Hoy me desperté a una hora inhumanamente temprana, porque tenía que ver la inauguración de las olimpiadas.
Pensé que iba a ser una de esas veces en que según yo me levantaba a ver un programa, prendía la tele, me tapaba con mis cobijitas, caía profundamente dormido, y cuando volvía a abrir los ojos, el programa ya había terminado y ahora estaba viendo una película de negros; pero no, esta vez sí me pude mantener despierto.
Albricias para mí.
La inauguración empezó a las 7 de la mañana, entonces yo me levanté a las 6 50 para tener tiempo de prender la tele y ponerme cómodo antes de que todo el desmadre comenzara.
A las 6 59 yo ya estaba a punto de sucumbir a las delicias del sueño, pero entonces apareció en la pantalla una imagen que me aterró hasta los huesos:
2008 malditos chinos con tambores.
Después del shock inicial de ver tantos instrumentos del diablo juntos (yo digo los chinos; los tambores no son diabólicos), me di cuenta de que cuando los orientales golpeaban su tamborcito, éste se prendía.
Ahí fue cuando pensé: "¡putas madres! ¡qué bonito se ve!"
Después empezaron a hacer figuras con los tambores prendidos, como una tabla gimnástica pero mil veces más impresionante; y después empezaron a hacer una cuenta regresiva.
3...
2...
1...
Felicidades, estamos jodidos.
Todo fue estúpidamente coordinado. Los malditos chinos son más precisos que robots quirúrgicos, y tienen más tecnología. Por Dios, su alberca se llama "El cubo de agua".
¡El fucking cubo de agua!
Es un maldito cubo iluminado con luces ultra-impresionantes, y con agua.
No hay forma de que podamos ganarles el día que decidan que ya quieren conquistar el mundo.
Es más, el día que las maquinas se rebelen y las profecías Asimovienses se vuelvan realidad; no tenemos nada que temer, porque los chinos van a ganar.
Bueno, nosotros sí tenemos mucho de que temer, porque las máquinas nos van a matar con una facilidad sorprendente; pero los chinos van a acabar ganando la guerra.
Pero debrayo. Siguiendo con la inauguración:
Después siguió una banda de guerra, pero con chinos gordos vestidos de marinerito. En ese momento yo dije: "Jeje, miren a los chinos gordos".
Después me sentí muy tonto, porque no había nadie en mi cuarto y estaba hablando sólo; pero después me acostumbraría, porque durante la ceremonia hubo muchos momentos en que hablé conmigo mismo, normalmente para decir "carajo, estamos jodidos".
Después de otro rato, aparecieron unas chinas culeras, volando por los cielos, rodeadas de lucecitas. Eso significa que han desarrollado la tecnología para volar, y también la tecnología para prender lucecitas alrededor suyo.
Eso no parecerá muy impresionante, pero, ¿se imaginan el día en que ustedes estén tranquilamente reposando las aglutinantes en algún parque o algo así, y de repente una sombra enorme cubra el cielo, y haya un olor a ginseng que sea demasiado penetrante para ignorar; y cuando voltéen hacia arriba, vean a millones de chinos iluminados con foquitos, dispuestos a descender sobre ustedes con toda la furia que han acumulado tras años y años de tener que estudiar las técnicas de Sun Tzu?
Y es que tienen toda una cultura de siglos y siglos de guerra. Todo se remonta a los tiempos de los 3 reinos, cuando la dinastía Wu, liderada por Cao Cao y Sima Yi se enfrentaba a la dinastía de Wei, con sus generales Sun Quan y Guan Hai; y también la dinastía Shu, con Lu Fei, Guan Yu y Zhang Fei.
Y no, no estoy inventando nada de esto.
¿Saben por qué sé tanto?
Porque decidí que era buena idea aprender un poco sobre los chinos para conocer sus tácticas de la muerte, antes de que sea demasiado tarde.
Digo, de todos modos estamos jodidos, pero al menos podemos ser cultos jodidos, ¿no?
Debrayo de nuevo.
Después salieron más y más tablas gimnásticas, cada una más sorprendente que la anterior, y también con más tecnología.
Supongo que era su forma de decir: "Miren, cuando queramos, podemos matarlos con nuestras artes marciales perfectamente coordinadas; o también con nuestra ultra-tecnología de punta, no se preocupen; tomaremos un café y decidiremos la forma en la que los queremos acabar. Pero miren que bonitas tablas gimnásticas hacemos."
Para estos entonces, yo ya estaba muy muy asustado.
Y después de todo ese despliegue de fanfarronería asiática, por fin salieron los atletas a desfilar. Y llegué a una conclusión que el comité olímpico debería de seguir para hacer las cosas menos tediosas:
A partir de las proximas olimpiadas, los atletas sólo deberan desfilar si su delegación es importante.
Está de la fregada tener que ver a 43 países desconocidos, a uno conocido, a 21 desconocidos, a dos conocidos, etcétera.
Por eso el maldito desfile es tan aburrido. Ni siquiera sabía que hubieran tantos países.
Por eso, a partir del 2012, alguien debería de agrupar a todos esos países en una sóla delegación llamada "Países piteros". Bolivia incluída.
Después, yo ya estaba muy aburrido, así que deje de poner atención, porque un chino estaba dando un discurso en chino.
Justo cuando pensé que la cosa sería eterna, por fin llegaron los relevos finales del cucurucho olímpico; y entonces fue cuando pasó lo peor:
Le pasaron el cucurucho a un chino, y éste empezó a volar hasta el pebetero.
Los malditos chinos pueden volar, con fuego en las manos.
Estamos profunda y completamente jodidos.
Bienvenidos al fin del mundo.