jueves, 21 de febrero de 2013

Del día en que me volví adulto

Algunos de los que me conocen podrán confirmarlo: una de las cosas que más me aterran en el mundo, es convertirme en un adulto aburrido y rutinario.
El prospecto de perder a mi "yo" inmaduro y divertido es algo que siempre me ha dado chingos de miedo.

De hecho, llevo un par de años luchando intensamente contra la inevitable realidad de que poco a poco estoy teniendo que entrar en regla y me estoy convirtiendo en un Godínez de 9 a 6.
It sucks, but there's pretty much no way around it.

Y la historia del día de hoy, lectores imaginarios, se lleva a cabo en algún día de finales del año pasado, en el que de golpe descubrí que ya era un adulto, y que las cosas no eran TAN malas como siempre las había imaginado.

Todo empezó en Facebook, donde comienzan la mayoría de las aventuras de las personas que tenemos que estar encerrados en un trabajo todo el día.
Sin motivo alguno, una de mis mejores amigas me empezó a mandar mensajes, diciéndome que estaba tremendamente aburrida en su chamba y que me extrañaba (and I can't really blame her, yo también me extrañaría si no pudiera verme todos los días)

"Pues hay que vernos, ¿puedes hoy?", le dije
"No, salgo bien tarde... ¿puedes mañana?"
"No, ya hice planes para cuando salga de aquí, ¿puedes el jueves?"
"No, porque también salgo tarde. O bueno, ¿nos vemos en la noche?"
"Mñeh"
"Ok, el jueves será"

Y así fue.
Yo sé, mis conversaciones son excesivamente interesantes, bear with me.
Al final, acordamos que iríamos a cenar a unas pizzas que estaban cerca de su casa, y que son tan buenas que podrías vender a tu primogénito con tal de poder comer una dulce dulce rebanada de cielo.

Cuando llegamos a las pizzas, el jueves en la noche, descubrimos que no aceptaban tarjeta, porque aparentemente siguen viviendo en el siglo XVII. Tal vez ése sea el secreto de su deliciosidad.
Como ninguno de los dos carga efectivo y no había ningún cajero cerca, decidimos que la mejor idea sería meternos al siguiente lugar que ofreciera comida y aceptara tarjeta de crédito.

Lamentablemente, ese lugar resultó ser Los Bisquets de Obregón.
"Fuck it", pensamos, porque pues ya hacía hambre y cualquier cosa era mejor que irnos a nuestras casas sin cenar.

Cuando nos sentamos, empezamos a ponernos al corriente de nuestras Godividas, y le informé a mi amiga que yo invitaba.

"¿Por qué? ¿Es una trampa?", me preguntó, demostrando una vez más que mis amigos me tienen una increíble confianza.
"No es una trampa; simplemente quiero celebrar que me acaban de dar un aumento, y ya hasta voy a tener a mi propia secretaria"

Iluso de mí, poco sabía en ese momento que mi secretaria iba a ser la mujer más gorda y pendeja que he tenido la desgracia de conocer en mi no muy larga, pero eso sí, muy apuesta vida.

Seguimos platicando de nimiedades en lo que se acercaba alguien a darnos un menú, porque Los Bisquets tienen un servicio tan malo que podría ser comparado con el desempeño laboral de mi secretaria.
Eventualmente, un mesero nos dio la carta de mala gana.

Me puse a ver todos los platillos, esperando encontrar algo que se me antojara, pero nada me llamaba la atención.
De repente, vi una foto de unos hot cakes que se veían bastante buenos.

"Carajo, mira qué chingones se ven estos hot cakes", le comenté a mi amiga, la cual estaba ojeando alguna de esas chingaderas bajas en calorías que come la gente flaca.
"Sí, se ven buenos", me contestó, dándome el avión más obvio de los 7 cielos.

"Es una lástima que ya no los pueda pedir, porque pues ya no es la hora del desayuno", agregué.

Fue justo en ese momento cuando algo me hizo clic en la cabeza, y después de un par de segundos de silencio me di cuenta de las cosas.

"No, momento, yo puedo pedir lo que se me pegue la gana. Es MI dinero y es MI comida. Ya estoy en edad de comer lo que se me pinche antoje en el momento en que se me pinche antoje", exclamé con voz autoritaria y sensual.
"Sí, ándale, pídelos", me dijo mi amiga, sin hacerme mucho caso.

De repente, me di cuenta de que ya no era un niño. Mis decisiones ya eran mías nada más, y yo era el que podía tomar el control de mi vida.
No sé en qué momento pasó, pero ya era un adulto.
De la nada me cayó el veinte, y de golpe dejé de sentirme niño.

Gano mi propio dinero (y la verdad no gano nada mal), puedo hacer mis propias compras, no tengo que pedirle permiso a nadie ni tengo que rendir cuentas.
Si quiero comprarme chingos de pendejadas y gastarme todo mi dinero en cenas que deberían de haber sido desayunos, es mi pinche problema.

El mundo estaba lleno de oportunidades, porque no tengo esposa ni hijos, así que todo mi sueldo es para mí solito.

It was a good day to be me.
Fuck, I'm incredible.

En fin, ésa es la historia de los hot cakes que me convirtieron en adulto.





EPÍLOGO:
Al final, ni siquiera me pude acabar los hot cakes, porque era muchísimo pan, y comer algo tan dulce a esas horas ya me cae pesado.
Fue justo en ese momento en el que me di cuenta de que no sólo era un adulto, sino que ya era un maldito anciano.
Ésa es la historia de los hot cakes que me hicieron sentirme viejo y débil.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Del día de San Valentín

No voy a mentirles, once upon a time yo también era desos que odiaban el 14 de febrero, porque fuck the system y maldita sociedad capitalista y levanten el puño contra lo establecido, y todas esas estúpidas cosas que los adolescentes piensan que tienen que decir para sonar cool y profundos.
Debo confesarles que en su momento, yo también fui adolescente (desos de pelo largo y playeras "rebeldes")

Después de varios años de despotricar contra todo lo que representaba el día del amor y la amistad, decidí que era mejor aceptarlo, porque pues siendo honestos es un día de sexo y chocolates, y pues, ¿quién podría odiar un día de sexo y chocolates?
Los estúpidos diabéticos vírgenes, that's who. Fuck those jerks.

Evidentemente, mi periodo de luna de miel con el 14 de febrero también llegó a su fin, porque sinceramente me aburro muy rápido de las cosas (y de hecho, en lo que llevo escribiendo este post, ya me distraje como 5 veces porque me es difícil escribir más de 2 minutos seguidos... actually, make it 6 times)

Hoy en día, me encuentro en un punto bastante neutro en cuanto a mis sentimientos por el día de San Valentín; porque pues... ¿acaso importa?; es simplemente un día como cualquier otro, pero con más gente vestida de rojo y más globos en la calle.
Además, siempre es increíble ver coches tapizados de post-its ridículos e imaginar la cara del dueño cuando se dé cuenta.
Sabes que tendrá que fingir que está feliz y que es un detallazo, pero que en el fondo estará mentando madres.

Tambíén está chido ver a las mujeres que ESPERAN que su novio/pareja/pobrediablo/abo se esfuerce en hacerles un día tremendamente especial.
Esperan que gaste chingos de dinero en flores caras, chocolates caros, regalos caros, cartas caras (en cuanto a precio de desgaste emocional se refiere) y hasta calcetines caros; todo con tal de que la princesa pueda presumirle a sus amigas vicuas que su novio la ama mucho porque se gasta dinero en ella.
Yo tuve una novia así hace unos años, y era tremendamente molesto.

Una vez me contó que una amiga suya cumplía años, y pues invitó a muchos a un bar/antro tremendamente caro.
Como siempre pasa cuando mucha gente va a uno de esos lugares, al llegar la cuenta todos se hicieron medio pendejos y faltó mucho dinero.
Mi entonces novia me dijo que el pendejazo del novio de su amiga había acabado poniendo más de 2000 pesos para poder pagar la cuenta.

"Pues qué estúpido", fue mi respuesta. Aparentemente, no fue la respuesta correcta.
Pasé las siguientes dos horas escuchando su explicación de cómo ese tipo debía de amar mucho a su novia, porque se había gastado mucho dinero en ella, y era obvio que la gente que gasta mucho dinero ama más a sus novias.
Hasta donde me enteré, pocas semanas después el tipo le puso el cuerno a la pendeja del cumpleaños caro.

Eventualmente corté con esa novia; o bueno, más bien ella me cortó porque yo era pobre y no tenía coche, y entonces decidió ponerme el cuerno con su mejor amigo, porque él sí podía ir a antros caros y pagarle su consumo.
Creo que fue una de las relaciones más enfermas que he tenido.

Aunque también tuve a esta otra novia, la cual sólo estaba conmigo porque nos parecía divertido ver cómo podíamos sabotearnos la vida mutuamente.
Pasamos cerca de dos años tratando de jodernos el uno al otro (quiero pensar que sin darnos cuenta racionalmente), porque cuando estábamos encabronados el sexo era más divertido (en especial en lugares semi-públicos).

Cuando el sexo regresaba a ser normal, alguno de los dos hacía algo estúpidamente estúpido para tratar de arruinarle la vida a la otra persona, y entonces provocar un pleito tan grande que volviera a inyectarle pasión a nuestro amor de preparatoria. Fun times.

Recuerdo una vez que la tipa me cortó para poder empezar a andar con un cabrón que me caía sumamente mal.
Cuando se empezó a besar con él en un lugar donde no había forma de que yo no los viera, decidí tomar venganza y empezar a andar con su mejor amiga (la cual estaba medio fea, entonces obviamente me dijo que sí, porque c'mon, soy tremendamente guapo)
Las cosas escalaron en el sentido de "a ver quién puede tener muestras de afecto público más cabronas", y llegó a ser tan quasi-pornográfico, que amenazaron con corrernos de las trajineras de Xochimilco por obscenidad en la vía pública.
Creo que fue cuando la policía nos regañaba a los 4 (mi novia y su nuevo novio, y mi nueva novia y yo), que descubrimos que realmente nos amábamos, así que botamos a nuestras nuevas parejas en ese mismo monento para volver a estar juntos ella y yo.
Fue una cosa mágica de amor verdadero.

Otra vez diferente, pero también en las trajineras, me ligué a una tipa muy fea, porque pues yo estaba ebrio y caliente, y el alcohol y las hormonas hacen que uno baje los estándares y los pantalones.
La pobre tipa fea no entendió que la cosa era desas cosas que son cosas del momento, y pues quiso enseriarse, a lo cual yo respondí como buen caballero y salí corriendo de ahí (metafóricamente, porque tengo pésima condición física y entonces no corro)

Pasé cerca de 2 horas sintiéndome mal conmigo mismo por haberla tratado así, pero después vi un espejo y me di cuenta de que la gente guapa no debe de sentirse mal por la gente fea.
Si lo pensamos bien, en realidad le hice un favor y soy un héroe.

Y es que, ¿se imaginan?, tal vez en este preciso momento, en algún lugar de... donde sea que se reunan los feos, aquella fea esté pensando en la vez que se agarró con un tipo sensual y ojiverde, que en un futuro tendría una impresionante barba güerita que lo haría ver aún más sexy que antes.

Tal vez justo ahora ella esté recordando esas trajineras del mes de... no sé, quiero decir noviembre pero no estoy muy seguro; y pensando en lo afortunada que fue de poseer brevemente la atención de ese muchacho que cambió su vida para siempre.
Who knows?, tal vez piense constantemente en aquella tardenoche mientras se emociona y le mete el dedo al pastel.

Y si lo pensamos, ¿acaso ése no es el verdedro significado del 14 de febrero?
El día de San Valentín se trata de pasteles y de amor, como dirían esos románticos a la antigüita.

lunes, 11 de febrero de 2013

Sugerencia universitaria

Sin importar si vas a una escuela pública o privada, hay algo que le hace muchísima falta a los planes educativos de México: una clase que te prepare para ser un Godínez.

Seriously, todas las carreras deberían de tener al menos dos semestres en los cuales se te imparta toda la serie de reglas y códigos éticos de la vida que está a punto de caerte encima.
Hoy en día, los jóvenes estamos saliendo al mundo laboral sin ningún tipo de preparación educativa Godínez.

Sure, tal vez sepamos mucho sobre nuestra carrera, y tengamos vastos talentos capaces de hacernos ser útiles y sensuales al mismo tiempo (then again, tal vez sólo estoy hablando de mí); pero lo que no sabemos es cómo adaptarnos a la Godinancia que está frente a nosotros.

Por eso, cuando llegamos a una oficina, no conocemos cómo funciona la diplomacia de los tuppers, o el small talk acerca del bebé feo de la recepcionista; no sabemos cómo enfrentar las pendejadas del "es viernes y el cuerpo lo sabe", ni tenemos en cuenta que hay que llegar temprano para ganar prime real state del refri de la oficina, antes de que las tortillas de la gorda de contabilidad se apañen todo el espacio que no está directamente abajo del congelador que nadie ha limpiado en meses y que tiene una capa de hielo más gruesa que la amargura del tipo del cubículo de la esquina.

Necesitamos que las universidades empiecen a impartir clases Godínez, para que una vez que el estudiante se encuentre en el mundo real, esté preparado para ver cómo su alma muere un poquito cada día, atrapada por las políticas de la empresa y el aburrimiento masivo que al cual tiene que enfrentarse todos los días de 9 a 6.