martes, 24 de junio de 2014

Epifanías de la vida

Hoy me di cuenta de que vivo en un mundo en el que la persona que alguna vez amé, le juró amor eterno al tipo moreno y feo con el que me puso el cuerno.
El mismo amor eterno que alguna vez me había jurado a mí.
Y lo mejor de todo es que ninguna de las dos veces resultó ser eterno, y probablemente ni siquiera resultó ser amor.

Miento; lo mejor de todo es que esa persona se puso gorda.
Ésas son las pequeñas satisfacciones kármicas que te da la vida.