El día de ayer estaba hablando con Rocketmail.
Normalmente nuestras pláticas están llenas de referencias musicales, comentarios Harry-Potterezcos, y demás ocio citadino al azar; pero esta vez fue diferente.
Rocketmail estaba quejándose conmigo.
Si en mi curriculum pudiera poner "Kleenex humano certificado", lo haría, porque la verdad es que una de mis mayores cualidades es mi capacidad para escuchar a los demás, volverme empático, y darles consejos útiles.
Soy todo un profesional, y además mi tarifa se mide en tazas de café. Es una ganga.
Rocketmail estaba contándome sus problemas de diversas índoles, y yo la escuchaba mientras ponía mi hermosa cara de alguien que es muy atento y escucha a los demás.
Fuck, pero qué guapo soy.
Evidentemente, como suele pasar con ese tipo de pláticas, terminamos hablando de asuntos amorosos.
No sé por qué, pero parece ser que una vez que la plática empieza a ponerse intensa, siempre termina siendo sobre asuntos amorosos.
Largo rato después, Rocketmail había terminado de contarme todo lo que me tenía que contar, y yo seguía siendo igual de desgarradoramente guapo que siempre.
Lamentablemente, la gripa me tenía tan jodido que no pude aconsejar a Rocketmail acerca de su situación, así que simplemente asentí y trate de ser comprensivo y lindo.
"En fin... te preguntaría cómo vas con tu novia, pero la verdad no estoy de humor para escuchar acerca de tu relación perfecta", me dijo Rocketmail.
Por alguna razón, me sentí ofendido por ese comentario.
¿Acaso ella pensaba que mi vida era perfecta?
¿Acaso esperaba que no me quejara de algo?
¿Acaso pensaba que podía ganarme?
Oh no, no señor. Nadie puede ganarme. Ni siquiera si se trata de una conversación acerca de quién es más miserable. Debo ganar, siempre.
"¡Hey, eso no es justo, mi novia y yo tenemos nuestros problemas!", le dije.
"¿Sí?, ¿como qué?, ¿ver quién empieza la guerra de cosquillas?"
Su comentario me dio risa, pero no iba a dejar que me ganara, así que pensé rápido y le respondí:
"Pues por ejemplo, hoy nos íbamos a ver, pero al final no pudo, porque tuvo que ir con su familia a algún lado"
Rocketmail se quedó callada. Su silencio, evidentemente significaba "no mames".
"Espera, espera, seguro tenemos algún problema más grave, déjame pensar...", le dije.
"Fuck you, me caes mal", me contestó ella.
Estuve a punto de abrir la boca para decirle otro de nuestros problemas, pero "voy a ir a comer a su casa y no sé si debo llevar una botella de vino blanco o tinto" no sonaba como un argumento convincente.
Bien jugado, Rocketmail, bien jugado.
Tú ganas esta vez.
Felicidades, tu vida apesta más que la mía.