El día de hoy venía regresando de mi trabajo.
Sumamente cansado, con mucho sueño, y con un calor de la chingada; venía yo en el metro.
Como siempre, el maldito transporte público estaba atascado de gente.
Yo estaba tratando de transportarme a mi lugar feliz para no empezar a mentar madres por tener que convivir con tantas personas feas, apestosas y sudadas.
Repetí mi mantra personal ("algún día todos morirán en forma dolorosa") y traté de ignorar a la señora gorda que pasaba junto a mi, empujándome con su bolsa del mandado.
En la siguiente estación, una chica bastante linda se subió a mi vagón, y encontró un espacio desocupado cerca de mí.
"Awesome", pensé en voz alta, y ella me sonrío con un poco de vergüenza.
No es como si pensara intentar ligármela ni nada de eso, pero simplemente pienso que es más fácil tolerar la presencia de una chica de buen ver, que la de una señora toda sudada y con aspecto de haberse comido unas garnachas grasosas minutos antes.
Un par de estaciones después, un tipo de rastas mugrosas abordó.
En cuanto el metro comenzó a andar, el rastudo sacó un montón de papeles de su mochila, se aclaró la garganta, y nos deseó buenas tardes a todos los pasajeros.
Fuck me in the ass and call me Andrés Manuel, era uno de los tipos que venden ridículos periódicos izquierdosos.
O al menos eso pensé en el momento.
Un par de minutos después, los gritos del rastudo me hicieron saber que lo que anunciaba era un documental grabado por... no sé, supongo que él y sus compañeros rojillos de la facultad de filosofía.
Traté desesperadamente de subirle a mi iPod para no tener que escuchar su estúpida propaganda política, pero mis audífonos están tan jodidos que ya sólo funciona uno de ellos, así que aunque tenía el volumen al máximo, por uno de mis oídos iba a tener que seguir oyendo sus pendejadas.
"That's fucking great...", volví a pensar en voz alta mientras veía con odio al tipo que no dejaba de gritar.
La chica linda me sonrió con complicidad, como si me quisiera decir que ella también odiaba esas cosas.
El muchacho de las rastas gritaba que los medios manipulaban al pueblo, y que les lavaban la mente desde que eran niños para que después no pudieran liberarse de las garras del capitalismo.
Maldije mi suerte, y desée con todo mi corazón que el hada de los dientes se apareciera en ese momento y me regalara unos audífonos nuevos.
"... la Coca Cola se ha convertido en el agua del imperialismo, y representa todo lo que está mal con la sociedad..."
Desesperado, traté de juntar los cables sueltos que se salían de la base de uno de mis audífonos a ver si eso lo componía mágicamente.
Nada.
"... marcas como McDonald's y Kentucky Fried Chicken han hecho que los niños de hoy sean obesos y pierdan sus costumbres y tradiciones..."
Volví a mirar con odio al tipo todo mugroso, deseando que simplemente se callara y se fuera.
¿Qué no normalmente hacen su desmadre entre dos estaciones y después se largan?
Por alguna razon, este tipo llevaba más de 5 estaciones con su ruidoso showcito.
"... y lo peor es que los publicistas se revuelcan en dinero mientras nosotros tenemos que vivir en la pobreza por su culpa!"
Woah, wait, what?
¿Los publicistas se revuelcan en dinero?
Me quité los audífonos con una mezcla de incredulidad, risa, y coraje.
"... los publicistas son los que nos manipulan, y se alimentan de la ignorancia y el hambre de la gente..."
Vaya, qué curioso, si pudiera alimentarme de la ignorancia de la gente, estaría todo obeso, pero creo que no ha sido el caso.
"... se pudren en dinero en sus autos de lujo, mientras nosotros usamos el transporte público..."
Me llevé las manos a las bolsas y sólo encontré un par de monedas de 5 pesos.
Si eso es pudrirse en dinero, entonces déjenme decirles que es mucho más decepcionante de lo que ustedes creen.
Además, la última vez que chequé (que era en ese mismo momento), mi auto de lujo era compartido por alrededor de 200 pasajeros, y mi aire acondicionado no servía, porque hacía un calor de la chingada.
"Imbécil", murmuré entre dientes.
La chica linda me volteó a ver y dijo "sí, totalmente"
Volví a ponerme mis audífonos.
Un par de minutos después, el rastudo se nos acercó y nos ofreció uno de sus documentales piteros.
"Sólo 15 pesitos carnal, ándale, anímate, para que veas cómo nos manipulan"
"No gracias, yo soy uno de los publicistas que arruinan la vida de todo el mundo, y aunque me gustaría comprar tu peliculita y saber si estoy haciendo bien mi trabajo de robar almas; me temo que no tengo ni 15 pesos en la bolsa"
"¿Eres publicista?", me preguntó con su cara de estúpido izquierdoso.
"Ahá, y éste es mi auto de lujo"
"Con razón sentí que tu pura presencia me manipulaba", dijo la chica linda en un tono burlón.
El rastudo se nos quedó viendo, y después se fue sin decir nada.
"Imbécil", repetí.
Me puse mis audífonos jodidos y descompuestos, y proseguí el molesto camino a mi casa.