lunes, 14 de mayo de 2012

La reseña (parte II)

Después de múltiples horas eternas, por fin pude escapar de mi oficina.
Perder mi hora de comida sería un pequeño sacrificio que tendría que hacer en nombre de la Beatlemanía.

Puse mi iPod en una playlist de Wings, Paul McCartney y The Beatles, y me dispuse a caminar hasta el metro.
Mi amargura característica se apagó poco a poco, porque pues... ¿quién puede ser infeliz cuando se va a ver a McCartney?

Un breve trayecto de metro después, me bajé en la estación donde había quedado de verme con mi novia. Ella no estaba ahí todavía. Impuntuales y sensuales mujeres.

Después de ver unos cuantos vagones pasar (y por cierto, qué pinche fea es la gente), mi novia por fin llegó.
No había mucho tiempo para saludos amorosos porque todo mi corazón ya se lo había entregado al señor de Liverpool que hoy venía a tocar al Azteca.

Nuestra primera parada sería la casa de un amigo, donde haríamos pit stop, comeríamos, chelearíamos, y después nos subiríamos a un coche y eventualmente llegaríamos al estadio.

El trayecto en metro fue callado, a excepción de todo el tiempo que pasé diciéndole a mi novia que yo era más fan de McCartney que ella. Debo admitir que es extremadamente paciente conmigo.

Llegamos a casa de mi amigo, donde todos empezamos a emocionarnos cual quinceañeras jariosas.
Comimos sushi y bebimos cervezas de chocolate. Reímos y nos preparamos para llorar.

El mejor concierto de nuestras vidas estaba a menos de 4 horas de empezar.


Continuará...