miércoles, 29 de diciembre de 2010

Invasiones alienígenas

Como ya he explicado un par de veces, odio estar rodeado por gente de hueva.
No hay nada más aburrido que estar varado en medio de un mar de estupidez, superficialidad, y pláticas sobre antros y ropa de marca.

Lamentablemente, el otro día la vida me colocó en la precaria situación de estar precisamente así: atrapado entre gente tremendamente no-interesante.

Como suelo hacer en esas situaciones (con el propósito de llevar una convivencia menos hostil y más sensual), apagué las funciones cognitivas de mi cerebro, y entré en lo que me gusta llamar "modo protector de pantalla".

En el modo protector de pantalla, puedo mantener conversaciones simples y parecer medianamente interesado en lo que pasa a mi alrededor, pero sin gastar neuronas, matar sinapsis, o hacer corajes.
Es sumamente útil.

Alguien me decía algo acerca del precio de unos zapatos, y yo asentía sonriendo; pero mi cerebro estaba teniendo una conversación más interesante consigo mismo.
Y es que la verdad, me caigo a toda madre.

Y fue en ese momento en el que me puse a pensar en invasiones alienígenas.
Un par de días antes habían pasado "Independence day" en la tele, así que el tema estaba fresco en mi memoria.

Una niña fresa me hablaba de lo complicado que era combinar la ropa, pero mi cerebro estaba pensando en lo absurdo del final de la película.

Y es que seriously, ¿terminar una invasión masiva con un estúpido virus de computadora?
¿Una civilización tan avanzada que logró darle en la madre a toda la Tierra, y un tipo nerd con lentes puede joderlos con un programita chafa de computadora noventera?
Fuck me in the ass and call me Jaime Maussán, I don't buy it.

Siendo realistas, a pesar de todo lo que nos han hecho creer películas como "Signs", "The War Of The Worlds", "Independence day" y "La pasión de Cristo"; la humanidad NO tiene ninguna posibilidad de ganarle a una especie de aliens que llegue al planeta Tierra con la única intención de conquistarlo.

Pensémos:
Años y años de investigación, y billones y billones de dólares gastados en tecnología espacial, ¿y qué tenemos?
Un par de ridículos viajes a la Luna para poner banderitas y jugar golf.

¿Acaso hemos llegado siquiera a Marte, el planeta más cercano a la tierra?
Hell motherfucking no.

La idea de viajar cientos de miles de años luz a planetas más distantes, está a... pues... cientos de miles de años luz de realizarse. Eso es sin contar los cientos de miles de años luz del viaje.
Y sí, yo sé que es una medida de distancia y no de tiempo, pero miren cuánto me importa.

Mientras tanto, estos aliens lograron encontrar la forma de viajar cientos de miles de millones de kilómetros, sometidos a toda clase de difíciles condiciones espaciales (que asumo constan de mucho aburrimiento), con el puro propósito de venir y darnos en la madre.
Evidentemente, su tecnología es infinidad de veces superior a la nuestra.

Admito que es emocionante pensar en el prospecto de ver a todas las naciones del globo unidas para defender a nuestra especie, y que las diferencias humanas queden olvidadas a favor de un bien común; pero seamos sinceros: por muchos jets gringos, alemanes y franceses que podamos juntar, ¿realmente vamos a poder ganarle a los über láseres alienígenas?
Por. Supuesto. Que. No.

Al diablo, si quieren conquistar nuestro planeta, en menos de 24 horas estaremos muertos.

No sé ustedes, pero yo prefiero morir cómodo y calientito en mi casa, viendo episodios viejos de los Simpson, en lugar de unirme a la inútil resistencia humana que perecerá en forma dolorosa.

Es más, si se pudiera, me pasaría del lado de los aliens en este mismo momento.
Mi lealtad por esta especie es igual de fuerte que mi patriotismo y respeto por la bandera.
(Nula, en caso de que no sean muy deductivos)


Mientras pensaba todo esto, mi cara debe de haber empezado a mostrar un poco de odio y desdén a la humanidad, porque la chica hueca que estaba hablando de zapatos me dijo de repente:
"¿Qué?, ¿no te gustan los zapatos de marca?"

Saliendo de mi protector de pantalla, recordé la situación en la que me encontraba, y dije:
"No, no, perdón, estaba pensando en lo mucho que los amo, y lo interesante que es esto, sigue por favor"
Ella siguió.

Fue entonces cuando me puse a pensar en "Die Hard"...

sábado, 25 de diciembre de 2010

Cold turkey

Wonsaponatime there was a working class hero who wanted to give power to the people, so he asked us to imagine a world of peace, love, and truth; to give peace a chance.

Do you want to know a secret, from me to you?
All you need is love, so love me do.
And whether the music was acoustic or Rock 'N' Roll, he walked the long and winding road to leave her out his rubber soul.

With his old brown shoe he broke walls and bridges down, made us come together, caused us all to twist and shout; he was the one to tell us what goes on: number nine, number nine, revolution.

He was a paperback writer, as well as penned and versed; his best known publication was a spaniard in the works, and in his own write, he would write and write and write, 'cause you should do whatever gets you thru the night.

Every man has a woman who loves him more than any other, but for this boy who'd compare her to John Lennon's mother, she's a woman named Yoko; she's something new, so hold on John, because she loves you.
This is real love, no more cover versions, their love was just like starting over two virgins; he was happier than anybody had ever seen, but the boys at Abbey Road didn't want to let it be.

He went to live in New York City but he lived on borrowed time, living life with the lions he was shot by a jealous guy with a revolver, but don't ask me why life is little more than hello goodbye...

My, what a souvenir of their visit to America: now he's going to Strawberry Fields forever.
Hardly instant karma, but calm your nerves, 'cause this beautiful boy is now as free as a bird...



Happy Xmas
(War is over)

jueves, 23 de diciembre de 2010

2010

Si mal no recuerdo, hace un año yo estaba sentado en esta misma silla, frente a mi antigua computadora, escribiendo un post acerca de todo lo que me pasó en el 2009.
Un recuento de los daños, como me decía un amigo mío.

Por mucho el peor año de mi vida.
El 2009 apestó en formas épicas, bíblicas, y esdrújulas.

Cansado, jodido, con el corazón roto, con una enorme incertidumbre en mi vida, y con muchísima tristeza guardada; despedía el año.
Lo único que pasaba por mi mente mientras escribía ese post, era lo mucho que deseaba que el 2010 fuera un mejor año.

Y lo fue.

A pesar de ciertos altibajos y de que ciertas incertidumbres continuaron apareciendo en mi vida durante la primera mitad del año; el día de hoy puedo sentarme en mi misma silla de siempre, y decir con toda seguridad que el 2010 pasará a mi historia personal como un excelente año.

Ahora, en los últimos días de este ciclo calendárico, puedo decir que soy feliz. Mucho muy feliz.

No voy a hacer un recuento completo de daños porque ya no me siento realmente dañado; pero sí voy a despedirme del 2010 con muchísimo cariño.

Ojalá el 2011 sea igual de bueno o mejor.

Feliz navidad y año nuevo para todos ustedes, lectores imaginarios.
May the force be with you.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Buenas noches

Miras a tu alrededor, asustado; no puedes creer que esto esté pasando...

El olor de la tristeza se respira en el aire.
Curioso... nunca pensaste que algún día podrías decir que sabes exáctamente a qué huele la tristeza, pero ahora lo sabes.

Das unos cuantos pasos, mirando siempre alrededor: el cuarto está lleno de personas, pero nadie dice nada.
De vez en cuando se escucha un suspiro, o el sonido de alguien jadeando repentinamente; tratando de encontrar el aire que perdieron de repente.

Tratas de ver sus caras, pero algo te lo impide: es como si todos trajeran un velo delante de su rostro.
Te acercas a ellos, uno por uno, y los miras de cerca: las lágrimas les resbalan por las mejillas.
¿Quiénes son esas personas?, ¿por qué te parecen tan familiares?

Intentas decir algo, pero la voz no te sale.
Te llevas las manos a la garganta y abres la boca: por más que te esfuerzas en hablar, ningún sonido sale de ti.

Empiezas a desesperarte, sabes que algo está mal.

Te acercas a la primera persona que puedes, y pones tu mano en su hombro. Por alguna razón, no levanta la mirada.
La agitas suavemente tratando de no perturbarla, porque sabes que tanta tristeza no debe de ser arrancada tan de golpe.
Por alguna razón, no levanta la mirada.

Repites el proceso con todas y cada una de las caras curiosamente familiares en la habitación, pero nadie te hace caso.

Es entonces cuando la ves:
Una enorme caja de madera colocada en el centro de todo.

En un instante, tus manos se ponen heladas, y las piernas te empiezan a temblar.
Cierras los ojos con fuerza, esperando que cuando los abras, la caja haya desaparecido.
Lentamente, separas tus párpados: la caja sigue ahí, imponente y brillante; llamándote.

Das un paso hacia ella, y luego otro.
Cada vez que tus pies se posan en el suelo, sientes que tu mundo se hunde más y más.

Sabes perféctamente lo que hay dentro de esa caja oscura, pero te niegas a creer que pueda ser cierto.
Estás cerca. Más cerca. Más.

Estiras tu brazo, y rozas la madera con la punta de tus dedos.
Con toda la fuerza de voluntad que logras reunir, das el último paso y te asomas dentro de la caja.

Acostada ahí, con las manos sobre el pecho y las mejillas sorprendentemente pálidas, está una figura idéntica a ti.
Idéntica a ti, pero con una enorme diferencia: tiene los ojos cerrados. Eternamente cerrados.

En donde alguna vez sentiste tu corazón, ahora sólo notas un enorme hueco.

Lentamente, sonríes.
Sonríes, pero las lágrimas resbalan por tu cara.
Miras a tu alrededor, asustado; no puedes creer que esto esté pasando...

Dándole la espalda a la caja, te alejas y vuelves a caminar por la habitación.
De pronto, comprendes por qué todas las caras que están en ella te parecieron tan familiares.

Los rostros empiezan a cobrar forma mientras los recorres con la mirada:
Tu familia, tus amigos, tus conocidos, personas que ni siquiera esperabas que estuvieran ahí.
Todos y cada uno de ellos, con la mirada baja y triste. Nadie se atreve a decir nada.

Te acercas a ellos y tratas de consolarlos, de decirles que todo está bien; pero la voz sigue sin salirte.
Respiras profundamente, y vuelves a percibir el olor a tristeza.

Caminas hacia tus padres, y los ves llorando.

"¡No, esto no está bien!, ¡no lloren! Odio que lloren..."
Por primera vez en no recuerdas cuánto tiempo, escuchas tu propia voz.
Nadie además de ti parece escucharla.

Caes al suelo, llorando como nunca lo habías hecho.
No quisieras que te recordaran así... no quisieras que te recordaran con tristeza.
"¡Sonrían, sonrían por favor!", les gritas.

Tu vida fue buena, ¿por qué habrían de estar tristes?
Siempre trataste de que tus seres queridos estuvieran felices cuando estuvieran cerca de ti, y te duele en lo más profundo del alma que ahora todos estén llorando.

"No... no quiero que me recuerden con tristeza... por favor...", le suplicas en voz baja a nadie en particular.
Te levantas, sintiéndote terriblemente culpable.

Alzas la mirada y la ves: la persona a la que amabas está parada junto a la caja.
Te acercas lenta y pesadamente, con todo el dolor del mundo apretándote el corazón.

Cuando ya estás cerca, te das cuenta de que tiene algo en las manos.
"Pan de plátano... tu favorito", la escuchas decir con una voz débil y quebrada.
Tiernamente, pone el pequeño cuadro envuelto con papel aluminio dentro de la caja, junto a tus pies.

"Te voy a extrañar...", te dice.
Antes de irse, la ves tratar de sonreir.

Tu mirada empieza a recorrer el inmóvil cuerpo acostado frente a ti: cientos y cientos de recuerdos inundan tu cabeza.
Es justo entonces cuando por fin te das cuenta de las cosas.

Es el fin. Éste es el fin.

Tus ojos se detienen cuando pasan por las manos de la figura inmóvil: hay una foto entre sus dedos.
La tomas con mucho cuidado.

Ahí estás tú, sonriendo.
Ves a tus padres, y ves su mirada de alegría.
Ves a tu hermana, abrazándote.

De pronto te das cuenta de que quisieras haberla abrazado más seguido, aunque nadie les estuviera tomando una foto.

Volteas la foto, y descubres un pequeño mensaje escrito a mano.
"Buenas noches, hijo"

Con cuidado, vuelves a poner la foto entre las manos del cuerpo de los ojos eternamente cerrados.

"Ya es hora", escuchas una voz detrás de ti.
Entre toda la gente de la habitación, ves a alguien que no estaba ahí hace unos minutos.
Siempre supiste que algún día la ibas a volver a ver.

"Ya es hora, ¿sabes?", te repite.
Asientes con la cabeza, y una última lágrima te resbala por la mejilla.

"Es hora de regresar a casa...", te dice una vez más, mientras te extiende su mano.
La tomas, y la aprietas fuerte.
Lentamente, empiezas a caminar hacia la puerta.

Justo antes de salir, volteas y recorres el cuarto con la mirada por última vez.
"Buenas noches...", dices con voz inaudible.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Malos entendidos

Hace un par de días, fui al mercado de San Juan.
En caso de que ustedes no sepan (y la verdad, no tendrían por qué hacerlo si viven fuera del DF), el mercado de San Juan es una chulada.

Es de los pocos lugares de la ciudad donde puedes encontrar comida realmente rara.
Carne de cocodrilo, de búfalo, frutas que casi nunca se ven, pavos mutantes de como 25 kilos, toda clase de dulces, etcétera.

El motivo de mi repentina visita, fue que en vista de que ya va a ser Navidad, yo le pedí a Santa Claus una deliciosa tabla de quesos como regalo.
Being the lazy fat fuck that he is, Santa no me iba a traer nada.
Lo aprendí después de años y años de pedirle un pony y recibir sólo decepciones.

Fue por eso que decidí que la responsabilidad de la obtención de la deliciosa tabla de quesos recaería únicamente en mis sensuales hombros.

Después de preguntar un poco, me dijeron que si realmente quería quesos buenos, el mercado de San Juan era básicamente la única opción.
So, I went.

Fuck, pero cuántos quesos hay en el mundo, carajo.
Después de quedarme un buen rato platicando con el señor que atendía el negocio vendequesos, y de enterarme de su vida, de su historia, y de su tienda; empezó a aconsejarme qué quesos comprar.
Y me acabo de dar cuenta de que mi última frase sonó igual que un pésimo anuncio que existe allá afuera.

La ventaja de ser amable con la gente que vende quesos estúpidamente caros, es que si logras hacerte su amigo, te van a dar a probar de todos los quesos que quieras.
Oh, muestras gratis de quesos de 1500 pesos el kilo, las amo.

En fin, para no hacer el cuento largo ni seguir repitiendo la palabra "queso" más veces; el caso es que salí del mercado de San Juan con 6 de los mejores quesos que el dinero puede comprar.
También salí sin nada de dinero con cual comprar los mejores quesos, por cierto.

Caminé un par de cuadras, hasta el lugar donde tenía que tomar el camión que me dejaría cerca de mi casa.

Mientras esperaba el pesero, me di cuenta de que junto a mí había una pequeña tienda de libros usados.
Con un poco de tiempo qué matar, entré.

Frente a mí, se encontraban muchos de los libros más piteros que haya tenido la desgracia de ver.
Títulos como "Las maravillas de la orinoterapia", "La magia de la cebolla", "Cómo tirar la baraja española" y otros muchos, desfilaban delante de mis desgarradores ojos verdes.

Paseando mi mirada de libro en libro, uno llamó mi atención:
"Cómo hacer feliz a un hombre en la cama"

Levanté mi ceja en forma inquisitiva, y pensé: "Caray, qué estupidez, como si fuera tan difícil hacernos felices en la cama..."

Me acerqué al libro, mientras mi mente seguía debrayando: "Sólo hay que hacer que terminemos y estaremos terriblemente felices"

Tomé el libro y miré la contraportada, pero seguía pensando: "Y no es como si un handjob fuera tan difícil, después de todo. Arriba y abajo, como agitando un Boing, that's it"

Mis ojos pasaban por el texto de la contraportada, aunque no le estaba poniendo atención, porque mi mente seguía en su propio mundo.
"Las mujeres son las complicadas: cada una tiene como que su propio método. No podrían publicar un libro porque sería todo inútil..."

En ese momento, levanté la vista.
Mi primo estaba viéndome con cara de asco.
Él había ido al mercado de San Juan a comprar unas cosas, y curiosamente, coincidimos.

Fue entonces cuando noté que yo seguía teniendo el libro de "Cómo hacer feliz a un hombre en la cama" en mis manos.
Oh shit.

Aventé el libro bruscamente, pero mi primo me seguía viendo.
Sabiendo que tenía que decir algo antes de que una conversación terriblemente incómoda comenzara; abrí mi boca y dije lo primero que se me ocurrió:
"Cómo amo a las mujeres. Las amo a todas y definitivamente no soy gay"

Mi primo me miró con sospecha, como si no me creyera.
Parpadée un par de veces, y salí rápido de la tienda, por la puerta convenientemente colocada justo delante de mí.

Di un par de pasos hacia los puestos de piratería que había afuera de la librería y me metí al primero que encontré, tratando de escapar con dignidad, haciendo como que estaba muy interesado en lo que fuera que vendieran.

Nunca sabré cuáles eran las posibilidades de que ese puesto haya sido uno de películas pornográficas gay, pero algo me queda muy claro:
El destino es un enorme hijo de puta.

martes, 14 de diciembre de 2010

Navidades y eso

Con sólo una simple mirada a nuestros alrededores podemos saber que la navidad ya está encima de nosotros.
Bueno, tal vez todavía no, pero al menos ya está quitándose sus navideños pantalones y montándonos sensualmente.

Llámenme infantil e inmaduro si quieren, pero la verdad es que por alguna razón, estoy bastante emocionado.
Este año, la navidad me hace feliz.

Cuando salgo y paso junto a casas con adornos navideños, no puedo evitar sonreír.
Cuando veo un árbol de navidad, me dan unas repentinas ganas de ponerme a cantar villancicos.
Cuando veo un indigente en la calle, en vez de darle dinero, le deseo feliz navidad.
Cuando alguien me pide su calaverita, le recuerdo que ya estamos en diciembre.
Cuando veo un pinche chino culero, le digo pinche chino culero.

Navidad está en el aire.

El único problema, es que mi familia es lo más grinch que existe en este planeta, y se niegan a celebrar las fiestas.

Por más entusiasmo que muestro, mi familia cree fervientemente en que su deber máximo es matar mi espíritu navideño.

Mi hermana, por ejemplo, es lo más amargado que conozco, y decidió que como es toda emo y depresiva, la navidad debe morir.
Su misión es hacer que ni siquiera recordemos que estamos celebrando el cumpleaños de san José, y que el 25 de diciembre pase como un día cualquiera.
Cualquier ápice de felicidad humana va en contra de su filosofía.
Christmas must die.

Mi madre se niega a celebrar, porque eso implicaría que tiene que poner el arbolito y decorar la casa; y como le da muchísima flojera meterse al cuarto de trebejos a buscar los arreglos navideños, está buscando cualquier pretexto para esquivar los holidays.
Por más que le insisto en que yo le ayudo a poner el árbol, se niega a creerme.
En su defensa, siempre prometo ayudarla y nunca lo hago, así que yo tampoco me creería si fuera ella.

Mi padre, el italiano, es el que más se acerca a tener espíritu navideño en toda la casa.
Está todo feliz y sonriente, pero como se la pasa trabajando, no tiene tiempo de apoyarme en mi búsqueda de una feliz navidad y un próspero año nuevo.

Sólo quedo yo, pero como soy el hijo menor, mi opinión es ignorada. Como siempre.

En el hogar Petrelli se decretó que la navidad no será celebrada.
It fucking sucks.

En una muestra de milagro navideño; justo cuando había perdido toda esperanza de que Santa Claus bajara por nuestra chimenea, algo pasó:

Mientras me quejaba de la falta de espíritu festivo, Cookie me dijo que si era tan importante para mí, ella me ayudaba a decorar mi cuarto para que se volviera el más navideño en la historia de los cuartos navideños.
Lo curioso es que ella también odia la navidad, así que esto fue un acto extraño de su parte.
She's the best, she really is.

Y es por eso, lectores imaginarios, que una vez más estoy emocionado.
Mi cuarto va a exhumar navidad por cada unos de sus poros de concreto.

Pero va a ser MI navidad, y no se la voy a compartir a nadie de la familia Petrelli.
A fin de cuentas, ése es el verdadero significado de estas fiestas, ¿no?
Egoismo, envidia, y regalos bonitos.

Feliz navidad adelantada para todos.
And to all, a good night.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Malinchismo

Estaba yo tranquilamente escuchando música, minding my own business, cuando una amiga me quitó mis audífonos y se los puso.
Acto seguido, me pidió que le pasara mi iPhone, porque no le gustaba la canción que estaba puesta, y quería poner otra.

Después de darle next a unas cuantas canciones, mi amiga se quitó los audífonos, me miró fijamente y me pregunto: "¿no tienes nada como de... rock en español?"

En ese momento le arrebaté mi iPhone, la miré con odio, y le dije "por política de la empresa, me niego a poner mierda en mis playlists"

"Malinchista asqueroso", me dijo ella.


¿En qué momento el saber de música de empezó a confundir con malinchismo?
El rock en español (y en especial el rock mexicano) es una enorme basura, y debería de ser vetado de todos los lugares donde pueda difundirse y hacerle pensar a la gente que grupos como Zoé tienen algún tipo de talento y relevancia.

Permítanme ilustrar mi punto:

Ejemplos de música gringa:

Beach Boys
Buddy Holly
Bob Dylan
Jimi Hendrix
The Doors
Janis Joplin
Aerosmith
Van Halen
The Stooges
Lynyrd Skynyrd
ZZ Top
The Eagles
Creedence Clearwater Revival
Tom Petty
Pantera
Run DMC
Michael Jackson
Guns N Roses
Red Hot Chili Peppers
Nine Inch Nails
Weezer
Nirvana
Pearl Jam
Soundgarden
Foo Fighters
Modest Mouse
Pomplamoose

Ejemplos de música inglesa:

The Beatles
The Rolling Stones
The Who
Led Zeppelin
The Kinks
The Jam
Queen
David Bowie
Sex Pistols
The Verve
The Clash
Joy Division
The Yardbirds
The Cure
The Smiths
Elton John
The Stone Roses
Oasis
Pulp
Radiohead
The Libertines
The Fratellis

Ejemplos de música mexicana:

Ely Guerra
Café Tacvba
Maná
Zoé
Kinky
Jaguares
Julieta Venegas
Moderatto
Molotov


¿Entienden mi punto?
¿Por qué alguien querría escuchar rock mexicano?

¿Malinchista?
Tal vez.
¿Realista?
Totally.

martes, 7 de diciembre de 2010

El cuento más chistoso del mundo

Un hombre de cincuenta y tantos años llamado Juan, vive una vida normal, pero su situación económica no es la mejor: tiene que pagarle la universidad a su hija, y su hijo se está divorciando y está perdiendo su casa.
Además, Juan acaba de perder a su esposa, la cual luchó una larga lucha contra el cáncer; y para acabar de joder las cosas, el hijo menor de la pareja acaba de suicidarse, porque llevaba una vida de adicciones y al final no pudo salir de ellas.

Hace un par de meses, despidieron a Juan de su trabajo, y ahora tiene que trabajar como conductor del metro.
Juan trabaja dobles turnos, y ha tenido que vender casi todas sus posesiones materiales para salir a flote.
Lo único que Juan quiere es poder ayudar a lo que le queda de familia, y verlos salir adelante antes de partir de esta miserable vida que el destino le puso en frente; sin embargo, las largas horas de trabajo pronto empiezan a afectar a Juan: no duerme ni come bien, y cada vez se ve más exhausto.

Eventualmente, Juan no puede más y sucumbe ante el cansancio: se queda dormido unos segundos mientras maneja el metro, y se estrella contra otro tren.

Milagrosamente, Juan sobrevive, pero su descuido le cuesta la vida a ciento sesenta y cuatro pasajeros, además de dejar en estado de coma a 4 niños que estaban sentados en la parte de atrás del tren.
En cuanto Juan sale del hospital, descubre que la ciudad lo demandó, y le exige su renuncia.

Pasan unos cuantos meses, y la falta de trabajo y de dinero hace que la familia de Juan no pueda soportar más.
El hijo se suicida una semana después de haber sido acusado de golpear y violar a su ex-esposa, y la hija es hospitalizada después de haber colapsado de estrés. Horas más tarde, la darán de baja de la universidad por no haber podido cumplir con los pagos.
Furiosa y decepcionada, insulta a Juan, y promete dejar de hablarle para siempre, por no haber podido ayudarla a terminar su educación.

Desesperado por conseguir dinero, Juan se convierte en asaltante, pero en su primer asalto accidentalmente acuchilla y mata a su víctima.
Es encarcelado.

Juan sabe que no hay nada para él de ningún lado de los barrotes, así que empieza a investigar cómo puede terminarlo todo.

Después de varias semanas de fingir tendencias homicidas y psicosis extrema, el estado decide que lo mejor es ejecutar a Juan antes de que haga más daño.

Lo sentencian a la silla eléctrica.
Esto es lo que Juan estaba esperando: un final para esta horrible decepción llamada vida.

Cuando se acerca el tiempo de morir, Juan pide pollo al limón como su última cena, esperando que al menos le sepa parecido al que le hacía su esposa en tiempos más felices.
No sabe igual; es insípido y triste.
Juan llora al darse cuenta de que hasta en sus últimos momentos todo lo que le rodea es decepción y fracaso.

Al otro día, llevan a Juan a la silla eléctrica, lo sientan y lo amarran.
En lo único en que puede pensar Juan, es en el pedazo de pollo que tiene atorado en la muela; una muela cariada y podrida, después de muchos años de descuido.
De repente tiene sed, y recuerda que nunca se terminó lo que fue su último vaso de agua.

Mientras un cura le lee sus últimas plegarias, Juan se suelta a llorar desconsoladamente:
Llora por su familia, a la cual nunca pudo cuidar y proteger como hubiera querido.
Llora por su esposa, la cual nunca llevó la vida que merecía.
Llora por sus hijos muertos, y espera que cuando se los encuentre del otro lado, lo hayan perdonado por todo lo que hizo.
Llora por toda la gente inocente que murió por culpa del par de segundos en los que se quedó dormido detrás del volante del metro.

De repente, Juan recuerda su infancia, esos años felices en los que él corría descalzo en el jardín, y su madre lo llamaba sonriente.

"¿Algunas últimas palabras?"
Una voz lo trae de regreso a la realidad, y se da cuenta de que el verdugo está a punto de bajar la palanca que lo electrocutará.

Juan lo mira fijamente, y después alza su mirada y se le queda viendo al único foco que hay en la habitación, iluminándolo todo como un halo divino que juzga todo lo que fue su vida.

"No", dice Juan, sorprendido por el sonido de su propia voz. Es débil y triste: como el sonido de un papel viejo que es tirado a la calle.

Un ruido sordo se escucha cuando el verdugo baja la palanca.

Juan empieza a convulsionarse, sintiendo toda la electricidad fluir por su cuerpo.
Sus brazos y piernas se contraen, y su mueca refleja el dolor más extremo que alguien puede sentir.
Aprieta sus ojos mientras siente unas lágrimas resbalarle por el rostro, dirigiéndose hacia su boca.
Su última sensación será el sabor de su propia cobardía.

Se hace un silencio que parece resonar por toda una eternidad.

Es entonces cuando Juan se da cuenta de que no ha muerto, a pesar de toda la electricidad que pasó por su cuerpo.
Era un mal conductor.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Decepcionante

Yo sé que todo el tiempo lo digo, y también sé que he estado consciente de ello durante la mayor parte de mi vida; pero tengo que decirlo de nuevo:
La gente es sumamente idiota.

No sé qué esté pasando últimamente, pero por alguna razón, recientemente me he ido decepcionando más y más de la enorme mayoría de la humanidad.
En serio, es como si se esforzaran en encontrar nuevas formas de ser imbéciles.
Cada. Vez. Más. Imbéciles.

Tal vez sea que las redes sociales le han dado a la gente la oportunidad de hacer más evidente la imbecilidad que siempre han tenido latente; pero sea como sea, es sumamente triste darse cuenta de la poquísima capacidad de sinapsis que existe en sus pequeños y tristes cerebritos.

Abrir Facebook y encontrarte con millones de faltas de ortografía (ortografía básica, además) es algo que provoca decepción y tristeza.
¿Por qué alguien dejaría que su nombre estuviera relacionado con faltas ortográficas que cualquier niño de primaria podría detectar?
¿Se han dado cuenta de eso, estúpidas personas?
¿Sabían que junto a sus mensajitos ridículos y mal escritos, está su nombre?

He pensado seriamente en cerrar mi cuenta de Facebook sólo para evitar tener que sentir cierto golpe en el estómago cada vez que me doy cuenta de que gente cercana a mí es igual de idiota que la mayoría de la humanidad.
Bueno, supongo que es lógico... después de todo, no sería la mayoría si hubieran muchas excepciones.

Y después, tenemos Twitter.
La gente sigue asumiendo que su vida es interesante, y que nos interesa saber cada detalle de su ridícula rutina. Asumen que al informarnos que están en un café o que van a entrar al cine; llenan un vacío de información que nos tenía mordiéndonos las uñas.
Then again, no se puede esperar más de la gente.

Pero Twitter está trayendo consigo un fenómeno que nunca antes había existido:
Humanizar a las celebridades.

Antes, los famosos, los rockeros, los actores, etcétera; estaban en un plano inalcanzable para el común de las personas.
Eran seres misteriosos, y sólo podíamos asumir lo interesantes que eran.
Ahora, como cualquiera puede seguirlos en Twitter, cualquiera puede darse cuenta de que escriben la misma clase de estupideces que el resto del mundo.
Y con las mismas pendejas faltas de ortografía.

Las celebridades han perdido el aire de misticismo para pasar a ser parte de la enorme parte de la humanidad que comparte ese ligero retraso mental.

En serio, es como si no existieran suficientes formas de probarle al mundo lo idiotas que son, y entonces tuvieran que buscar NUEVAS formas de mostrarnos a todos que deberíamos de darles un trofeo por haber aprendido a amarrarse las agujetas.

Hitler no estaba tan equivocado con lo del genocidio masivo... simplemente apuntó bajo.
No hay que matar a los judíos nada más: hay que acabar con toda la humanidad.

martes, 30 de noviembre de 2010

Molestias de la vida cotidiana

¿Han notado cómo las personas suelen tener una forma muy característica de caminar?
Es curioso notar como hasta en los detallitos más insignificantes, se puede reconocer a una persona.

Yo, por ejemplo, normalmente camino con una mano en la bolsa, porque nunca he sabido cómo demonios evitar que mis brazos se agiten exageradamente. Creo que simplemente tienen vida propia.

Otra característica que define mi maneta de caminar, es que suelo ir rápido.
Se aplican restricciones, claro.

Usualmente, cuando tengo un destino en particular, camino bastante rápido, porque en mi casa siempre nos enseñaron a ser absurdamente puntuales.
La molestia de ser puntual en un país en el que la puntualidad es virtualmente inexistente es tema de otro post; pero créanme, es molesto.

En fin.
El punto es que caminar a una velocidad decente sólo me ha provocado darme cuenta de algo tremendamente rompebolas: la gente suele caminar estúpidamente lento.

Si ustedes han tenido que viajar en metro, o si alguna vez han caminado en la calle, no me dejarán mentir: la gente no sabe caminar.

No sólo caminan lentísimo, sino que se ponen a medio pasillo para estorbarle a todo el mundo.
Diría que lo hacen a propósito, pero la verdad es que probablemente son tan estúpidos que no se dan cuenta.

Todavía si estuvieran menos gordos, igual y podrías rodearlos; pero normalmente son gordos y apestosos, así que tienes que quedarte caminando atrás de ellos, tratando de encontrar una forma de rebasarlos.

Y cuando no son gordos, son señoras con carreolas, que estorban el triple.
Si quieren tener hijos y perpetuar su fealdad, adelante; pero háganos un favor al resto del mundo: no saquen a pasear a su horrible descendencia.
Debería de ser ilegal sacar a la calle a niños menores de 7 años.

Es sumamente desesperante tener prisa, y no poder avanzar por culpa de la típica gorda pendeja que va modorrosamente por el mundo, pensando que no existe nadie más allá afuera.
Aunque probablemente sea bueno, porque si supieran que habemos más personas, tal vez querrían comernos.
Cada vez que las veo caminar, prácticamente escucho la música de Hitchcock en el fondo.

¿Saben qué es lo que no entiendo?
La forma en la que se indignan cuando les preguntas si de casualidad no quieren caminar más lento y estorbar más.

El otro día me encontré a una gorda parada a la mitad de un pasillo del metro, justo en la hora en que había más gente.
La tipa estaba parada ahí, como idiota, checando algo en su bolsa.
Evidentemente, le estorbaba a medio mundo.

Cuando pasé junto a ella, le dije "oiga, ¿no le gustaría ir a pararse justo frente a la taquilla? digo, seguro ahí podría estorbar todavía más"
La gorda tuvo el descaro de indignarse y amenazarme con llamar a la policía. O bueno, a los ridículos policías del metro.

Cuando le hice notar que para hacer eso tendría que moverse y dejar de estorbarle a todos, nada más me enseñó uno de sus dedos, y después se fue.

Pero hey, al menos logré que se moviera.

Soy lo máximo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Una vez más, a nadie le importa

Originalmente, el post del día de hoy iba a ser sobre las diferentes etapas por las que pasa la gente cuando le rompen el corazón.
Sin embargo, desde hace un par de semanas, mi inbox ha sido invadido por un tipo de mails muy particular, y como hoy me llegó uno más, decidí escribir sobre eso.

Si ustedes viven en México, entonces estarán enterados de que en unos cuantos días (o semanas, no lo sé), se llevará a cabo el ya tradicional Teletón.

Para los que no vivan en México, permítanme explicarles:
El Teletón es un evento anual en el que la tele abierta se vuelve aún más pendeja que de costumbre, y cancela su pésima programación usual para dar lugar a un show que dura como 2 ó 3 días, en el que un montón de pseudo-artistas y pseudo-presentadores chillan y lloran para rogarle a la gente que donen dinero para niños tarados.

Aparentemente los niños tarados necesitan dinero para... no sé, algo. Centros de rehabilitación, juegos mecánicos, bebidas alcoholicas; no sé, y no me importa.

El caso es que durante los meses previos al Teletón, toda la tele se llena de anuncios que tratan de apelar a la sensibilidad y a la culpa; y las calles se llenan de gente pidiéndote dinero para el evento pitero.
Es absurdamente molesto.

Pues bien, regresando:

Mi inbox se ha visto invadido por muchos mails referentes al Teletón.
Algunos de ellos tratan de explicarme que todo es una estafa para que las televisoras y las grandes compañías puedan deducir impuestos, y me piden que no done dinero porque sólo estaré ayudando a perpetuar el robo.
Otros mails me dicen que los niños tarados en realidad sí necesitan mi ayuda, y como el gobierno del país es tan pitero que no les ofrece atención médica, el Teletón es el único medio que tienen para llegar a... ser menos tarados, o lo que sea.

Diversos y variados mails me han llegado, todos tratando de exhortarme a algún tipo de acción.

Y el día de hoy, me llegó uno más.
Esta vez, era una tipa quejándose de la gente que se queja del Teletón, y diciendo que ella dona cada año, no para deducir impuestos, sino porque aparentemente se moja cada vez que dona dinero, y se siente superior al resto de la gente porque, ¡qué diablos, ella dona 100 pesos al año, está revolucionando al país!
Uh huh, el mail empezó siendo un regaño para la gente que no ayuda y se queja, y terminó siendo un escrito masturbatorio explicándonos cómo ella sí es hija de Dios y está donando dinero porque es una excelente persona.

Evidentemente, esta mujer jamás ha escuchado que si ayudas a una buena causa, debes de hacerlo discretamente y por convicción, en lugar de hacerlo para presumir que tú sí donas dinero y de esa forma pedir involutariamente la aprobación de las personas a las cuales realmente NO les importa un carajo lo que hagas o dejes de hacer con tu vida, con tu dinero, y con tu culo.

Verán, lectores imaginarios, aquí está el punto de todo el post:

Si tú crees que el Teletón es una estafa, no dones dinero. Realmente no me importa un carajo.
Si tú crees que el Teletón sí ayuda a la gente, entonces dona dinero. Realmente tampoco me importa un carajo.
Si vas a donar dinero, por favor no nos digas a todos que donaste dinero, porque sólo terminas sonando como un hipster pendejo, pretencioso, e inseguro. Realmente no me importa un carajo si donaste o no.

Sea cual sea la situación, escribir mails hablando acerca del Teletón sólo va a servir para llenar de basura la bandeja de entrada de las personas lo suficientemente desdichadas como para ser parte de tu lista de contactos.

Si es una estafa o no, es irrelevante: el caso es que existe y no va a dejar de existir; independientemente de que sea bueno o malo.

A. Nadie. Le. Importa. Su. Opinión. Moralista.
Dejen de tratar de decirnos cómo pensar, muchas gracias.

Atte:
El chico guapo que marca como correo no deseado todas y cada una de las pendejadas Teletonescas que le mandan.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Muchos problemas

El día de ayer estaba hablando con Rocketmail.
Normalmente nuestras pláticas están llenas de referencias musicales, comentarios Harry-Potterezcos, y demás ocio citadino al azar; pero esta vez fue diferente.

Rocketmail estaba quejándose conmigo.

Si en mi curriculum pudiera poner "Kleenex humano certificado", lo haría, porque la verdad es que una de mis mayores cualidades es mi capacidad para escuchar a los demás, volverme empático, y darles consejos útiles.
Soy todo un profesional, y además mi tarifa se mide en tazas de café. Es una ganga.

Rocketmail estaba contándome sus problemas de diversas índoles, y yo la escuchaba mientras ponía mi hermosa cara de alguien que es muy atento y escucha a los demás.
Fuck, pero qué guapo soy.

Evidentemente, como suele pasar con ese tipo de pláticas, terminamos hablando de asuntos amorosos.
No sé por qué, pero parece ser que una vez que la plática empieza a ponerse intensa, siempre termina siendo sobre asuntos amorosos.

Largo rato después, Rocketmail había terminado de contarme todo lo que me tenía que contar, y yo seguía siendo igual de desgarradoramente guapo que siempre.
Lamentablemente, la gripa me tenía tan jodido que no pude aconsejar a Rocketmail acerca de su situación, así que simplemente asentí y trate de ser comprensivo y lindo.

"En fin... te preguntaría cómo vas con tu novia, pero la verdad no estoy de humor para escuchar acerca de tu relación perfecta", me dijo Rocketmail.

Por alguna razón, me sentí ofendido por ese comentario.
¿Acaso ella pensaba que mi vida era perfecta?
¿Acaso esperaba que no me quejara de algo?
¿Acaso pensaba que podía ganarme?

Oh no, no señor. Nadie puede ganarme. Ni siquiera si se trata de una conversación acerca de quién es más miserable. Debo ganar, siempre.

"¡Hey, eso no es justo, mi novia y yo tenemos nuestros problemas!", le dije.
"¿Sí?, ¿como qué?, ¿ver quién empieza la guerra de cosquillas?"

Su comentario me dio risa, pero no iba a dejar que me ganara, así que pensé rápido y le respondí:

"Pues por ejemplo, hoy nos íbamos a ver, pero al final no pudo, porque tuvo que ir con su familia a algún lado"

Rocketmail se quedó callada. Su silencio, evidentemente significaba "no mames".

"Espera, espera, seguro tenemos algún problema más grave, déjame pensar...", le dije.
"Fuck you, me caes mal", me contestó ella.

Estuve a punto de abrir la boca para decirle otro de nuestros problemas, pero "voy a ir a comer a su casa y no sé si debo llevar una botella de vino blanco o tinto" no sonaba como un argumento convincente.

Bien jugado, Rocketmail, bien jugado.
Tú ganas esta vez.

Felicidades, tu vida apesta más que la mía.

viernes, 19 de noviembre de 2010

De suerte en el amor

Durante el transcurso de mi no-tan-larga vida, he llegado a darme cuenta de que los asuntos amorosos suelen ser los que más problemas le provocan a la gente.
Incluyéndome, por supuesto.

La televisión, las películas, los libros, y un sin fin de medios lavamentes, nos han grabado la idea de que las relaciones deben de ser color de rosa, llenas de flores y osos de peluche, besos bajo la luna, y demás cosas que, lamentablemente, no siempre pueden llevarse a la práctica.

En los cuentos de hadas, a pesar de que tal vez en algún momento de la historia hay corazones rotos, unas cuantas páginas después todo se arreglará solo:
El dragón será asesinado, la bruja perecerá aplastada bajo una casa que le tiró encima un tornado, y la bella muchacha se casará con el príncipe metrosexual.
Culpo a estos estúpidos relatos de que yo siempre espere un "felices para siempre" en todas mis relaciones.

Mientras tanto, en el mundo real, donde no existen grillos parlanchines ni los lobos feroces; las cosas son un poco más complicadas.

Cualquier persona que me conozca podrá decirles que mi suerte en el amor no ha sido especialmente buena.
Mis historias románticas han tenido desenlaces más bien tristes.

Jodidamente, los finales de mis relaciones suelen ser las cosas que más recuerdo.
Desde despedidas no-tan-malas junto a puertas de coches, hasta funerales tremendamente deprimentes: ustedes lo nombran, y probablemente yo lo haya vivido.

¿Cortar por MSN? Check.
¿Dramas en aeropuertos? Check.
¿Peleas ruidosas que incluyen quemaduras de cigarros? Check.
¿Break-ups estando en pelotas? Check
¿Citar a José José para explicar por qué las cosas deben terminar? Double check.

Por alguna razón, mi vida está más llena de drama adolescente que una temporada de Gossip Girl.

Cada vez que termino una relación, pasó enormes cantidades de tiempo meditando las cosas y tratando de descubrir qué pasó, en qué me equivoqué, y cómo podía haber evitado todo
.
En mi mente, justifico tanto pensamiento masoquista diciéndome que necesito averiguar todo esto para mejorar y crecer como persona, y que las mismas cosas no me vuelvan a pasar.

Después de varias semanas de revivir los conflictos y tratar de llegar a conclusiones, me da hueva seguir pensando en lo mismo, y termino concluyendo que todo fue culpa de la otra persona; y normalmente lo es.
Cuando no se mueren, deciden tirarse a las drogas, o irse a vivir al extranjero, o convertirse en personas deprimidas y bipolares.
Siendo sinceros, tengo la tendencia a andar con mujeres muy locas.

La verdad es que la razón por la que mis cuentos no terminan con un "felices por siempre", es que yo insisto en ignorar a la princesa para empezar a andar con la bruja.

Ya me cansé de escribir cuentos de hadas.
Ahora quiero escribir un cuento de ángeles. De ángeles y galletas.

Total, las hadas ni siquiera existen.


Este post sin sentido fue traído hasta ustedes cortesía de las alucinaciones causadas por antigripales.
Te odio, gripa.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Trolleando status culturosos

Y como algunas personas no saben cómo agrandar la imagen, he aquí las instrucciones:
1. Dar clic a la imagen.

domingo, 14 de noviembre de 2010

8 cosas que preferiría escuchar antes que a Justin Bieber

1. Bebés feos chillando a todo pulmón.
2. Discursos políticos del PRD.
3. Poesía hipster en algún local pretencioso de la Condesa.
4. Una conferencia de la importancia de la trigonometría avanzada en nuestra vida cotidiana
5. Alguna gorda explicándome lo maravilloso que es PETA.
6. Conversaciones sobre la liga de futbol mexicano.
7. A la señorita de Telcel diciéndome que el número que yo marqué no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio.
8. Trova.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Carta abierta al policía gordo del metro de por mi casa

Estimado servidor público:

Antes que nada, permítame agradecerle por hacer tan magnífico trabajo.
Sin usted, la sociedad como la conocemos se derrumbaría en cuestión de horas.
Es usted el pegamento que mantiene unido al país.

Su forma de quedarse parado junto a los torniquetes del metro mientras hace absolutamente nada, es un ejemplo a seguir para todos nosotros: las personas honestas y trabajadoras que lo único que queremos es llegar a nuestro destino en forma rápida y eficiente.

La manera en la que no le abre la pequeña puerta de metal a los ciudadanos con credencial del INSEN es maravillosa, y la forma en la que insiste en que pasen por los torniquetes es una muestra de que usted nos trata a todos sin hacer distinción y cree en un mundo lleno de igualdad.
Cierto, los deja pasar gratis con su credencial de súperpolicía fantástico, lo cual demuestra su preocupación por los ancianos; pero a veces me pregunto si no sería más fácil que les abriera la puerta de ingreso rápido para evitar que se tardaran horas en entrar al metro, haciendo que todos los demás pasajeros tengamos que esperar.
Claro, usted podría encargarse de que sirviera más de un un solo torniquete, pero supongo que ésa no es su obligación. No señor, usted sólo tiene que estar parado ahí, como imbécil.

Sin embargo, señor policía gordo del metro de por mi casa, me temo que tengo que preguntarle algo.
Me imagino que mi pregunta es sumamente tonta, y podría ser respondida si yo tuviera la más mínima pizca de sentido común; pero lamentablemente no es así, y por tanto tengo que preguntarle:

¿Es necesario que me revise con su pequeño detector de metales CADA VEZ que entro o salgo del metro?
Yo entiendo que mi cabello castaño claro, mi piel blanca como pollo, y mis ojos desgarradoramente verdes hacen que yo me vea un poco diferente a la mayoría de la gente que viaja en metro. En serio, lo entiendo.
Sin embargo, la forma en la que deja entrar sin problema a un montón de bachilleres que apestan tremendamente a alcohol barato, y que tienen cinturones de estoperoles y collares de picos; y poco después me detiene para revisarme con su detector de metales, me parece un poco confusa.

¿Acaso es usted racista, señor policía gordo del metro de por mi casa?
¿Me odia por ser blanco?

No, seguramente estoy imaginando cosas; después de todo no es como si usted tuviera una cara de resentido social más grande que la pichula de un negro.
Estoy seguro de que es normal que usted me detenga en los torniquetes todas y cada una de las veces que trato de entrar, sin importar si traigo mochila qué revisar o no.

Lo que no acabo de entender, es cómo usted no se da cuenta de que más o menos la mitad de las veces que checa que yo no traiga armas o explosivos, su ridículo detector de metales está apagado.
En serio, es simplemente cuestión de ver dónde está colocado el switch de ON y OFF.
Meh, no sé por qué se lo digo. Seguramente alguien tan educado y letrado como usted está por encima de cosas tan mundanas.

Recuerdo particularmente la vez en la que usted vio mi mochila con una mirada de sospechosancia, y me preguntó qué traía dentro.
"Mi laptop", le respondí con impaciencia, porque ya iba tarde y no iba a llegar a tiempo a mi trabajo.
Usted se quedó callado, y después me preguntó si eso era un arma.

Yo pensé que usted estaba haciendo una broma, a pesar de tener una cara seria y enojada; fue por eso que me reí. Le aseguro que no me estaba burlando de su autoridad, como usted me acusó después.
No, señor policía gordo del metro de por mi casa, yo jamás me burlaría de una autoridad tan importante como la que tiene en sus manos el señor que tiene que pararse junto a los torniquetes para asegurarse que nadie entre sin pagar, privando al país de esos 3 pesos tan necesarios para la macroeconomía mexicana.

Su amenaza de romperme mi boleto y obligarme a comprar otro me puso en mi lugar.
Le agradezco haberlo hecho, en serio. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo amenazan con hacerlo pagar 3 pesos más.

Sin embargo, el motivo de mi carta no es ése, no señor.
El día de hoy le escribo a usted para agradecerle una cosa diferente:

Después de que usted me dejó pasar (una vez terminado el necesario proceso de catearme con su mágico detector de armas ilegales), yo me dirigí al pasillo que me llevaría directamente al andén.
Llevaba un poco de prisa porque el metro ya estaba llegando, y yo quería abordarlo rápidamente, porque no tenía tiempo de esperar a que llegara otro tren diferente.

Cuando traté de pasar por ese pasillo, usted me gritó que me detuviera.

La intensidad del enojo en su grito, combinado con la enorme autoridad que usted destila por cada uno de sus grasientos poros, hizo que yo tuviera miedo de haber hecho algo realmente malo y no haberme dado cuenta.

Uno escucha historias de gente que va caminando tranquilamente por ahí, y de repente mata a alguien sin siquiera darse cuenta, probablemente usando como arma la maldad de su caminar.
Sí, uno escucha esas historias todo el tiempo, pero nunca cree ser parte de una.
Tuve miedo de serlo, señor policía gordo del metro de por mi casa.

Usted se me acercó, enojado, y me preguntó si sabía lo que estaba haciendo.
"¿Tratando de subirme al metro?", le contesté, esperando que su respuesta no fuera "No, usted acaba de matar a alguien sin darse cuenta, probablemente usando como arma la maldad de su caminar"
Afortunadamente, no fue así.

Usted me dijo, con odio en su voz, que ese túnel llevaba al área del andén a la que sólo podían pasar mujeres.
Yo ya sabía éso, pero tenía entendido que la política de "No shirt, no shoes, no boobs, no service" entraba en vigor hasta las 5 de la tarde.

En el momento en que yo trataba de abordar el metro, faltaban más de 7 horas para las 5 de la tarde; así que no pensé estar cometiendo ningún delito grave.
He ahí una prueba más de por qué el gobierno lo emplea: usted ve cosas que los mortales comunes simplemente no podemos ver.
Usted es un súper héroe.

"¿Acaso es usted mujer?", me preguntó.
"Hasta donde tengo entendido, no", le respondí.

Advirtiéndome que no me hiciera el chistosito, usted agregó "No, es usted un hombre"
"¿Soy un hombre?", le pregunté entonces.
"Sí, es usted un hombre", me respondió con su voz grave y masculina.

Acto seguido, me empujó fuera del túnel, y me hizo caminar 2 metros más allá, hasta un túnel exáctamente igual, que me llevaba a exáctamente el mismo sitio, sólo que pues... 2 metros más alla.
Evidentemente, volvió a amenazarme con hacerme pagar 3 pesos extras.

Es por eso que le escribo el día de hoy, señor policía gordo del metro de por mi casa: porque aunque usted me hizo perder el metro que tenía que tomar, y tuve que esperar varios minutos a que llegara otro (minutos de los cuales NO disponía); al menos solucionó una futura posible crisis de identidad.

Ahora sé que "Sí, soy yo un hombre"
Gracias por ahorrarme decenes de miles de pesos en terapias de identificación de género.

Es usted un ejemplo a seguir, señor policía gordo del metro de por mi casa.

Sin más por el momento, me despido, agradeciendo de antemano la atención a la presente, y deseándole que los bachilleres ebrios a los cuales usted NO revisa, le metan una piña en su enorme culo.


Atte:
Dexter Petrelli

domingo, 7 de noviembre de 2010

Las pendejadas de la fe

El día de hoy venía caminando por la calle, mentando madres por culpa del estúpido frío.

Me puse el gorrito de mi hoodie sobre el gorro de estambre que ya tenía puesto en la cabeza desde antes.
Haberme rapado justo al principio de la época de frío no fue tan buena idea después de todo.

Traté de ignorar mi nariz estúpidamente fría, baje la cabeza para evitar los vientos helados que azotaban mi hermoso rostro, y seguí mentando madres.
Odio el frío. Lo odio.

Mientras caminaba lo más rápido posible (para llegar a mi calientito destino as soon as possible), pasé junto a un par de viejitas ridículas.
Sinceramente no tengo idea de qué estaban hablando (y tampoco me interesa), pero mientras pasaba al lado de ellas, no pude evitar escuchar un pequeño pero no por eso menos idiótico fragmento de su conversación:

- Es que no sé cómo Dios puede permitir que pasen esas cosas...
- Sí sí sí, ojala Dios no permita que vuelva a pasar...

Apabullado por haber encontrado tanta estupidez condensada en dos frases, me congelé en mi lugar.
Un par de segundos después, me di cuenta de que si no seguía caminando, iba a quedarme literalmente congelado en ese lugar; así que proseguí mi camino.
Odio el frío. Lo odio.

Metiendo mis enguantadas manos a mis bolsillos, proseguí mentando madres, ahora por culpa del frío, y por la estupidez ajena.

¿En serio creen que Dios permite o no permite las cosas?
¿En serio creen que un poder superior está 100% al pendiente de pendejadas triviales?

"Mi gato tiene la manía de afilar sus uñas en mi nuevo sillón de mimbre, ¡ojalá Dios no permita que vuelva a hacerlo!"
"Si no llego pronto a mi casa, mi sopa Maruchan se va a enfríar, ¡ni Dios lo permita!"
"No entiendo cómo Dios permite que el América haya empatado con el Guadalajara en uno más de los piterísimos partidos del piterísimo futbol mexicano"

Si ése es el Dios en el que ustedes creen, mis queridas viejitas estúpidas, entonces ahora entiendo por qué carajo la iglesia se está pudriendo en dinero mientras los curas violan niños alegremente por aquí y por allá.

De por sí la fe ciega me parece algo sumamente idiota y propia de la gente débil, huevona, y sin caracter que espera que un Dios invisible solucione todos sus problemas por arte de magia; pero aún así, pensar que ese Dios sólo se dedica a permitir o no permitir que pasen las cosas más irrelevantes en sus irrelevantes vidas; well that's just plain stupid.

El hecho de que Dios permita que la raza humana sea tan, pero tan pendeja, sólo nos demuestra que Dios no existe.
Es un hecho comprobado científicamente, creo que hasta salió en un capítulo de Mythbusters y toda la cosa. Ahí les dejo el dato nomás.

El frío me pone de pésimo humor.
No estoy acostumbrado a vivir tan lejos del Sol.

Odio el frío. Lo odio.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Dando explicaciones

martes, 2 de noviembre de 2010

Experimento científico

Como algunos de ustedes saben, hace un par de días fue mi cumpleaños.
Sintiendo el peligro de entrar en crisis de "estoy envejeciendo inmisericordemente y la vida se me está escapando", decidí que ya no cumplo años: yo estreno temporada.

Sea como sea, decidí que para celebrar mi nueva temporada, tenía que hacer algo inmaduro, ridículo, y estúpido.
Me hice un mullet.

Prueba A:

El background de la foto ha sido ocultado para evitar que millones de chicas sensuales quieran stalkearme y se aparezcan desnudas en mi casa.


A pesar de que fue divertido parecer redneck por un par de días, yo sabía que no podía andar así por la vida, en especial ahora que tengo que preocuparme por un trabajo.

Fue ahí cuando me di cuenta de que la única forma de solucionar mi más reciente cambio de look hillbillezco, era rapándome y rasurándome.
También fue ahí cuando descubrí que debería de haber pensado mejor las cosas antes de hacerlas.

Sea como sea, ahora me encuentro a mí mismo completamente rapado y sin barba.
Parezco Maestro Limpio, y mañana pienso conseguir una arracada dorada para completar el look.

Como un intento de rescatar lo rescatable, me prometí a mí mismo hacer un experimento científico:
A partir de mañana, voy a dejarme crecer el cabello y la barba.
No serán cortados.
No se les dará forma.
Ni siquiera van a ser peinados.

Simplemente los voy a dejar crecer, como sea que se les pegue la gana.

Mi objetivo es ver cómo se ven en unos cuantos meses.
Seguramente pareceré vago, pero al menos seré un vago estúpidamente guapo.

Yo sé, es un experimento sumamente inteligente y bien pensado.
Los mantendré informados, lectores imaginarios.

domingo, 31 de octubre de 2010

¡Woohoo!

¡Feliz cumpleaños, Dexter!

jueves, 28 de octubre de 2010

Gente izquierdosa

El día de hoy venía regresando de mi trabajo.

Sumamente cansado, con mucho sueño, y con un calor de la chingada; venía yo en el metro.
Como siempre, el maldito transporte público estaba atascado de gente.

Yo estaba tratando de transportarme a mi lugar feliz para no empezar a mentar madres por tener que convivir con tantas personas feas, apestosas y sudadas.
Repetí mi mantra personal ("algún día todos morirán en forma dolorosa") y traté de ignorar a la señora gorda que pasaba junto a mi, empujándome con su bolsa del mandado.

En la siguiente estación, una chica bastante linda se subió a mi vagón, y encontró un espacio desocupado cerca de mí.
"Awesome", pensé en voz alta, y ella me sonrío con un poco de vergüenza.

No es como si pensara intentar ligármela ni nada de eso, pero simplemente pienso que es más fácil tolerar la presencia de una chica de buen ver, que la de una señora toda sudada y con aspecto de haberse comido unas garnachas grasosas minutos antes.

Un par de estaciones después, un tipo de rastas mugrosas abordó.
En cuanto el metro comenzó a andar, el rastudo sacó un montón de papeles de su mochila, se aclaró la garganta, y nos deseó buenas tardes a todos los pasajeros.

Fuck me in the ass and call me Andrés Manuel, era uno de los tipos que venden ridículos periódicos izquierdosos.
O al menos eso pensé en el momento.

Un par de minutos después, los gritos del rastudo me hicieron saber que lo que anunciaba era un documental grabado por... no sé, supongo que él y sus compañeros rojillos de la facultad de filosofía.
Traté desesperadamente de subirle a mi iPod para no tener que escuchar su estúpida propaganda política, pero mis audífonos están tan jodidos que ya sólo funciona uno de ellos, así que aunque tenía el volumen al máximo, por uno de mis oídos iba a tener que seguir oyendo sus pendejadas.

"That's fucking great...", volví a pensar en voz alta mientras veía con odio al tipo que no dejaba de gritar.
La chica linda me sonrió con complicidad, como si me quisiera decir que ella también odiaba esas cosas.

El muchacho de las rastas gritaba que los medios manipulaban al pueblo, y que les lavaban la mente desde que eran niños para que después no pudieran liberarse de las garras del capitalismo.

Maldije mi suerte, y desée con todo mi corazón que el hada de los dientes se apareciera en ese momento y me regalara unos audífonos nuevos.

"... la Coca Cola se ha convertido en el agua del imperialismo, y representa todo lo que está mal con la sociedad..."

Desesperado, traté de juntar los cables sueltos que se salían de la base de uno de mis audífonos a ver si eso lo componía mágicamente.
Nada.

"... marcas como McDonald's y Kentucky Fried Chicken han hecho que los niños de hoy sean obesos y pierdan sus costumbres y tradiciones..."

Volví a mirar con odio al tipo todo mugroso, deseando que simplemente se callara y se fuera.
¿Qué no normalmente hacen su desmadre entre dos estaciones y después se largan?
Por alguna razon, este tipo llevaba más de 5 estaciones con su ruidoso showcito.

"... y lo peor es que los publicistas se revuelcan en dinero mientras nosotros tenemos que vivir en la pobreza por su culpa!"

Woah, wait, what?
¿Los publicistas se revuelcan en dinero?
Me quité los audífonos con una mezcla de incredulidad, risa, y coraje.

"... los publicistas son los que nos manipulan, y se alimentan de la ignorancia y el hambre de la gente..."

Vaya, qué curioso, si pudiera alimentarme de la ignorancia de la gente, estaría todo obeso, pero creo que no ha sido el caso.

"... se pudren en dinero en sus autos de lujo, mientras nosotros usamos el transporte público..."

Me llevé las manos a las bolsas y sólo encontré un par de monedas de 5 pesos.
Si eso es pudrirse en dinero, entonces déjenme decirles que es mucho más decepcionante de lo que ustedes creen.
Además, la última vez que chequé (que era en ese mismo momento), mi auto de lujo era compartido por alrededor de 200 pasajeros, y mi aire acondicionado no servía, porque hacía un calor de la chingada.

"Imbécil", murmuré entre dientes.
La chica linda me volteó a ver y dijo "sí, totalmente"
Volví a ponerme mis audífonos.

Un par de minutos después, el rastudo se nos acercó y nos ofreció uno de sus documentales piteros.

"Sólo 15 pesitos carnal, ándale, anímate, para que veas cómo nos manipulan"

"No gracias, yo soy uno de los publicistas que arruinan la vida de todo el mundo, y aunque me gustaría comprar tu peliculita y saber si estoy haciendo bien mi trabajo de robar almas; me temo que no tengo ni 15 pesos en la bolsa"

"¿Eres publicista?", me preguntó con su cara de estúpido izquierdoso.
"Ahá, y éste es mi auto de lujo"

"Con razón sentí que tu pura presencia me manipulaba", dijo la chica linda en un tono burlón.

El rastudo se nos quedó viendo, y después se fue sin decir nada.

"Imbécil", repetí.
Me puse mis audífonos jodidos y descompuestos, y proseguí el molesto camino a mi casa.

lunes, 25 de octubre de 2010

Contra toda mi voluntad

EDIT: Ahora escribo en otro blog colectivo, el cual pueden encontrar aquí.
¿Cómo acabé ahí? No lo sé.
Sea como sea, yo escribo ahí, asi que evidentemente voy a llevar mi awesomeness hasta allá.


Mi cumpleaños se acerca rápidamente.

Normalmente soy demasiado apático como para organizar alguna celebración; en parte porque no me gusta estar organizando cosas, y en parte porque me da flojera.

Además, como resulta que nací justo el día de Halloween, usualmente siempre hay fiestas de disfraces a las cuales acudir, y como ya están organizadas por alguien más, siempre me ahorro ese paso.

Supongo que simplemente no soy una persona muy organizadora.
Sea como sea, nunca faltan lugares a donde ir.

El año pasado fui a ver a la banda de unos amigos tocar, fui a una fiesta lésbica, fui a otro toquín, y después fui a un Halloween que estuvo bastante chingón; lo cual prueba mi punto de que aún sin organizar nada, siempre se puede encontrar algo.

En fin, en dicho Halloween, me enteré que el tipo que lo organizaba, ya lo había convertido en un evento anual, y que de hecho llevaba no sé cuantos años haciéndolo.

Fast forward al presente.
Yo tenía pensado ir al Halloween de este tipo una vez más, pero como la fecha se acercaba y yo no me había enterado de nada, asumí que no se iba a hacer.

Fue entonces cuando me di cuenta de que esta vez, por alguna razón, tenía ganas de hacer algo en mi cumpleaños.
Creo que soy más feliz de lo que yo mismo sabía.

Sea como sea, decidí organizar algo. No fue tan difícil como yo pensaba.
Será algo sencillo, ir a un Pub chingón de la ciudad con unos cuantos amigos.

Al final del día, descubrí que el Halloween anual siempre sí se va a hacer, un día antes de lo del Pub.
Meh, ahora tengo dos lugares a los cuales ir.

¿Por qué les estoy contando esto?
Porque es mi blog, y en él puedo postear tanta estupidez irrelevante como lo desée.

Dios bendiga la libertad de expresión.

En fin, si de casualidad quieren ir al pub a invitarme una chela o algo así, los detalles están en mi Facebook.

Feliz cumpleaños adelantado, querido Dexter.
Te amo.

jueves, 21 de octubre de 2010

El alimento perfecto

Hace unos meses, me encontré a mi mismo en la Roma a horas mañaneramente inhumanas.

Era uno de esos días en que el ambiente está frío y gris, y tienes la impresión de que va a llover, pero en el fondo sabes que no, y que al ratito va a salir un Sol todo quemante y molesto, y entonces vas a pensar que eres un pendejo por haberte puesto un suéter, pero al mismo tiempo no te lo quieres quitar porque un par de horas después va a volver a hacer frío y en efecto, va a llover como nunca.
Otro día cualquiera de clima bipolar en la ciudad de México.

Estaba yo caminando por la calle, platicando con una amiga de cosas sin importancia, cuando de pronto mi estómago gruñó cual gata en celo encerrada en una jaula de leones.

"Vaya, creo que tengo hambre", dije.
De pronto recordé que no había desayunado. No era nada inusual, porque yo nunca desayuno.
Siendo totalmente incapaz de levantarme a tiempo, siempre termino saliendo de mi casa todo apresurado, y nunca me da tiempo de comer nada antes de irme.

"Sí, creo que yo también tengo hambre", contestó mi amiga.

Hablamos acerca de lo bonito que sería desayunar unos molletes, o un omelette, o un par de piezas de pan dulce con chocolate caliente; pero después recordamos que nuestra situación económica seguía tan precaria como siempre, y nos dimos cuenta de que no teníamos dinero para ningún desayuno decente.

Afortunadamente, Jesús Cristo es tan grande en su sabiduría y compasión, que puso un puesto de tamales justo frente a nosotros.
Gracias, Jesús; por eso te acepté en mi corazón como mi pastor y el cordero de Dios que quita el pecado del mundo y tiene piedad de nosotros.

Nos acercamos a la señora tamalera y le pedimos un par de tortas de tamal verde.
Nos ofreció atole, pero le dijimos que no. ¿Acaso piensa que estamos hechos de dinero?

Unos cuantos minutos después, mi amiga y yo habíamos terminado de ingerir nuestro nutritivísimo alimento, y estábamos totalmente satisfechos.
Fue en ese momento en que nos dimos cuenta de que la torta de tamal es el alimento perfecto.

Un bolillo relleno con un tamal caliente, por sólo 10 pesos.
Es como si la vida hubiera tomado todo lo que es bueno y sagrado, y lo hubiera condensado en un pedazo de masa con unos cuantos trozos de pollo (o cerdo) de procedencia cuestionable.

Por 10 pesos puedes llenarte, y no te tienes que preocupar por comer en todo el resto del día.
Claro, probablemente tus arterias griten horrorizadas cada vez que siquiera consideras comprar una guajolota, pero en el fondo, sabes que vale la pena.

Mi amiga me dijo que ése debía de ser el alimento de los dioses (o de los dioses pobres, al menos), y que todo el mundo debería de empezar su día con un desayuno así.

No sé si lo hayan notado, pero cuando estamos satisfechos, mi amiga y yo solemos ponernos muy hiperbólicos.

En ese instante, yo recordé un incidente que había acontecido frente a mis ojos unas semanas atrás:

Estaba afuera de mi escuela, quejándome del frío, cuando de pronto llegó un compañero con una torta de tamal recién comprada.
Siendo una pequeña perra, nuestro compañero llegó presumiendo su alimento, diciendo que él no tendría frío porque iba a desayunar algo caliente y delicioso.
Estoy seguro que varios de nosotros pensamos en alburearlo, pero su cara de idiota nos hizo tenerle lástima y mejor lo dejamos en paz.

Acto seguido, mi compañero se llevo su torta de tamal a la boca, y cuando le dio una mordida, atinó sólo a morder el bolillo, haciendo que el tamal se resbalara cómicamente fuera de su envoltorio panoso.

En cámara lenta, vimos cómo el tamal salió disparado por los aires y cayó en la banqueta húmeda frente a nosotros.
Evidentemente, siendo la persona sensible y empática que soy, me ataqué de risa y le grité "¡ay pero qué imbécil eres, no puedo creer lo imbécil que eres, en serio eres un imbécil!"

Mi compañero, tratando de hacerse el cool, hizo como que no le importaba que su tamal hubiera caído al piso, y se agachó a recogerlo; pero con su habilidad sorprendente, tiró el bolillo en un charco.

Mi risa fue tal, que tuve que recargarme en la pared para no caer al piso yo también.
Por alguna razón, la desgracia ajena siempre me ha causado mucha gracia.


De regreso a la realidad, escuché a mi amiga chasquear los dedos, y me di cuenta de que me había perdido en mis recuerdos de tamales mojados.

"No, cariño, me temo que no todo el mundo puede empezar su día con un desayuno así"
"¿Huh?", dijo ella.

"Es que hasta para morder un bolillo, se necesitan más de dos neuronas. Si no, todo termina tirado en un charco pitero", le contesté.

"No te voy a preguntar de qué estás hablando... eres una persona muy rara y a veces me das un poco de miedo", me dijo ella.

Proseguimos caminando por la Roma.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Racismo

Mientras más lo pienso, más estúpido me parece.

¿Qué caso tiene odiar a una raza en particular?
¿En serio podemos pensar que un ser humano, sólo por ser de cierto color, creencia, religión, raza, preferencia sexual, abo, o lo que sea; puede ser mejor o peor que otros?

¿No es bastante idiota predisponernos a odiar a un grupo de gente que cumple con ciertos patrones los cuales no controlan?

Sí, sí lo es.

¿Por qué negarnos la oportunidad de odiar a la gente, sin importar su raza?
¿Por qué asumir que ciertas personas son más estúpidas que otras simplemente por su color de piel, cuando el mundo nos demuestra una y otra y otra vez que practicamente toda la raza humana es igual de estúpida?

Yo por eso no soy racista, yo odio a todos por igual.

En mi pequeño mundito personal, todos son idiotas hasta que demuestren lo contrario.

lunes, 18 de octubre de 2010

Y afuera llovía

Y ahí estaba yo, con una taza de café a medio tomar frente a mí.
Deja-vú no es la palabra correcta, pero es la primera que me viene a la mente.

Un silencio incómodo flotaba en al aire de una manera desconcertantemente tangible.
Me pasé la mano por el cabello, como hago miles de veces al día, en forma casi inconsciente.

Una vez más, había terminado de contar la historia del ángel de un sólo verano.
Me pareció como si hubiera contado esa historia más veces de las que son necesarias para empezar a recitarla de memoria, sin siquiera tener que pensar en lo que sale de mi boca.

"Wow...", dijo por fin ella, y después volvió a quedarse callada.
"Sí bueno... esas cosas pasan", dije yo, sin saber qué más decir.

Siempre me ha parecido graciosa la forma en la que la gente reacciona cuando le cuentas que la persona que más amabas en todo el mundo, murió justo frente a tus ojos.

Es como si su mente tratara de ponerse en tu situación, como si trataran de imaginar la escena.
Te dejan de ver: sus ojos se pierden en algún punto cualquiera, y tú sabes que es porque les parece imposible mantenerte la mirada.
Me parece gracioso cómo por unos segundos, quieren sentir lástima por tí; como si eso los hiciera sentirse mejor del hecho de haber traído el tema a la conversación.

"Y... ¿estás bien?", me preguntó unos segundos después.
Le di un trago a mi café ligeramente frío. "Pfft, fue hace muchos años, claro que estoy bien..."

Ella puso su mano sobre la mía, y me dijo que lo sentía mucho.
¿Sentirlo por qué?
No es como si fuera su culpa, no es como si hubiera conocido a la muerta siquiera.

Sonreí, pero no le dije nada. Nunca he sabido qué decir cuando me dicen que lo sienten.
¿Gracias?, ¿qué amable?

"¿Por qué nunca me habías dicho nada de lo que pasó?"
Precisamente ése tipo de preguntas son las que hacen que nunca tenga ganas de hablar de eso.

"Pues... nunca salió a tema, supongo.", le contesté.
"Pero es algo muy importante de tu vida..."
"Ahá, pero no es como si fuera a ir por la vida dicíendole a la gente "Hola, me llamo Joselo, hace muchos años mi novia se murió mientras yo veía lo que pasaba sin poder hacer nada al respecto, ¿me pasas la sal?", ¿sabes?, es un tema un poco más delicado que eso"

Me estaba viendo con los ojos ligeramente llorosos. Si hay algo que odio en este mundo es que la gente llore por mi culpa, aunque técnicamente no sea mi culpa.

"¿Ves?, si lo estuviera diciendo todo el tiempo, la gente se pondría a llorar y nunca me pasarían la sal..."
Ella sonrió un poco.

"¿Piensas mucho en ella?"
"Meh... ya no mucho. Antes pensaba en eso todo el tiempo, pero supongo que fue hace tantos años, que lo he ido borrando poco a poco... no lo sé, es raro, ¿sabes?"

Esperaba que ella me contestara "sí, sí sé", pero como se quedó callada, tuve que seguir hablando.
"Es raro porque ya no me pone triste ni nada, pero cuando escribo de eso, siempre parece como si yo estuviera deshecho por lo que pasó... supongo que es simplemente mi forma pitera de escribir"

"¿Escribes mucho de eso?", me preguntó.
"Mucho más de lo que me gustaría, ja"
"Entonces todavía la extrañas..."
Le di otro trago a mi café, en parte porque si no me tapaba la boca iba a terminar agradeciéndole por recalcarme lo obscenamente obvio.
Seguro después me diría que tengo un cromosoma Y, que mi cabello es café, y que uso el sarcasmo para esconder lo estúpidamente vulnerable que soy.

"Nunca la voy a dejar de extrañar, pero no es eso", le dije.
"¿Entonces?"
"No sé... es como si tuviera que escribir de eso... como si tuviera que plasmar cada detalle, por pequeño y ridículo que sea..."

Ella se quedó callada.
Ella se quedó callada, y yo empecé a sentir algo raro en mi pecho.
Se sentía frío, se sentía como si me empezaran a apretar muy fuerte.

Sin darme cuenta, seguí hablando, cada vez más débil: había dejado de hablarle a ella y me estaba diciendo las cosas a mí mismo.

"Es como si tuviera que escribir mientras todavía me acuerdo, porque algún día se me va a empezar a olvidar todo... y no se me puede olvidar..."

De repente ya no me importó el café, ya no me importó mi amiga, ya no me importó que afuera estuviera lloviendo, ya no me importó nada.
Tenía miedo.

"Si se me olvida es como si no hubiera sido real, como si nunca hubiera pasado... como si ella nunca hubiera existido..."

El frío que empecé a sentir sólo me recordó lo lejos que estaba de la playa y de esos días.

jueves, 14 de octubre de 2010

Salvado por una mujer

Desde que somos pequeños, a los niños nos educan diciéndonos que siempre tenemos que cuidar a las mujeres, que jamás debemos tocarlas ni con el pétalo de una rosa, que toda la vida debemos de tratarlas bien, y que nunca debemos de hacerles daño.
Básicamente, desde que somos pequeños, nos educan para que protejamos a las mujeres y todo eso.

El problema es que algunos de nosotros no tenemos cuerpo de linebackers, o de luchadores gringos (porque siendo sinceros, los mexicanos están todos gordos y guangos).

¿Cómo proteger físicamente a mi novia si yo mido 1.69, peso menos de 60 kilos, y soy débil como gatito?
Ésas son las preguntas que nunca nos son respondidas en nuestra infancia.

Mi historia del día de hoy, gira alrededor de este dilema, precisamente.

Hace unos cuantos años, yo andaba con una chica linda, que a partir de ahora llamaremos Canon.

A pesar de que Canon y yo no éramos precisamente fans de ir a bares, antros, y esas cosas; un día nos vimos socialmente obligados a ir a un antro todo pitero, al cumpleaños de una de las mejores amigas de Canon.
En realidad ella era la que estaba socialmente obligada a ir, pero supongo que como su novio, mi deber diplomático era acompañarla.
Maldita sea, Carreño, te odio.

Cuando íbamos en camino al lugar al que no queríamos ir, Canon me dijo algo a lo que debería de haberle dado más importancia:
"Algo va a salir mal hoy."

Cuando le pregunté por qué lo decía, me dijo que su amiga le había dicho que tenía muchas ganas de ponerse hasta el socket, y que cuando su amiga se ponía hasta el socket, siempre acababan habiendo problemas.
Por alguna razón no le hice caso a Canon, y viéndolo en retrospectiva, ése fue el momento en el que toda la noche empezó a caer en una espiral derechita a la chingada.

Llegamos al antro (un poco tarde, por cierto) y cuando entramos, nos dimos cuenta de que la amiga de Canon ya estaba bastante ebria y ya estaba empezando a malcopear; gritándole a todo el mundo, siendo grosera y nefasta, y portándose como una pequeña perra loca.

"Esto va a acabar en madrazos", me dijo Canon.

Siendo una persona que ha pasado la mayor parte de su vida siendo pacífico y faggy, esperé que se equivocara, porque en serio NO tenía nada de ganas de partirme la madre con un montón de desconocidos, por culpa de una tipa que ni siquiera me caía tan bien.

"Si esto acaba en madrazos, ¿me vas a defender?", me preguntó Canon entonces.
"Por supuesto que no, tú eres la madreadora aquí", le dije.
Y era cierto.

Verán, desde que Canon tenía como 4 años, decidió que una de sus cosas favoritas en el mundo eran las artes marciales.
Ha pasado toda su vida obsesionada con ellas.
Hasta donde tengo entendido, es cinta negra (o su equivalente) en 3 tipos de artes marciales, y está estudiando otra más.
Es curioso, porque Canon suele ser la persona más linda e inofensiva que existe en el planeta...

En fin, regresando al antro pitero.
La amiga de Canon, que a partir de ahora llamaremos Furia, empezó a pelearse con una tipa toda gorda. Una pelea de niñitas de antro, de esas de puro comentario pasivo-agresivo-pendejo.
Se sonreían con odio y se decían cosas feas, adornadas por palabras como "mi reina", "cariño", "bonita", y cosas así.
Después se separaban, cada quien se iba por su lado por media hora o algo así, y después se volvían a encontrar y se seguían diciendo cosas.

En una de esas, yo estaba platicando con Furia cuando de pronto llegó la gorda y "accidentalmente" le tiró el trago encima a mi casi-amiga, lo cual me dio mucha risa.
Jodidamente, en vez de que la gorda se alegrara de que yo me estuviera riendo a su favor, se enojó conmigo.
¿Por qué?
Porque es mujer, y las mujeres están batshit crazy.

"¿Y tú de qué te ríes, pendejo?", me dijo la gorda, con su finísima boca de gorda.
"Perdón, es que te vi y los cochinitos me dan risa", le contesté.

Sé que no debería de haberme metido, pero siendo honestos, ella me agredió primero, y el día en que yo deje que una gorda me insulte y se vaya impunemente, será el día en que los cerdos empiecen a insultar a los humanos y se vayan impunemente.

Sea como sea, pensé que el desmadre iba a acabar ahí, cada quien iba a seguir siendo pasivo-agresivo por su lado, y ya.
Oh boy, how wrong I was.

Aparentemente, mi comentario acerca de su porcentaje de grasa corporal incitó uno de esos mecanismos de defensa que tiene la gente gorda cuando se burlan de su gordura; producto de tantos años de complejo por ser gordos, me supongo.

En un arranque de ira que olía a chicharrón, la gorda me empujó y me empezó a gritar groserías.
Mi primera reacción fue levantar la mano donde tenía mi vaso, para ponerlo fuera del alcance de sus dedos de cochinito, porque lo más importante en una situación así, es salvar el chupe.

Por alguna razón, la gorda seguía agrediéndome, a pesar de que yo sólo estaba haciendo ruidos de cerdito mientras alejaba la cara y el vaso de sus uñas rasguñadoras.
En eso, Canon se acercó, y le dijo a la gorda que me dejara en paz, a lo cual la gorda le respondió con un insulto.
Strike #1.

Canon le pidió amablemente que no la insultara, porque ella no le estaba diciendo nada.
La gorda la volvió a insultar, y le dijo que si no le parecia, hiciera algo al respecto.
Strike #2.

Canon le dijo que no la provocara, porque le podía partir la madre.
La gorda le dijo que quería ver si era cierto, y se le aventó encima a Canon.
Strike #3, estás fuera.

Con lo que me pareció toda la calma del mundo (aunque pasó estúpidamente rápido), Canon se movió a un lado, le agarró el brazo a la gorda que se le aventaba encima, y le hizo una llave de lo que asumo era Judo, porque le gorda dio toda la vuelta en el aire, y cayó de espaldas en el piso, haciendo un ruido seco y chistoso.

La gorda se quedó en el suelo, gritando que tenía la espalda rota y pidiendo ayuda a todos los que estaban cerca.

Canon me volteó a ver, y me dijo "listo, princesa, tu caballero de armadura brillante te acaba de salvar una vez más"
Diría que me sentí humillado, pero la verdad es que todo el asunto me pareció extremadamente sexy.

Sabiendo que los gorilas de seguridad estaban a punto de llegar y el desmadre se iba a hacer todavía más grande, decidimos salir de ahí lo antes posible.
Canon y yo nos metimos entre la gente y nos fuimos del antro pitero.
Lo mejor del asunto, es que ni siquiera nos dio tiempo de pagar nuestros tragos, así que supongo que Furia terminó pagando por nosotros.
Good, fuck her.

En el camino de regreso, Canon me preguntó si estuvo mal que se hubiera metido, y que si el hecho de que mi novia tuviera que salvarme de una madriza me había hecho sentir mal o algo así.

"Fuck, ¿tragos gratis y que una chica linda se parta la madre por mí?, ¿en serio esperabas que me sintiera mal?"
"Bueno... si lo pones así tienes razón. Además tú me hubieras defendido si un tipo me hubiera empezado a agredir...", me dijo ella.

Silencio total.

"¿Verdad?", me preguntó por fin, un poco frustrada.
Me la quedé viendo con ojos de gatito.

"Ash... tienes suerte de que yo sea ninja... eres un marica", me dijo.

Todos fuimos felices esa noche.

domingo, 10 de octubre de 2010

Sorpresa sorpresa, odio a la gente

Hace rato estaba hablando con Rocketmail, como suelo hacer en las noches de ocio (that's what SHE said!)

Hablando un poco sobre lecturas de periódicos, sobre victorias de los Raiders sobre los Chargers, y sobre Enrique Peña Nieto; llegamos a la conclusión de que la gente moralista apesta.

En serio, ahora con todos esos pedos de las redes sociales, y los twitterses y demás mamadas, cualquier se siente como un líder de opinión, y todo el mundo cree que lo que tenga que decir es tremendamente importante y relevante; y entonces, evidentemente, se sienten con el derecho de regañarnos y decirnos qué hacer con nuestra vida, además de soltar frases pseudo-profundas de a tres varos que deberían de ser grabadas por Mariano.

Chequen nomás, el tipo de frases moralistas de cuarta que me encuentro por ahí:
Las faltas de ortografía y pendejadas extremas son producto de la fuente original, y han sido respetados para preservar la estupidez en forma adecuada.

"Que cosa mas sexy es oír a un hombre hablar apasionado sobre lo que quiere y sabe"
"No hay amor mas verdadero que el de los verdaderos amigos"
"Dicen que el hombre es un animal de costumbres ...mas bien de costumbre el hombre es un animal"
"No me gustan las introducciones casi en ningún sentido, prefiero irme sorprendiendo en el camino"
"Se que nada es gratis en esta vida pero si te piden un favor y tu solo andas condicionandolo y cobrandolo dice mucho de ti, q triste persona"
"Hoy es el "Dia Mundial del Corazón" aunque muy pocos lo tengan... feliz dia."
"Puedo no estar de acuerdo con Lo que dices pero defenderé con la vida el derecho qe tienes para hacerlo"
"Pensar demasiado tus actos o actuar sin pensar son ambos un lío, mejor disfruta el momento y punto"
"Nunca confíes en la palabras de una persona que no te ha demostrado antes con sus acciones que lo que dice es real"
"Es triste q la distancia entre el hombre común al chimpance sea menor a la distancia del hombre comun a Nietzsche"
"quiero felicitar a los paises que conducen la política mundial ... así que espero que alguna vez haya motivos"
"el Idioma, las fronteras, la piel, la política, la religión, no son el problema .... Los prejuicios, la ira y la ignorancia lo son"

Agh, podría seguir y seguir, pero no quiero matarlos de aburrimiento moralista.

¿Por qué?
¿Por qué la gente cree que puede decirnos cómo vivir, y lo que hacemos bien y mal, y que sólo ellos tienen la razón?

¡Es absurdo!
Todo el mundo sabe que sólo YO tengo la razón absoluta.

Odio a la gente moralista, y odio cuando tratan de educarme con sus principios éticos de cuarta.
Claro, podría no darle mucha importancia, y decirles que estoy de acuerdo con lo que dicen, pero entonces los dos estaríamos equivocados.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Nuevo formato-ish

Hace rato empecé a escribir un post acerca de lo desagradable que era mi vida cuando usaba brackets, pero a la mitad me aburrí y lo borré.

El problema es que ahora tengo blogger abierto, y se sentiría raro irme sin publicar nada.
Ahá, soy como esos ninjas que cuando desenfundaban su espada, no podían volverla a enfundar sin que probara sangre, aunque fuera la suya propia.
Soy exáctamente igual, sólo que millones de veces más loser.

Anyway, como no pienso sacarme sangre ni lastimarme de ninguna forma emo, simplemente voy a hacer pública una decisión que tomé hace un par de días, respecto a mi überlog:

Voy a deshabilitar los comments.

Uh huh. Lo estuve pensando, y llegué a la conclusión de que los comments en mis posts era algo que debería de irse.
Soy una persona sumamente competitiva conmigo mismo, y me molestaba pensar que algunos posts que me habían gustado mucho, tenían menos comments que otros posts todos apresurados y tetos.
Como mi personalidad obsesiva-compulsiva no puede controlarse; decidí que lo mejor para mi paz mental era deshabilitar los comments de todos los posts futuros (excepto en ocasiones especiales, cuando les pida su opinión o qué se yo)

De todas formas, si alguna vez tienen algo que decirme, aquí junto está la ventanita del Formspring, o siempre está mi Facebook, o pueden hablarme por msn, o etcétera etcétera.
Hoy en día, hay miles y miles de formas de contactar a la gente.

Así que, queridos lectores imaginarios, ahora que por fin publiqué algo, puedo enfundar mi blog sin tener que cortarme y embarrarlo de sangre.
Whew, that was a close one.

domingo, 3 de octubre de 2010

Como sirvienta

El otro día estaba con un amigo, en un edificio de la Roma.
Mientras estábamos en la sala de espera de dicho edificio, empezamos a platicar de un montón de cosas sin importancia.

En una de esas, yo vi mi reloj y dije "carajo... ya es bien tarde y todavía no podemos salir de aquí..."
"Meh, no es como si tuvieras prisa, ¿o sí?", me preguntó mi amigo.

"¡Sí, cabrón!, ¡me voy a perder mi novela!", dije.
Silencio gélido.

"Umm... decir eso no me hizo sonar muy varonil, ¿verdad?", pregunté. Mi amigo negó con la cabeza sin decir nada, como si todavía estuviera tratando de encontrar las palabras justas para que su burla fuera lo suficientemente fuerte.
Afortunadamente, no las encontró, y ya era demasiado tarde.

Verán, lectores imaginarios, yo sé que no tengo que dar explicaciones, porque a fin de cuentas es mi culo y mi papalote, pero el asunto está así:

Un día, yo estaba en casa de mis primos, viendo una película muy mala cuyo nombre no recuerdo.
De repente, llega uno de mis primos con su novia, y me quitan el control porque yo me estaba quedando dormido.
Next thing I know, ya le cambiaron a la novela.

Al principio acusé a mi primo de ser joto y de haber perdido sus testículos el día que empezó a andar con su novia, pero después me dieron una explicación razonable:

Parte de la novela era grabada en la casa de la novia de mi primo.
Era un negocio bastante bueno: le pagaban poca madre por usar su casa, le daban muebles nuevos, cuando se iban dejaban todo en perfecto y absoluto orden, y le regalaban un chingo de cosas.

En fin, aparentemente mi primo era obligado a ver la novela porque su novia quería ver su casa; y ahora yo también era obligado porque pues... estaba ahí.

Minutos después, llegó mi otro primo, y cuando vio que estábamos viendo las novelas, nos dijo jotos a todos.
Su hermano repitió la explicación.

Pasamos la siguiente hora preguntándole a la novia de mi primo "¿ésa es tu casa?", "¿ésa es tu casa?", "¿ésa es tu casa?" en todas y cada una de las escenas; sin importar qué pasara.
Aunque estuvieran al aire libre, o de noche, o en una azotea, o lo que fuera: "¿ésa es tu casa?"

El problema fue que para el final del capítulo, la estúpida novela ya nos había enganchado a mi primo burlón y a mí.
Así funcionan las novelas: las ves 10 minutos, y ya le vendiste tu alma al diablo.

Ahora, un par de semanas después, seguimos viendo la novela, sólo que ahora es diferente.
El otro día la novia de mi primo dijo "¡ésa es mi casa!", y nuestra primera reacción fue callarla porque no nos dejaba oir lo que pasaba en la trama.

Y es que, lectores imaginarios, ¡la trama es muy interesante!
Miren, así está la cosa:
(por cierto, ni mi primo ni yo nos hemos aprendido los nombres de los personajes, así que siempre nos referimos a ellos por apodos descriptivos)

El personaje principal es la tipa con cáncer, que pone un negocio para escapar a la rutina de su vida.
En ese negocio, la tipa con cáncer contrata a un montón de viejas sin ninguna experiencia, pero con un montón de problemas personales: la llorona, la perra loca, la piruja, la chacha, y la güera inútil.
El problema es que por la enorme ineptitud de todas las empleadas, el negocio de la tipa con cáncer está a punto de quebrar, porque la perra loca compró un terreno que tenía problemas, y entonces no pueden empezar a construir (el negocio es una constructora, por cierto); entonces el ingeniero pitosuelto empieza a enojarse con la tipa con cáncer, pero como quiere con la chacha entonces se lo perdona.
El otro problema es que la chacha está casada, pero su esposo cruzó la frontera y ahora no las pela ni a ella ni a su hija, excepto cuando se entera de que el ingeniero pitosuelto se quiere dar a su esposa, y entonces se pone todo celoso y se tira a una gringa puta.
Mientras tanto, la perra loca está teniendo problemas en su casa, porque está toda loca y dejó a su marido sólo porque tenía mejor trabajo que ella, y ahora la perra loca se dedica a hacerla la vida imposible al pobre tipo, que lo único que hace es aguantarla, a pesar de que es una perra loca y le grita a todo el mundo. Aunque últimamente, el esposo está empezando a andar con una mesera, entonces la perra loca anda más perra loca que de costumbre.
La piruja se está separando de su esposo el golpeador, porque le harta que le haga tanto caso a su mamá la vieja metiche, y entonces el golpeador golpea a la piruja porque se enoja de que ella no afloje a pesar de estar casado con él. De todos modos la piruja está enamorada del argentino, que resulta ser el esposo de la tipa con cáncer, la jefa de la piruja.
Obviamente eso empieza a causar problemas en la casa de la tipa con cáncer, porque como no le ha dicho a su familia que tiene cáncer, se ha estado portando muy rara, lo cual ha hecho que su hija la puta empiece a andar con el hijo del enemigo mortal de la tipa con cáncer, pero claro, como es una telenovela, ninguno de los dos sabe que el otro es hijo de quien es hijo.
Por otra parte, la llorona trabaja con la tipa con cáncer porque necesita ganar dinero, ya que su esposo el taxista la dejó para irse con el culito, que es una tipa más jóven. La familia de la llorona está dividida, porque su hijo el ratero piensa que la llorona debería de aceptar que el taxista se fue; pero su hija la machorra sólo se la pasa diciéndole gorda a la llorona, y convenciéndola de que tiene que bajar de peso para que el taxista deje al culito y regrese con la llorona y les vuelva a dar dinero. Como la llorona no puede enflacar, quiere hacerse una liposucción, pero como no le alcanza, quiere vender su casa. El ratero le dice que es pésima idea, pero la machorra es una pendeja y apoya a la llorona a pesar de que se van a quedar sin casa.

Sí... creo que básicamente eso lo resume todo.
Es tremendamente claro, ¿no?

En fin, de regreso al edificio en la Roma, le conté todo esto a mi amigo, mientras me miraba incrédulo.
Una vez que teminé, me dijo: "Carajo... ¿en serio te clavaste tanto con una telenovela? No mames, pareces sirvienta, cabrón..."

Sin tener un argumento inteligente para refutar ese comentario, yo lo vi con un poco de odio en la mirada, y le dije:
"¿Ah sí? Pues mi papá le pega al tuyo."

Soy lo máximo en las discusiones.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Nombrando a un bebé

La mayor prueba de que la gente no toma las mejores decisiones del mundo:

Una amiga mía se embarazó hace poco.

Normalmente, éso sería suficiente para demostrar mi punto; pero en una muestra más de que la gente no sabe lo que hace, está considerando seriamente dejarme escoger el nombre de su hijo no-nato.

Fuckin' awesome!
Para mí, al menos; porque el pobre niño no tiene ni idea del nombre jodido que le espera.

En fin... estoy pensando en varios tipos diferentes de nombre:

Una opción sería ponerle nombre de niña; algo como Anabelle o Úrsula, porque entonces se convertiría en "el tipo con nombre de vieja", y SIEMPRE tendría una forma de romper el hielo y empezar las conversaciones.

Otra opción sería irme por el shock factor, y ponerle algo como "Escena de sexo anal", "Crack Cocaine" o "Genocidio Conejito"
Admitan que sería increíblemente cool conocer a un tipo que se llamara Genocidio Conejito.
"Buenas tardes, soy Genocidio Conejito, y vengo por la entrevista de trabajo"
Fuck... ojalá mis padres hubieran pensado igual que yo.

Mi tercera opción es nombrarlo como algún personaje histórico, para darle como que todo un contexto profundo al nombre.
Si la historia está condenada a repetirse, entonces el tipo que se llame "Porfirio Díaz" tiene más posibilidades de convertirse en el siguiente dictador de México, ¿no?
Posibles opciones:
Aristóteles Platón, Juan D'Arco, Jesús de Nazaret, Nery Castillo.

Mi cuarta opción es simplemente llamarlo "Soyun Hijonode Seado"
Así al niño sabría la verdad desde el principio, y sus padres se evitarían explicaciones incómodas en un futuro.

Vaya, creo que mi amiga hizo bien en dejarme nombrar a su vástago.
¡Soy un fuckin' genio!

Ah, Genocidio Conejito, el futuro tiene grandes cosas planeadas para ti...