Cada año, en cuanto termina el Super Bowl, maldigo mi suerte e insulto a Dios por permitir que la temporada de futbol americano dure solamente 4 meses, obligándonos a vivir 8 meses de cada año con la sequía de buenos deportes.
Lo único que nos queda en esos meses son partidos PITERÍSIMOS de soccer, donde Santos Laguna enfrenta a los Cañeros de Tecatepec por el campeonato de semi-clausura de invierno.
Sabes que el campeonato vale madres porque hay como 8 diferentes cada año.
Cuando no tenemos que ver el importantísimo "clásico" entre los putos del América y los jotos del Guadalajara, tenemos que ver los aún más importantes partidos de la Selección Mexicana contra otros equipos de nivel mundial, como por ejemplo Guatemala o Bosnia.
Lo más triste es que todos saben que vamos a perder.
El caso es que cuando termina la temporada de la NFL, yo soy triste.
La única ventaja de todo esto, es que cuando empieza la nueva temporada (casi un puto pinche año después, mind you), celebro mi emoción lanzando vaticinios al aire.
En la primera semana de la temporada, siempre predigo quiénes van a llegar al Super Bowl, y quién lo va a ganar.
Normalmente mis predicciónes suelen ser bastante acertadas (como cuando dije que los Santos de Nueva Orleans iban a ganar su primer campeonato en cuarenta y tantos años, y lo lograron); pero este año me fue de la chingada.
Según yo, el Super Bowl iba a ser Cuervos - Aguilas.
Evidentemente ambos equipos llegaron a los playoffs, pero perdieron; haciéndome quedar en ridículo.
Así que, lectores imaginarios, para pagar una deuda que tenía ante cierta persona que me hizo jurar que si mis predicciones no se cumplían yo lo iba a admitir públicamente:
Soy un tremendo perdedor.
Como siempre he dicho:
Se deberá considerar apropiado desde un punto de vista moral o ético, en el caso del César, proporcionar a ese potentado todos aquellos objetos y materiales de cualquier tipo o carácter en que pueda comprobarse que su fuente original sea del dominio del citado.
Besos y abrazos para todos.