Con sólo una simple mirada a nuestros alrededores podemos saber que la navidad ya está encima de nosotros.
Bueno, tal vez todavía no, pero al menos ya está quitándose sus navideños pantalones y montándonos sensualmente.
Llámenme infantil e inmaduro si quieren, pero la verdad es que por alguna razón, estoy bastante emocionado.
Este año, la navidad me hace feliz.
Cuando salgo y paso junto a casas con adornos navideños, no puedo evitar sonreír.
Cuando veo un árbol de navidad, me dan unas repentinas ganas de ponerme a cantar villancicos.
Cuando veo un indigente en la calle, en vez de darle dinero, le deseo feliz navidad.
Cuando alguien me pide su calaverita, le recuerdo que ya estamos en diciembre.
Cuando veo un pinche chino culero, le digo pinche chino culero.
Navidad está en el aire.
El único problema, es que mi familia es lo más grinch que existe en este planeta, y se niegan a celebrar las fiestas.
Por más entusiasmo que muestro, mi familia cree fervientemente en que su deber máximo es matar mi espíritu navideño.
Mi hermana, por ejemplo, es lo más amargado que conozco, y decidió que como es toda emo y depresiva, la navidad debe morir.
Su misión es hacer que ni siquiera recordemos que estamos celebrando el cumpleaños de san José, y que el 25 de diciembre pase como un día cualquiera.
Cualquier ápice de felicidad humana va en contra de su filosofía.
Christmas must die.
Mi madre se niega a celebrar, porque eso implicaría que tiene que poner el arbolito y decorar la casa; y como le da muchísima flojera meterse al cuarto de trebejos a buscar los arreglos navideños, está buscando cualquier pretexto para esquivar los holidays.
Por más que le insisto en que yo le ayudo a poner el árbol, se niega a creerme.
En su defensa, siempre prometo ayudarla y nunca lo hago, así que yo tampoco me creería si fuera ella.
Mi padre, el italiano, es el que más se acerca a tener espíritu navideño en toda la casa.
Está todo feliz y sonriente, pero como se la pasa trabajando, no tiene tiempo de apoyarme en mi búsqueda de una feliz navidad y un próspero año nuevo.
Sólo quedo yo, pero como soy el hijo menor, mi opinión es ignorada. Como siempre.
En el hogar Petrelli se decretó que la navidad no será celebrada.
It fucking sucks.
En una muestra de milagro navideño; justo cuando había perdido toda esperanza de que Santa Claus bajara por nuestra chimenea, algo pasó:
Mientras me quejaba de la falta de espíritu festivo, Cookie me dijo que si era tan importante para mí, ella me ayudaba a decorar mi cuarto para que se volviera el más navideño en la historia de los cuartos navideños.
Lo curioso es que ella también odia la navidad, así que esto fue un acto extraño de su parte.
She's the best, she really is.
Y es por eso, lectores imaginarios, que una vez más estoy emocionado.
Mi cuarto va a exhumar navidad por cada unos de sus poros de concreto.
Pero va a ser MI navidad, y no se la voy a compartir a nadie de la familia Petrelli.
A fin de cuentas, ése es el verdadero significado de estas fiestas, ¿no?
Egoismo, envidia, y regalos bonitos.
Feliz navidad adelantada para todos.
And to all, a good night.