miércoles, 18 de septiembre de 2013

De cuando te enfermas

Estos últimos días, una gripa mutante atacó mi hermoso y ya no-tan-joven cuerpo.
Pero no fue una desas gripas cualquieras, las cuales puedes ignorar sin ningún problema mientras sigues viviendo tu vida sin más inconveniente que el ocasional moco o la tos con un par de flemas; no señor, la gripa que me dió fue una desas gripas culerísimas que necesita un nombre lleno de números para ser descrita, como la H1N1 o la G7T4, y ya ni hablar de la famosísima Y0L0.
Sí, fui atacado por una gripa experimental creada por el gobierno para arruinarle la vida a las personas guapas y de ojos verdes (al menos ésa es mi teoría, de acuerdo a la gravedad de los síntomas que he vivido en estos días)

Y fue debido a esta enfermedad endemoniada, que descubrí 2 cosas importantes:

1. Las medicinas normales no sirven para curar las gripas diabólicas (y es casi imposible encontrar obispos dispuestos a exorcisar a la gente hoy en día)
2. Estar enfermo y ser adulto son dos cosas que no hacen buena combinación.

Y es que piénsenlo, estar enfermo hoy en día tiene unas repercusiones que no tenía cuando eras niño.

Por ejemplo, cuando eras niño y te enfermabas, lo único que tenías que hacer era convencer a tu mamá de que REALMENTE estabas enfermo y no lo estabas fingiendo con tal de escaparte de la clase de educación física porque el profesor era un maldito sádico (váyase a la chingada, profesor Abraham); si tu mamá se daba cuenta de que en serio tenías gripa o whatever, ya estabas del otro lado.

El resto de tu día lo ibas a pasar descansando en tu cama, mientras veías todos los programas que normalmente te perdías porque tenías que estar en la estúpida escuela; así que tenías el chance de disfrutar Bananas en Pijamas mientras comías mucho cereal (que tu mamá te llevaba a la cama, claro), tomar todo el jugo de naranja que quisieras, y dormir cuando te cansaras de tanta tele y apapacho.

Sure, tenías el ocasional moco que quería arruinar tu mañana, pero fuck it, estabas demasiado feliz y calientito como para que te importaran unos cuantos síntomas piteros.
Además, seguro en ese momento tus compañeros estaban siendo violados con la mirada por el maldito sádico del profesor Abraham.
Fuck them, eso les pasa por burlarse de que estás chaparro.

Si de casualidad decidías salir de tu cama, era sólo para jugar Super Nintendo, mientras tu mamá te llevaba comida y ocasionalmente te preguntaba cómo te sentías, y después agregaba: "si en la noche ya te sientes mejor, pensamos si conviene que vayas mañana a la escuela", así que OBVIAMENTE no te ibas a sentir mejor.
Ah, y además te librabas de tener que bañarte ese día, porque mojarse es malo para la gripa (ok, lo admito, yo era un niño muy poco higiénico)

Era fantástico tener gripa cuando eras niño.
En cambio, tener gripa cuando eres adulto... well, fuck.

Tomemos como un claro ejemplo el día de hoy:
Me levanté sintiéndome como si hubiera sido golpeado repetidamente por el pene de 8 atletas negros en una orgía de jamaiquinos (es sólo una metáfora, no traten de leer entre líneas)
Desde ayer estaba enfermo, pero sabía que hoy iba a ser el peor día de toda mi gripa.

Pensé seriamente en quedarme en mi cama a ver Bananas en Pijamas, pero en primera, eso implicaría tener que levantarme para buscar el control de mi tele (porque mi mamá no me lo iba a pasar), y en segunda, creo que ese programa ya ni existe.

Además, aunque cada célula de mi cuerpo me exigiera quedarme a descansar, no podía faltar a mi trabajo, porque justo hoy era día de grabación de sketches para el programa de tele en el que salgo (porque por si no lo sabían, yo salgo en la tele) y pues mi productor no iba a ser tan comprensivo como lo era mi mamá hace muchos años.

Con dolor en todo el cuerpo, me bañé, vestí y todo eso, y tomé el metro para llegar a mi trabajo (váyanse al diablo, soy pobre y me vale madres); pero el antigripal que me tomé para poder sobrevivir hizo que me diera UN CHINGO de sueño, y me quedé profundamente dormido.
Estoy hablando de profundamente dormido. Podría haber sido violado en el metro y ni cuenta me hubiera dado.
I'm serious, soy güerito y de ojo verde; los violadores me encuentran irresistible.

De alguna forma, logré llegar a mi trabajo, donde pasé toda la junta de lectura de guiones tan dopado que bien podría haber estado en cualquier otro lugar y no lo hubiera notado.

Eventualmente, mi antigripal dejó de tener mucho efecto y todos los síntomas me regresaron de golpe: Mocos, cuerpo cortado, tos, dolor de cabeza, congestión nasal, y dolor de ano (tal vez lo último fue más culpa del metro que de la gripa, pero no estoy seguro)

El problema es que cada vez que me quejaba diciendo "Mamá, me siento mal...", una de mis compañeras me contestaba "No mames, Dexter, ya te dije 50 veces que no soy tu mamá, deja de estar quejándote"
Well fuck you, motherfucker; ya quisieras tener la suerte de ser mi mamá.

No voy a aburrirlos con el resto de mi largo largo día, pero involucró muchos kleenex, muchos muchos mocos, aún más quejas, todo un cocktail de pastillas y jarabes, y un bigote falso.
Es una larga historia, no quiero entrar en detalles.

Mi punto es (y perdón por haber debrayado, pero sigo un tanto dopado) que cuando eres niño y estás enfermo, todo el mundo se detiene para servirte y asegurarse de que estás cómodo y te vas a curar; pero cuando eres adulto, el mundo sigue girando y a nadie le importa lo mal que te sientas, porque tienes responsabilidades y más te vale cumplirlas.
Y de preferencia no contagies a nadie, porfis.

Tener responsabilidades apesta.
Ser adulto apesta.
Que ya no existan Bananas en Pijamas apesta todavía más.