viernes, 11 de mayo de 2012

La reseña (parte I)

Eran las 11 de la mañana y yo estaba embobado viendo mis 3 hermosos boletos para ver a Paul McCartney.
De repente, seguir atrapado en la oficina me pesó más que otros días.

Suspiré profundamente y volví a mirar el reloj: 10 horas más y por fin podría ver a una de las leyendas vivientes más importantes de... well... ever.

Con la mente perdida en Penny Lane, regresé a mi aburrido y no-beatlesco trabajo.
Un par de diseños después, las manecillas todavía no avanzaban.

El mundo parecía estar conspirando para girar más lento que de costumbre, y el largo y sinuoso camino que me separaba del concierto más impresionante del año se veía demasiado largo y demasiado sinuoso.

El peso de las pocas horas que me quedaban en esa silla parecía demasiado pesado para cargarlo, y mis ganas de seguir ahí no se encontraban ni aquí, ni allá, ni en todas partes.

Odiándome a mi mismo por no ser millonario, refunfuñé malhumorado mientras maldecía la suerte de las personas que tienen que esforzarse por ganar un cheque que ni siquiera pueda comprarles amor.
Tal vez algún día lejano, cuando tenga sesenta y cuatro años, pueda retirarme y dedicarme a manejar mi auto, pensando en un ayer distorsionado que parezca mucho más hermoso de lo que me parece la vida aquí hoy.


Continuará...