jueves, 4 de octubre de 2012

De humor negro

Hace unos cuantos minutos me encontraba yo, sensualmente sentado en la oficina, cuando me llegó un mensaje de una de mis mejores amigas:

"Oye torpeza, no voy a poder ir hoy en la noche con ustedes porque me acabo de enterar que mataron a un amigo"

Sin pensarlo, inmediatamente le contesté: "No mames, ¿pero está bien?"

Fue entonces cuando me di cuenta de que tal vez mi broma haya sido un poco demasiado culera.
Y es que me pasa más seguido de lo que me gustaría admitirlo: mi humor negro suele ser demasiado ojete, y hay veces en las que en serio ofendo a las personas.

Juro que no es mi intención; si yo pudiera volver a nacer, pediría tener un sentido del humor más normal.

Recuerdo que hace unos años, mi abuela decidió morirse justo en el día del cumpleaños de la mejor amiga de mi hermana, que llamaremos Tieneunhijo.
Como esta mujer había sido amiga de toda mi familia desde que mi hermana y ella tenían 4 años, Tieneunhijo decidió ir al funeral de mi abuela para despedirse y pagar sus respetos.

Mientras estábamos todos alrededor del ataud de mi querida abuela, Tieneunhijo entró llorando y empezó a abrazarnos a todos.

Cuando por fin me abrazó a mí, le dije "Por cierto, feliz cumpleaños, perdón si mi abuela te está arruinando el día"
Evidentemente nadie se rió y mi familia se me quedó viendo bien feo.

Y es que yo uso las bromas de mal gusto como método para superar las cosas, porque tomarse la vida en serio es sólo para cuando estás en horario laboral.

Sin embargo, han habido veces en las que mi malcomprendido sentido del humor me ha ocasionado problemas, como por ejemplo, un día mi ex-novia (que en ese entonces todavía era mi novia) me llamó llorando.
Entre lágrimas me dijo que acababan de meter a su abuela al hospital.

"¿Por qué, qué le pasó?", le pregunté.
"Es que le hicieron análisis de sangre y tiene 500 de azúcar", me contestó ella.
"Pero bueno, ve el lado positivo...", le dije yo.

En ese momento, supe que no tenía que terminar mi frase, porque me iba a meter en pedos.
Lamentablemente mi necesidad de hacer bromas de mal gusto fue mayor que mi prudencia, y seguí hablando.

"... si tu abuelo tuviera 500 de harina podrían hacer galletas"

Como era obvio, esa conversación no terminó bien.
Sin embargo, hasta el día de hoy estoy sumamente orgulloso de ese chiste.

Carajo, necesito conseguir un corazón.
¿Alguien sabe dónde está el camino amarillo?