En parte, esta historia tiene que ver con el abandono a mi blog, y en parte no.
Supongo que eso funciona igual que el hecho de que en parte, esta historia tenga que ver con mi participación en el asesinato al Papa Juan Pablo I, y en parte no.
Veran, todo comenzó la semana pasada, que el sensual protagonista del cuento (dígase, yo) estaba metidísimo en la semana de exámenes finales y de entregas de proyectos.
Entre grabaciones de tele, estudios de radio, viajes a Isabel la Católica a buscar precios de impresiones, horas de discusión acerca de campañas publicitarias; y demás cosas aburridas, el sensual sensual protagonista no tenía tiempo ni siquiera para seguir tocando batería, lo cual es bastante grave.
Los patrones de sueño de nuestro héroe se vieron gravemente afectados, y unas tremendas ojeras aparecieron en su rostro, para hacerlo ver varios años más demacrado y jodido.
El cansancio era tal, que ya ni siquiera podía coordinar frases coherentes (tan coherentes como siempre las ha coordinado, quiero decir) y empezó a hablar en una mezcla de idiomas tan bizarra, que ni su propia madre podía comprenderlo (a pesar de ser la única persona acostumbrada a los brincos mentales de nuestro héroe).
Nuestro sensual protagonista se cansó de hablar en tercera persona, así que voy a volver a referirme a mí como: yo.
Yo tuve que pasar por días largos y difíciles, llenos de tensión y discusiones acerca de qué tipo de café de Starbucks era el mejor (en mi opinión: ninguno)
Sinceramente, no disfruté mucho la semana pasada (aunque tuvo sus momentos, siendo sinceros); y mi vida sufrió en el proceso de exámenes finales; ya que mi vida se convirtió en, pues... exámenes finales.
Pero el caso es que por fin regresé, y ahora estoy dispuesto a seguir escribiendo toda la sarta de pendejadas que tanto me gusta escribir.
A partir de mañana, claro.
Hoy tengo que ir a encubrir las huellas de mi participación en el asesinato de Juan Pablo I.
No vaya a ser que llegue la güerita de Cold Case y todos mis años de anonimato valgan madres.
Si alguien les pregunta, ustedes jamás me han visto.