miércoles, 31 de julio de 2013

De visitas papales

El otro día estaba sentado en el comedor de mi trabajo (cariñosamente apodado "La Godiniza") cuando de pronto la plática empezó a girar en torno a algo que no recuerdo, porque no estaba poniendo atención.
Para tratar de distraerme, voltée a ver una de las teles que están colgadas en el techo de La Godiniza, a ver si de pura casualidad encontraba algo interesante.
Debí de haber sabido que eso jamás iba a pasar, porque trabajo en un canal de tele abierta, así que todos los programas que pasan son pues... programas de tele abierta, lo cual hace completamente imposible encontrar algo interesante en las teles.

Anyway, resulta que lo que estaban transmitiendo en ese momento era la llegada del Papa a Brasil.
Well fuck me in the ass and call me Virgen María, sabía que debería de haber puesto atención a la conversación de mis amigos cuando tuve la oportunidad, pero ahora ya era demasiado tarde.
Nevermind that, ya no había vuelta hacia atrás, me daba mucha hueva preguntar de qué hablaban todos en la mesa, así que mejor seguí viendo al Papa Francis.

Lo primero que pensé fue "Carajo, pero qué cantidad de católicos ridículos, ¿acaso no tienen nada mejor qué hacer que ponerse a esperar a que llegue un tipo vestido de blanco?", pero después recordé que estaba hablando de católicos ridículos; OBVIAMENTE no tienen nada mejor qué hacer.
Para esos tipos, la idea de una tarde productiva es hincarse, juntar las manos, cerrar los ojos, y pedirle a su amigo imaginario que por favor resuelva mágicamente todos sus problemas, y que plisito los haga ganarse la lotería y cogerse a la vecina del 5B... pero hasta después del matrimonio, porfis no me metas al infierno, señor que vive en el cielo.

Pasaron los minutos, y por alguna razón yo no podía quitar la vista de las teles que transmitían la súper relevante visita del papa. Era como si mi mente se estuviera yendo poco a poco, como si mis neuronas estuvieran muriéndose y siendo reemplazadas por anuncios de Asepxia y de pomadas contra el pie de atleta.
Me empecé a embrutecer tanto, que era como si me estuviera volviendo religioso. Maldita sea, tele abierta, me rompes las bolas.

De vuelta en Brasil, la tele mostraba imagenes de un montón de niños gordos y ñoños, cantando canciones de salvación eterna, para cuando llegara el sumo pontífice (mejor dicho, el sumo pontifigay, amirite guys? ¿No?, cámara)
Por primera vez en muchos minutos, mi boca se coordinó con mi cerebro y pude hablar:
"No mames, qué hueva ser el Papa y que a todos lados que vayas, SIEMPRE te reciba un coro de niños gordos, ñoños y perdedores"

¿Qué puedo decir?, soy una persona sumamente elocuente.

Uno de mis compañeros comensales, el que se dedica a hacer videos de Vine, me dijo "Deberías de escribir un post de eso, Dexter"

"Maybe I will, maybe I will", pensé; así que le dije a mi amigo "Maybe I will, maybe I will"
Y pues heme aquí, escribiendo de ello, porque mi blog es una democracia ciudadana que acepta las sugerencias y los comentarios del pueblo.
Lamentablemente, ahora que llevo más de 6 párrafos, me doy cuenta de que realmente no tengo mucho qué decir al respecto, porque es difícil escribir todo un post acerca de un simple comentario sobre niños gordos y ñoños.

Así que, lectores imaginarios, el punto de toda mi historia, es:
"Hueva mil la religión y las visitas al Brasil, ¿no?"

Sí, ya sé que mi conclusión fue un asco, pero trabajo en tele abierta, ¿qué pueden esperar de mí?

martes, 16 de julio de 2013

Preguntas tontas

Hay pocas cosas que me ennerven más en esta vida, que cuando alguien te hace preguntas cuya respuesta es más que obvia.
Hace rato, por ejemplo, me encontré a mí mismo con la cabeza adentro de un excusado, vomitando mis entrañas en lo que se sentía como uno desos capítulos de la dimensión desconocida donde los órganos internos de la gente se voltean y acaban siendo unos monstruos con el hígado a la vista de todos.

Limpiándome el sudor frío de la cara, logré juntar lo poquísimo que me quedaba de dignidad para levantarme, mojarme la cara, enjuagarme la boca y salir de mi baño, deseando nunca haber nacido.

"¿Estás bien?", me preguntaron.
"No. Van 5 veces que vomito en la noche", contesté, con una cara de zombie que ni The Walking Dead podría igualar.
"Ah... ¿pero estás bien?", me volvieron a preguntar.

Si no hubiera estado tan cansado y jodido, me habría encantado decir algo como "Sí. Me encanta vomitar en la madrugada. Es uno de mis hobbies, junto al boliche y a fotografiar pájaros"; pero mi pálida y temblorosa realidad sólo me dejó contestar "...no"

"¿Te cayó mal algo?", fue la pregunta esta vez.
Demasiado cansado como para respondar o siquiera enojarme, sólo gemí y me tambalée hacia mi cama, donde una noche llena de sudor frío me esperaba.

Y ésa es la historia, lectores imaginarios, de cómo un apuesto muchacho fue atacado inmisericordemente por el malévolo vómito, sólo para después ser rematado por preguntas tontas, en un combo 1-2 de "fuck my life"

Maldita sea, te odio, cuerpo.

martes, 2 de julio de 2013

De indignación moral

Hace un par de días me encontraba paseando por un mall, desperdiciando tranquilamente el tiempo que podría haber estado aprovechando para hacer algo de provecho, pero que como era domingo no pensaba hacer, porque hasta el señor descansa en domingo, carajo.

Durante mi paseo, me topé con una tienda de juguetes, desas que hubieran hecho emocionarse a cualquier niño y gemir amargamente a cualquier padre que fuera arrastrado hasta adentro. Siendo la persona ociosa que soy, decidí entrar sólo a ver qué tanto han cambiado los juguetes desde aquellas etapas en las que yo era un niño y todo era mejor y más bonito que las cosas de los pinches niños de hoy en día.

Entre Barbies caras, muñecos de acción caros, pistolas de juguete caras y peluches caros; llegué a la única sección que podría tener algo que me pareciera remotamente entretenido: la sección de los juegos de mesa.
No es que yo sea fan destas madres, pero pues cuando ya no eres niño, los juegos de mesa son lo único que hay en una juguetería que no te parece ridículo e inmaduro. Bueno, al menos no TODOS los juegos de mesa te parecen ridículos e inmaduros.

Entre cuarenta y tres versiones diferentes de Monopoly y treinta y dos de Clue, encontré un juego que nunca antes había visto, y que me hizo detenerme y abrir mi boca en un gesto de sorpresa e indignación:


"La botella", en versión oficial.
I mean, en teoría este juego no tiene nada de indignante, ¿no?, todos nosotros hemos jugado esta madre en algún momento de nuestra vida puberta/adolescente, donde las hormonas son el piloto del vehículo llamado malas decisiones.
No sé ustedes, pero yo recuerdo no menos de 3 veces que empecé a jugar botella en una fiesta y me arrepentí casi inmediatamente al darme cuenta de que mis posibilidades de acabar teniendo que besar a una gorda culera eran demasiado altas (dígase, mayores a cero)

Pero sea como sea, y sin importar a cuántas gordas besé, (y por cierto, voy a negar haber besado a alguna hasta el día de mi muerte), el caso es que, WHAT THE FUCK? ¿"La botella" en la sección de juegos de mesa de una juguetería? ¡¿Una juguetería para niños?!

Look at the fucking thing! ¡Miren esa caja culera!
¿Realmente les parece algo que debería de ser considerado un juego para niños?

"No puede ser tan malo, a lo mejor es una versión inocente del juego puberto diseñado para encuerar a mujeres ebrias y crédulas", me dije a mí mismo, tratando de salvar un poquito de la poca fe en la humanidad que queda en mi cínico y hermoso cuerpo.
Me acerqué a ver la caja, para encontrar una señal de que yo estaba equivocado; de que mis ojos me engañaban y ninguna corporación sería tan culera y enferma como para venderle esta cosa a unos niños.

"Baile sensual", decía una de las secciones de la portada de la caja, al tiempo que mostraba la caricatura de una niña pequeña (y seguramente bien puta), bailando mientras se auto-toqueteaba.
"Vaya, creo que alguien se condenó al infierno con esto", me dije.

Voltée la caja, tratando de encontrar algún tipo de señal de que este juego era para adultos y sólo había sido puesto junto a un rompecabezas de las princesas de Disney por un desafortunado error.
"No apto para niños menores de 3 años, ya que pueden ahogarse con algunas piezas pequeñas", fue lo único que encontré.
Ah, vaya, menos mal; al menos la compañía pinta su raya en niños de 3 años. No vaya a ser que pase algo malo.

"Seguro estás exagerando, Dexter, como la vez que dijiste que ese pequeño grano que nos salió en la frente era Dengue, y seguro íbamos a morir en menos de 48 horas. ¡Pues aquí seguimos!, ¡vivos!, ¡¿qué dices a eso, exagerado?!", escucho que me reclaman.
Pues me temo que no, no estoy exagerando; miren una foto de la parte de atrás de la caja del juego para niñas putas:


Eso que ven, mis queridos lectores imaginarios, son las descripciones de algunos de los inocentes castigos que tendrán que cumplir si deciden comprar "La botella"
(Una vez más, quiero recordarles que es un juego dirigido a niños pequeños, porque el mundo es un maldito asco)

"Mucha ropa", "Baile sensual", "Trago" y "¡Besito, Besito!" son los perversos nombres de lo que nuestros niños tendrán que hacer para vender su alma a Satán, por culpa de este juego perverso.

Me sorprendió lo mucho que me indignó el hecho de que este tipo de mamadas estuvieran dirigidas a los niños de hoy. Supongo que eso explica por qué las pubertas son TAN putas.

No sé, a lo mejor me estoy volviendo viejo, pero en serio, este mundo es una hijoeputada...

En fin. Si alguien se pregunta por qué escribí todo este post moralista y culerón; quiero dejar claro que no tiene nada que ver con el hecho de que estoy harto de que se burlen de mí porque mi novia es estúpidamente jóven, por lo cual no usé este escrito para aparentar que estoy en contra de las niñas sensuales que andan con hermosos hombres de barba y desgarradores ojos verdes.

This is not the hidden agenda you were looking for, move along.