martes, 5 de abril de 2011

Sombra aquí, sombra allá

Cualquier hombre que haya ido a la escuela con mujeres no me dejará mentir:
Siempre existe un momento en el que las féminas se aburren y hacen una pregunta que todos los hombres odiamos:

"¿Te puedo maquillar/pintar los labios/enchinar las pestañas/delinear los ojos/poner rimel/pintar las uñas?"

El fatídico momento en el que sabes que vas a tener que decir "no" al menos 38 veces antes de que dejen de insistir.

Y cualquier hombre que haya ido a la escuela con mujeres tampoco me dejará mentir:
Llega un punto en el que te insisten tanto que te hartan y acabas diciendo "¡sí, sí puedes, pero ya cállate!"
Y cuando dices eso, pierdes. Pierdes la dignidad y el auto-respeto.
O tal vez sólo sea yo...

Sea como sea, uno siempre piensa que cuando acabe la escuela, las mujeres van a dejar de jugar a "quiero maquillar al hombre más cercano"
Es sólo cuando empiezas a vivir en el mundo real que te das cuenta de que las mujeres nunca salen de esa etapa.

Me encontraba ayer en el trabajo, escribiendo tranquilamente unas cosas que tenía que escribir tranquilamente, cuando de repente una de mis compañeras de trabajo que resulta ser mi amiga, pasa atrás de mí cargando una bolsa con un polvo extraño.
Buscando cualquier pretexto para distraerme, recargué mi silla hacia atrás y puse ojos de Bambi, con cara de "¿qué haces?"
Ahí empezó una espiral de llanto y desesperación.

"Estamos testeando una receta para quitar los puntos negros de la nariz, ¿quieres probar?"

La agencia donde trabajo lleva la campaña de una marca de maquillaje, y muchas niñas trabajan en eso.
Parte de su trabajo es dar tips de belleza, pero como "hechos en casa" o algo así.

Jodidamente, me vi involucrado en todo ese desmadre.
Me vi involucrado por metiche, la verdad.

"Sí, sí quiero probar", le dije a mi amiga.
Felicidades Dexter, gran error.

Seguí trabajando tranquilamente, y olvidé completamente que me había propuesto como voluntario a los experimentos maquillajísticos de mi amiga.

Como 15 minutos después, me convocaron a junta. Más que junta era como lluvia de ideas, donde todo el departamento creativo se juntaba a decir pendejadas.
Rock on.

Un ratito después, llega mi amiga con un vaso de un menjurje que olía horrible.

"¿Qué carajo es eso?", le pregunté.
"Grenetina y leche", contestó.

Me quedé callado, sin saber qué chingados decir.
Antes de poder pensar un comentario inteligente, mi amiga empezó a untarme la pasta (que por cierto, era de un color muy cuestionable) en la nariz.

Lo que nadie me dijo, es que la pasta tenía que untarse estando absurdamente caliente. Mi pobre naricita de bola sufrió quemaduras severas.
Y además, la porquería esa olía horrible.

Supongo que perdí mucha credibilidad con el departamento creativo teniendo una masa gris untada en la nariz.

"No la toques, tiene que cuajar", agregó mi amiga.

Pasé los siguientes 15 minutos combatiendo con el olor y tratando de no vomitar.
Eventualmente, la mezcla se puso toda rígida, y dejé de sentir mi nariz.

Fue entonces cuando llegó mi amiga y dijo "Ok, ya te la puedo quitar..."

Todos los creativos detuvieron lo que estaban haciendo para ver cómo me arrancaban esa porquería de la nariz. Cena y espectáculo.

Para cerrar con broche de oro, cuando mi amiga me quitó esa cosa, me dolió como la chingada.

"¿Duele?", me preguntó
"No... estas lágrimas son de alegría", le dije.

Entre las risas de los demás, pude volver a mi trabajo.

Fue una experiencia sumamente traumática; pero hey, al menos mi nariz ya no tiene puntos negros.

Dios... no entiendo por qué las mujeres siempre quieren maquillarme.
Supongo que eso me pasa por ser tan bonito y tener facciones de niña...