Feliz día del amor y la vayansealdiablo

Cada año me toca ser testigo presencial de como todas las personas fresas, tontas, vicuas y abercrombie vuelcan toda su energía en los 14 de febrero.

A otras personas les valdría madres, pero a mí no. Odio el 14 de febrero con todo mi corazón.
No, es más, ese día no tengo corazón, odio el 14 de febrero con todo mi esternocleidomastoideo.

Aparte de las razones que tienen todos para odiar este fatídico día (muy válidas, por cierto) así como ver a las parejitas melosas conejearse en público, y que los precios de las flores aumentan en proporción triple a la inflación anual de Brazzaville; tambíén tengo otras razones de más peso:

Jotos.
Jotos disfrazados.
Jotos disfrazados de cupido repartiendo rosas por mi escuela.

No shit.
Cada 14 de febrero, mi escuela (que de por sí está atascada de putos) se vuelve más... ridícula.

El patio se convierte en una vendimia, desde flores de a 25 pesos, hasta tangas comestibles de 70 (no pregunten cómo me sé el precio, son misterios de la vida); pero pues todavía eso es bastante aceptable, digo, no tiene nada de malo darle una flor con sobreprecio a algún ser querido, ¿no?

Sí, sí tiene, malditos cerdos consumistas, pero equis.

El pedo es, que esos 25 pesos te incluyen un servicio de "delivery".
Ese servicio es un tanto... especial.

Verán, un maricotas se pone pañal y alitas, y va brincando cual niña exploradora por toda la escuela, dándole abrazos a la gente y deseándoles un feliz día del amor y la amistad.

Hace 2 años, su servidor estaba tranquilamente acostado a la mitad de un pasillo, escuchando su iPod, cuando una sombra se apareció de pronto encima de él.
Cuando se quitó los audifonos para ver que pasaba, escuchó que le decían: "¡No estés tirado! ¡Hoy es día de socializar y decírle a tus seres queridos cuánto los aprecias! ¿Quiéres un abrazo?"
Obviamente, siendo la persona amable y educada que es, el Ninja le dijo:
"Me tocas y te pateo en las pelotas, lárgate."

Todo eso fue normal y bonito, pero el martirio no acabaría. En la siguiente clase, se oyeron trompetas afuera de la puerta del salón donde estaba tomando clase. Trompetas, hazme el chingado favor.
Y entonces, aventando pétalos de rosa, entra el puto vestido de cupido con un montón de flores.
Empezó a dárselas a algunas niñas del salón (las rosas, gracias a Dios), y entonces... ¡DUN DUN DUUUUUN!
"¿Quién es Esteban?"
Levanté la mano, esperando que la siguiente frase fuera: "por favor, méteme un madrazo en la cara por estar disfrazado de imbécil", pero no, lo que siguió fue: "tu admiradora secreta te manda una flor".

Después del reglamentario: "¡uuuuuuuuuuh!" que grita todo el mundo, me paré, resignado, a aceptar la flor, y entonces el joto me da un abrazo.
Lo empujé y le grité "¡Putas madres! ¡Te dije que no me tocaras hijo de tu chingada madre!"

Como si toda la humillación a la que fui sometido no hubiera sido castigo kármico suficiente, todavía el profesor me pidió amablemente que me retirara del salón por usar lengüaje vulgar.

No sé quien haya sido mi admiradora secreta, probablemente haya sido el maldito marica vestido de cupido, pero de todos modos, fue horrible.
Y ahora, el jueves, estoy seguro de que va a haber otro joto disfrazado dispuesto a hacer el día más pitero del año aún más pitero.

Carajo, cómo me caga San Valentín.