Piensa antes de hablar

Ayer en la noche (u hoy en la madrugada, dependiendo del punto de vista), dormitaba yo, plácidamente, en un colchón Queen Size.

Bueno... algo así.

La historia es ésta:

Fui a casa de un amigo a jugar Rock Band, pero por motivos que salieron de nuestro control y que involucraron la casi-muerte de mi novia, la ruptura de la relación amorosa de un cuasi-amigo, y la aparición inesperada de un tipo cayéndose de borracho afuera del portal de la residencia Rockbandosa; terminámos en la manifestación de López Obrador para oponerse a la privatización del petróleo; seguido por una visita rápida a los Chupacabras; seguido también por la compra de un litro de agua de avena; y ya, por último, por fin pudimos jugar Rock Band, pero ya era la una de la mañana y apenas estábamos conectando las cosas.

Después de 3 horas de rockear intensamente, decidimos ver una película, y cuando ésta estaba terminando, el sueño ya estaba imponiendo su inmisericorde sombra sobre todos nosotros.

Por eso, subí rápidamente a apañar colchon antes de que los demás hicieran lo mismo, pero hubo un problema; cuando llegué al cuarto de dormir, había dos colchones:
Un colchón matrimonial y uno Queen size.
El problema era que el matrimonial estaba ENCIMA del Queen size, por lo tanto, de éste último, sólo quedaba un pequeño espacio disponible.

Pensando a futuro, decidí que si apañaba ese pequeño espacio, las posibilidades de tener a un hombre en calzones durmiendo junto a mí eran nulas, así que me acosté rápidamente.

Poco después, llegaron 3 amigos, y se disputaron el colchón matrimonial, pero como en la guerra todos son perdedores, al final acabaron acostados los 3 en una sola cama.

Después de varias bromas sobre la cercanía de sus áreas impúdicas y de cómo se iban a caldear y a sabanear; un amigo dijo:

"Dexter, ¿no quieres cambiarme de lugar y dormir con estos 2 machos?"

Yo pensé: "No, ni madres, dormir sólo es poca madre, no me voy a ir al colchón de arriba", así que dije:

"A mí me gusta estar abajo"

Hubo un silencio de un par de segundos, seguido por muchas carcajadas a mis expensas.

Y por eso, lectores imaginarios, uno debe de pensar bien lo que dice, porque si no, se corre el riesgo de sonar como homosexual ganoso.