martes, 3 de mayo de 2011

Give me civilization or give me death

Hace unos cuantos días, una amiga me invitó a ir con ella a acampar el fin de semana.
Arrugué mi frente e hice un ruido desaprobatorio.

No consciente de que yo ya le había puesto punto final al asunto, ella siguió tratando de convencerme.
Me dijo que era como una montaña, y que estaba muy chido porque la naturaleza y los animales y así.

Arrugué mi frente en forma aún más rugosa, y después dije "hueva"

Mi amiga pasó los siguientes quince minutos hablandome de las maravillas de acampar, de cómo rejuvenece tu alma, de lo magnífico que es para el cuerpo, del sentido de aventura, y de todas esas cosas que la gente amante de la naturaleza considera que son argumentos válidos, cuando es más que obvio que no lo son.

"Meh", le dije.

"Ahora que lo pienso, nunca te he oído decir que te guste acampar...", me contestó, pensativa.
"¿Crees que tenga algo que ver con el hecho de que no me gusta acampar?", respondí.

Fue como si hubiera clavado una espada en su corazón, o un pepino en su culo.
Sus ojos se abrieron como platos, y se llevó las manos a la boca.
Aparentemente, yo había dicho algo que no debía.

En un pitch muy agudo, me preguntó que cómo era posible que no me gustara, si acampar era lo mejor del universo.
Para resumirles todo el choro en una simple metáfora, me dijo que acampar era mejor que tener sexo con dos supermodelos suecas encima de la tumba de tu suegra el día en que te enteraste que acababas de ganar la lotería.

"Sí, me imagino que acampar tiene sus cosas buenas", dije mientras veía interesado una hoja que estaba cayendo cerca de mí.

Gran error.
Los siguientes 10 minutos fueron dedicados a escuchar a mi amiga enlistando todas las cosas buenas que tiene el acampar.
La lista era más grande que la de los muertos en la guerra contra el narcotráfico.

"Qué lindo..." dije cuando ella terminó.
Llevaba 5 minutos haciendo garabatos en una servilleta.

"Bueno, y entonces, ¿por qué no te gusta acampar?", inquirió mi amiga.

"Es simple. Es una de esas políticas de la empresa"
"¿Cuál empresa?"
"La empresa de Dexter y coasociados.", dije

Ella se me quedó viendo, esperando que le dijera a qué me refería.
Evidentemente, no dije nada. Yo no digo nada hasta que me lo pregunten específicamente.

Silencio.

"¿Cuál es la política de la empresa?", me preguntó por fin.

"Dexter no caga en un árbol. Dexter no caga en unos matorrales. Dexter no caga en la tierra. Dexter no caga en ningún lugar que no sea un baño limpio."

Y es que en serio, lectores imaginarios: ¿cuál es la obsesión de la gente por tener que cagar en los árboles, y tener que limpiarte con hojas?
¿Por qué alguien querría hacer eso?

Puedo entender que, por alguna estúpida razón, quieran pasar varios días sin luz y sin internet.
Digo, a lo mejor es alguna clase de instinto salvaje que guardan en su interior.

Puedo entender que quieran dormir en un sleeping bag de 2 cm de grueso, en lugar de una cómoda cama blandita y con soporte ortopédico.
No sé, a lo mejor les gusta la sensación del duro suelo, combinada con los bichos que se te suben a la cara.

Hasta puedo entender que les guste caminar, y escalar, y brincar, y todas esas actividades físicas que la vida moderna ha hecho inútiles, gracias a Dios.
Hay personas para todo, creo.

Lo que no capto, es que quieran ir a un lugar sin drenaje; todo insalubre y puerco.

No. No señor. Mis hermosas nalgas no tendrán que ser limpiadas por hojas rasposas que puedan resultar ser hiedra venenosa.

Este culito se queda en su cómodo bañito.

Acampar no es para mí.

Denme civilización o denme la muerte.
De todos modos, si me dejan varado en el bosque, o la montaña, o loquesea; de todos modos voy a acabar muerto.
Así de inútil soy.