Hoy me di cuenta de que vivo en un mundo en el que la persona que alguna vez amé, le juró amor eterno al tipo moreno y feo con el que me puso el cuerno.
El mismo amor eterno que alguna vez me había jurado a mí.
Y lo mejor de todo es que ninguna de las dos veces resultó ser eterno, y probablemente ni siquiera resultó ser amor.
Miento; lo mejor de todo es que esa persona se puso gorda.
Ésas son las pequeñas satisfacciones kármicas que te da la vida.