lunes, 11 de junio de 2012

De visitas inesperadas al pasado

Las relaciones humanas son algo sumamente complejo.
Por alguna razón, hacer que dos personas funcionen juntas es casi inlograble (así es, me gusta inventarme mis propias palabras, deal with it)

Las relaciones amorosas son particularmente difíciles. Most of the time, they suck.
Muy de vez en cuando, uno se encuentra con una persona con la cual se lleva bien, existe atracción física, se complementan chingonamente y todas esas cosas que una relación amorosa debe de tener.
El problema es que, 99 veces de cada 100, las cosas no terminan bien.

Yo mismo me he caído del metafórico caballo varias varias veces.
Desde niños nos han educado a que cada vez que te caes de la metáfora, tienes que levantarte, quitarte el polvo del eufemismo, sacudirte la hipérbole y volverte a subir.
Normalmente, eso es lo que hago.

Sin embargo, en la vida de toda persona (al menos de toda persona no terriblemente fea) existen ciertas relaciones que al terminar dejan heridas más profundas que otras.

Yo, en particular, tuve una relación que me marcó muy profundamente y de la cual me costó muchísimo trabajo levantarme cuando todo terminó.
Es la típica historia trágica que todo hombre tiene y de la cual gusta compartir después de unos cuantos tragos grupales, para después todos gritar "¡pinches viejas!" al unísono.

Sea como sea, después de un periodo particularmente largo de sacudidas de polvo hiperbólico, por fin logré recuperar el control de mi vida.
Me tomó un buen rato, pero eventualmente todo terminó mejor de lo esperado.

De todos modos, yo decidí que como esa relación terminó particularmente mal, lo mejor sería guardar distancia total, y así se hizo.

Sin embargo, el día de hoy, una foto suya apareció en mi Facebook (por azares del destino y por culpa de amigas que no sabía que la conocían) y pues... está GORDA.

No sé si fue decepcionante o divertido.
En cierta forma se siente feo verla toda acabada y gorda, porque pues fue una persona que significó mucho en mi vida, y no le deseo ningún mal.
Pero por otro lado, fue como un "¡Ja, está gorda, a huevo, eso le pasa por lastimarme!"

Mñeh, mi cerebro funciona en formas misteriosas.
Creo que el punto de todo esto era decir que a veces encontrarte con capítulos cerrados de tu vida hace que regreses un par de páginas para tratar de re-leer las cosas que ya habías leído, y entonces te encuentras con que el capítulo tiene muchos más párrafos de los que recordabas.

Y el otro punto de todo esto era demostrarles a ustedes, lectores imaginarios, que soy capaz de hacer metáforas de gordas hasta con referencias literarias.

That's just how I roll, bitches.