miércoles, 26 de septiembre de 2012

Adultancia

Recuerdo perfectamente cuando yo era un niño cabezón y adorable.
Mientras iba por la vida jugando a los Gatos Samurai y a los Power Rangers (los originales, no una de las 46 versiones con nombres idiotas que vinieron después), de vez en cuando la gente me preguntaba "¿qué quieres ser cuando seas grande?"; a lo cual yo siempre contestaba que quería ser ninja porque los ninjas son lo máximo.

Eventualmente crecí un poco y me di cuenta que ser ninja requiere esfuerzo físico, así que abandoné ese sueño.

De todos modos siempre veía muy lejos el momento de "cuando seas grande". Es como si un día fuera a despertar y de repente ya fuera a ser un adulto e iba a tener todas las respuestas.
Nada me podría afectar, yo sería totalmente responsable y mi vida ya estaría encaminada.
Todo ocurriría mágicamente, un día cualquiera.

Muchos años después, heme aquí, y nada de eso ha pasado.

De hecho, hace poco le estaba mandando un mensaje a una amiga, en el cual yo decía (literalmente): "Nunca sé cómo portarme alrededor de los adultos, ja"
Fue ahí cuando me di cuenta de que aún no me siento ni siquiera remotamente adulto.
A pesar de tener 25 años, me sigo sintiendo igual que cuando tenía 7, como si fuera un niño que se dedica a jugar todo el tiempo, y el cual no tiene ninguna de las respuestas que los adultos deberían de tener.

Y es ahora cuando me doy cuenta de que probablemente nunca deje de sentirme así, y tal vez ningún adulto se sienta tan viejo como los niños lo ven.
Es... raro.

Creo que mi niño interno no ha terminado de morir. A diferencia de los Power Rangers, los cuales son cada vez más patéticos.

¿Por qué escribo esto?
Porque de repente confundo mi blog con un diario de quinceañera, y me gusta poner las cosas por escrito para despues releerlas y darme cuenta de lo estúpido que sueno.

Caray, no sé qué sería de mí si no fuera tan guapo, brillante y talentoso.