martes, 27 de noviembre de 2012

Las bellezas del transporte público

Como todos los que me conocen ya saben, yo no tengo coche, y no quiero tenerlo por unas sencillas razones:

1. No quiero manejar
2. No quiero tener que preocuparme por los pendejos que van manejando junto a mí
3. No quiero pagar gasolina ni tenencia
4. No quiero tener que buscar lugares de estacionamiento
5. De todos modos yo ya casi me voy de México, así que sería estúpido comprar un coche ahorita

Además, ni siquiera es como si necesitara tener un auto, porque mi trabajo queda absurdamente cerca de mi casa. De hecho queda tan cerca que podría irme caminando todos los días, pero nunca lo hago porque pues soy un huevón y siempre me quedo dormido más de lo que debería, así que tengo que tomar un camión para llegar a tiempo.

El único problema de todo esto, es que a pesar de que el camión hace menos de 10 minutos a mi trabajo, de todos modos son los 10 minutos más incómodos de todo mi día.

Por alguna razón, el camión siempre va atascado, desas veces que sales empapado en sudor, y además el sudor ni es tuyo.
El camión huele feo, sientes tocamientos en tus gluteos todo el tiempo, and you just know that someone is about to lick your ear.

Pues bien, el día de hoy las cosas cambiaron un poco.

Como todos los días, yo me desperté estúpidamente tarde y salí de mi casa hecho la madre para tratar de llegar a tiempo a mi trabajo.
Ya en la calle, tres camiones pasaron de largo, demasiado llenos para detenerse. De hecho, creo que la pura inercia de la enorme masa de personas era lo que los mantenía en movimiento.

Por fin, un cuarto camión se detuvo cuando le hice la parada. Sólo llegaría 5 minutos tarde al trabajo, nice!
Por alguna razon mandada del cielo, el vehículo no estaba absurdamente atascado; de hecho hasta había lugar para sentarse, woohoo!

Feliz, tomé asiento junto a una tipa no demasiado gorda y me dispuse a descansar durante el trayecto.
Pero claro, Alláh no iba a permitirme ser feliz en el transporte público, no señor.

En la esquina se subió un tipo vestido de Godínez, caminó justo hacia donde estaba yo, y empezó a rozar mi codo con su chillywilly.
Incómodo, moví mi brazo tratando de evitar el contacto con su chilaquil, pero el Godín estaba decidido a violar mi brazo, así que volvió a acercarme el quesillo.

Demasiado cansado como para jugar al chile y al ratón, moví mi codo bruscamente y se lo clavé en las gomichelas.
Fue evidente que le dolió, porque inmediatamente se dobló un poco, se agarró los chewbaccas y se retiró al fondo del camión.
En cuanto yo llegara a mi trabajo y me lavara el codo, todo estaría bien en el mundo.
Pero claro, Alláh no iba a permitirme disfrutar mi victoria y ser feliz en el transporte público, no señor.

En la OTRA esquina se subió una gorda con sus 2 hijos. Por supuesto, los hijos eran feos.
La pinche gorda caminó directo hacia donde estaba yo y se me quedó viendo como si esperara que le diera mi lugar.

Well fuck you, lady, no es mi culpa que esté gorda y haya decidido tener 2 malditos engendros, I'm not fuckin' moving.

Me la quedé viendo fijamente, y después volví a mirar por la ventana, en un acto pasivo-agresivo que decía "no me importa su vida ni comodidad en absoluto".
Claro, probablemente no lo captó, porque pues las gordas son pendejas.

No sé si lo hizo para vengarse de mí o simplemente porque no pudo evitarlo, pero la gorda se volteó y empezó a embarrar sus grotescas nalgas en mi codo. Definitivamente hoy no era un buen día para ser mi codo.
Traté de esperar a que se quitara, pero eso no iba a pasar; cada vez me embarraba más sus horrendas horrendas nalgas.

Esta vez no podía hacer lo mismo que con el tipo que me frotó su rafiki, porque pues clavarle el codo en las nalgas sólo hubiera sido una experiencia traumática para mí; así que hice lo primero que se me vino a la mente:
Estornudé.

Estornudé encima del hijo de la gorda. (Ok, en realidad sólo fingí estornudar, pero escupí mucho)
Right in the fuckin' face, you little cocksucker.

El niño se puso a llorar, la gorda empezó a gritar, y yo sólo señalé mis audífonos y dije "Perdón, no escucho nada".
Después volví a mirar por la ventana mientras ella seguía insultándome. Se bajó en la esquina.

Pasé los siguientes 3 minutos en una considerable calma, y después me bajé para llegar a mi trabajo, desde donde estoy escribiendo esto en lugar de ponerme a hacer lo que tendría que estar haciendo.

Ah, la belleza del transporte público...

lunes, 19 de noviembre de 2012

El buen fin

¿Alguien tendría la gentileza de explicarme cuál es la parte del "Buen" en el Buen Fin?
En mi experiencia personal (basada en mis agudos poderes observacionales), estos días deberán de llamarse "Muchapinchegente fin"
Lamentablemente, ese nombre no tenía el mismo pegue mercadológico que Buen Fin, así que las brillantes mentes publicitarias se quedaron con la versión que miente.

Seriously, ¿en qué momento nos reproducimos de tal manera que ahora la ciudad se convirtió en un caldo de gente tonta y apestosa?
I mean, don't get me wrong, la gente siempre ha sido tonta y apestosa, pero recuerdo que cuando yo era niño al menos no había TANTA gente.

Y además, es como si la promesa de unas míseras ofertas (que además están chafísimas. Face it, people, we don't live in the iunaiteds) hubieran hecho que todos salieran de sus casas/madrigueras/abo y se hubieran reunido en todos los lugares donde les fuera posible molestarme y ponerme de mal humor.
Es en serio, a veces pienso que el Buen Fin es una consíración que el gobierno de Calderón se sacó de la manga para hacerme emputar.

¿Cómo es posible que la gente sea tan tonta y ocupe tanto espacio?
¿Cómo es posible que su pura presencia me complique la vida y me arruine la existencia?

No sé si el Buen Fin haya podido reactivar la economía, pero lo que sí reactivó es mi voluntad de volverme un asesino en serie.

Sure, tal vez estos 3 días hayan sido una gran oportunidad para ahorrarte 150 pesos en una tele de más de 60,000; ¿pero realmente vale la pena tener que viajar entre mares de gente y tener que soportar horas de cola?
¿Acaso su tiempo vale tan poco?
Por supuesto que vale tan poco.

Fuck you all very much, yo no me sumo a sus pendejadas; yo voy a comprar las cosas cuando se me pegue la gana y no cuando un montón de publicistas me digan que debo comprar.

¿Les cuento un secreto?
Los publicistas mentimos.
Para eso estudiamos 4 años: para saber cómo mentir y manipular a la gente tonta, y hacer que hagan lo que nosotros queramos que hagan.

So, si inventas un término como "Buen Fin" y le pones una carita feliz al logo; la gente va a ir a comprar todos los productos que te sobran en el inventario.
Oh, y otra cosa, ¿ven ese 20% de descuento en la tele que compraron?
Bad news; 3 días antes del Buen Fin le subimos 30% al precio de la tele, para después bajarle el 20% y hacer que ustedes crean que ahorraron.
Felicidades, son unos idiotas.

Agh, cómo odio a la gente.

martes, 6 de noviembre de 2012

Otra vez hablando de bodas ñeras

Como algunos de ustedes recordarán (porque lo mencioné -en este post-), una de mis conocidas se va a casar con su primo.
Pues bueno, parece ser que la fatídica fecha en que dos miembros de una misma familia van a contraer matrimonio se acerca.

¿Cómo lo sé?
Porque hace rato estaba muy aburrido en mi trabajo y decidí mandarle mensaje a una amiga mía (que también es amiga de la tipa que está a punto de casarse con su propio primo)

Esto fue lo que pasó:
(Por cierto, el nombre de la tarada que se va a casar con su primo ha sido cambiado, pero soy tan sutil que seguro no se van a dar cuenta)






Lamentablemente, mi amiga ya no me contestó en qué orden quería la lista de cosas más importantes que la boda incestuosa; así que me tomé la libertad de decidir hacerla en orden alfabético.

Sin más preámbulos, hela aquí:

LISTA DE COSAS QUE TENGO QUE HACER, Y QUE SON MÁS IMPORTANTES QUE LA ESTÚPIDA BODA DE MIS INCESTUOSOS CONOCIDOS:
By: Dexter

- Administrar todo el trabajo que tengo por hacer, pero que no hago porque estoy muy ocupado escribiendo blogs pendejos en mis horas de oficina.

- Anotar todos los números de emergencia que debería de tener en caso de que me dé una embolia provocada por el coraje que me genera la pendejez ajena.

- Beber hasta olvidar que mis conocidos son tan idiotas que tienen que casarse con miembros de su propia familia.

- Blasfemar contra los dioses que permiten la supervivencia de todos los idiotas de este mundo.

- Casarme con alguien que no comparta mis genes.

- Coger.

- Decidir entre hacerme un sammich o no hacerme un sammich.

- Defecar el sammich que tal vez me haya hecho.

- Educar a la juventud del mañana, para explicarles que si se casan con sus primos, sus hijos pueden salir hemofílicos.

- Empezar a considerar dejar de hablarle a algunos de mis amigos, porque sólo me hacen enojar con tanta estupidez.

- Florecer como todo el muchachito sexy que soy.

- Follar.

- Gastar mi dinero en cosas útiles, en vez de en viajar hasta Nacapulco para ir a bodas que no me interesan.

- Generalizar en mis declaraciones de que toda la gente es pendeja.

- Hojear alguna revista vieja que me encuentre por ahí.

- Holgazanear, porque nunca se tiene suficiente de eso.

- Ignorar los comentarios de la gente que diga que tengo que dejar de burlarme de los demás.

- Jugar PlayStation, porque por fin gano suficiente como para comprarme todos los juegos pendejos que se me antojen.

- Limpiarme atrás de las orejas, porque mi mamá dice que es importante.

- Llamarle a las cosas como son: Mi conocida va a ser protagonista de la boda más pendeja del siglo.

- Madurar. Ja, ok, no.

- Masticar cada bocado al menos 10 veces antes de tragarlo. Evitemos accidentes.

- Masturb---¡¿QUÉ?!, ¡¿QUIÉN DIJO ESO?!

- Notificar a las autoridades que una pareja de degenerados sexuales incestuosos van a contraer matrimonio en Nacapulco, Guerrero.

- Observar detenidamente a mis vecinos. Estoy seguro de que están haciendo algo sospechoso en su casa.

- Orinar en la puerta de alguna iglesia, porque hace mucho tiempo que no hago eso.

- Perfeccionar la receta del Llamarada Jake antes de que sea navidad.

- Quejarme constantemente de todo y de todos.

- Rascarme el huevo izquierdo.

- Recalentar lo que quedó del sammich que tal vez hice.

- Sacurdírmelo no más de 3 veces después de orinar en la puerta de la iglesia.

- Seguir siendo tan estúpidamente adorable.

- Tararear alguna canción pitera que se me quede pegada por culpa de alguna estación pendeja de radio.

- Tatuarme por séptima vez.

- Trabajar. Ja, ok, tampoco.

- Usar ropa calientita, porque mi oficina es absurdamente helada.

- Valorar el hecho de que no soy un retrasado mental, gracias al hecho de que mis papás no son primos.

- Yerbear.

- Zambullirme en el glorioso hecho de que mi novia no es integrante de mi familia.



TODAS esas cosas son mil veces más importantes que la boda nacapulquense.
La boda más ñera del mundo.