
Nos tomamos un café en la sala de espera, y platicamos con unas suecas, sabiendo que es la última vez que hablaremos con extranjeras en un buen rato.
Cuando ya se acerca nuestra hora de salida, nos dirigimos a nuestra puerta asignada.
Descubrimos, con mucha incomodidad, que el Peje también va en nuestro vuelo, y que había entendido cada palabra de lo que habíamos dicho.
El señor nos ve enojado, con toda la razón.
Subimos al vuelo, y nos damos cuenta de que tenemos asientos separados.
Pasé las siguientes 4 horas sentado junto a una gorda molesta, que me quería hacer plática todo el tiempo, a pesar de que yo me puse mis audífonos y le subía al volumen cada vez que ella me decía algo. Al final estaban tan fuertes que hasta el piloto podía escucharlos.
Eso no la detuvo, la desgraciada no me dejo dormir de todos modos.
Una nube de smog y mugre nos dió la bienvenida a nuestra querida ciudad de la esperanza.
Me encontré a Tepoz en la banda donde se recoge el equipaje, y le comenté lo molesta que fue mi compañera de vuelo.
"¿Te estás quejando? Yo me senté junto al Peje...", fue su respuesta.
Después de que unos mexicanos malhumorados nos interrogaran en aduana (e hicieran que Tepoz abriera su maleta, por quinceava vez en el día); nos despedimos.
Había sido el mejor viaje de nuestras vidas.
Mi familia me estaba esperando.
Mi mamaíta me preguntó que cómo me había ido, a lo cual orgullosamente contesté:
Poca madre, no lavé la ropa así que este el es quinto día que traigo estos calzones puestos.
Evidentemente, mi hermana se sentó muy lejos de mí en el viaje de regreso a casa.
Edit:
Después de leer mis historias, Tepoz me confrontó por messenger:
Asdfasd dice:
Hay muchas lagunas en tus historias canadienses
Dexter [ You can't spell random without tangerine swordfish ] dice:
No parezco recordarlas...
Asdfasd dice:
Como por ejemplo que el día de la borrachera de Southampton cuando regresamos a la casa terminamos tomando agua porque eramos unos inútiles
Dexter [ You can't spell random without tangerine swordfish ] dice:
Jajaja cierto cierto, eso lo había olvidado, pero no sabemos cocinar y estábamos ebrios, ¿qué esperabas?
Asdfasd dice:
Además, en el refri quedaba una deliciosa paleta de chocolate, la última, y te dije me la voy a comer para que no me de cruda, y tu me dijiste que mejor tomáramos agua
Asdfasd dice:
Y al día siguiente te vi comiéndote mi paleta
Asdfasd dice:
Hijo de puta
Y ese, lectores imaginarios, es mi amigo Tepoz, guardándome rencor durante más de un año, por una simple paleta de chocolate.
20 comentarios:
Pues es que una paleta de chocolate, eso no es tan fácil de perdonar XD
Muchas gracias por tu apoyo, y por tus anécdotas canadienses, me haces sentir mejor, el hecho de imaginarmelos todos cargados de maletas y cosas, jajajaja
Saludos.
Tú aguanta, las cosas siempre acaban mejorando.
Me estrese mucho cuando lei que tenian que hacer todo eso para llegar al aeropuerto. En serio, que horror yo hubiera llorado y todo.
Pero si, parece por lo que nos cuentas un viaje memorable digno de estar en tu blog, y ese Tepoz un hombre de respeto.
No de respeto precisamente, pero digno de algo, sí.
Seguros que no era realmente el peje?
Ahora recuerdo que hace un par de meses, cuando YO fui a Canadá (con anécdotas bastante menos caricaturescas y graciosas que las tuyas), en el aeropuerto de aquí de méxico había un tipo que decía ser de Guadalajara y misteriosamente quería hacerse nuestro amigo... y que lo invitáramos a una "disco" y eso... Quería hacerse el muy salsa y muy fresa y que sabía mucho y a la vez demostraba que nunca en la vida había visto un avión ni en la tele... es más, creo que nunca había oído sobre el aeropuerto. El caso es que lo intentamos ignorar como tú con la gorda, pero él seguía queriendo hacer amigos.
Luego pasando los detectores de metales lo perdimos... pero apareció de nuevo en una tienda, con las manos sospechosamente en las bolsas y pajareando por aquí... y medio buscándonos de nuevo (después de todo, éramos amigos, no?)
Dice Jordi (el wey que iba conmigo) que vio como unos policías sí quisieron ser sus amigos, y se lo llevaron discretamente a algún lado.
Supongo que a una disco.
Osea, los mexicanos son dealers en todos lados.
Por eso no dejamos qeu Adrián viaje al extranjero.
Aunque si hubieran ido con él a una disco, seguro hubieran conocido chicas lindas. Junkies, pero lindas.
jajaja, también caray! porque lo que he leído me ha provocado unas buenas carcajadas!
Mataría porque mi viaje a Canadá hubiera sido la mitad de lo divertido que relatas el tuyo!
Saludos!
Jajaja tuvo sus momentos, pero no hay necesidad de matar a nadie, sólo de enseñarle español y dejar que te embriaguen.
que horrible lo del viaje al aeropuerto jajaja esto es la onda
Hasta eso estuvo divertido, era exprimir las últimas horas
cuando regresé de cuba la maleta de un cuate estaba a reventar porque habìa comprado 10 botellas de Habana club y en el aeropuesto le reventò, y como era back pack todo se mojò de ron.
Lamieron el backpack?
Es pecado desperdiciar el alcohol.
Lo mejor de los viajes es traer cosas q no consigues en tu pais... un cuate se fue a europa y pues en europa está Yogoeslavia (o como demonio se escriba) y trajo absintio casero... que lo compro en una pueblito... yo no se si fue verdad pero...
Tu viaje de regreso a mi me hubiera neurotizado a niveles infrahumanos y más con la gorda junto a mi, soy tan antisocial... la verdad es que no me gusta la gente.
El ajenjo me decepcionó tanto...
Compramos una botella entre mi primo y yo, y aún sigo esperando mis alucinaciones, 8 meses después...
Bueno una vez que mis compañeros de trabajo piensan que escondo a un enano debajo de mi escritorio para que me haga cosquillas en mis patas chuecas, puedo decir que YO QUIERO UNA PALETA DE CHOCOLATE ja! tendré que ir a Canadá por ella buahahaha no mejor no... Mejor me iré a comprar una... A Centro Coyoacán que me queda a medio paso y me urgeeeee irme de vacaciones ya no soporto el df
Jajajajajajajaja!!!
Justo hoy estaba pensando en ver si ya habias actualizado tus historias canadienses... que bueno que las vi a tiempo!
La paleta!!! xD
Estas anecdotas tuyas son de lo mejor! :D
Feliz año Ninja
Lenna: Vámonos. A donde sea. El DF apesta...
Miss Mac: Muchas gracias! No son lo mejor, pero sí son bastante entretenidas jajaja
Feliz año!
Y asi terminan las anécdotas tan buenas del ninja Peruano en tiempos de navidad.
¿oye y ya planeaste otro viaje con Tepoz?
Y después de que dijiste que no habías lavado ropa, me diste mi Fruitopia que te había encargado envuelta en un calcetín.
No seas chorera, eran dos calcetines.
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