miércoles, 5 de agosto de 2015

Casi

En esta vida, hay muchas cosas que nos pasan porque nos esforzamos en conseguirlas, hay muchas otras que nos llegan sin que las busquemos, y hay todavía más que nos llegan sin que siquiera podamos entender de dónde vinieron y por qué aparecieron de la nada en un martes o jueves cualquiera y nos cambiaron para siempre.

Pero creo sinceramente que las cosas que más nos marcan, son aquellas que casi nos pasaron, pero al final no...


Cuando era niño, casi me fui con un señor que me llamó en un parque y me prometió juguetes; pero mi mamá llegó justo a tiempo para impedir que me regalaran un muñeco de Superman que estaba en ese coche azul cuya marca no recuerdo.

Casi le confieso amor eterno a mi mejor amiga, sin saber que el amor eterno de una persona de 13 años no dura más que un par de tardes llenas de lágrimas.

Casi me atropella una ambulancia por tratar de cruzar una calle con los ojos cerrados, probando de una vez por todas que nací sin poderes psíquicos.

Casi le pongo seguro a la puerta, casi no me hubieran encontrado.

Casi tiro a la basura ese ramo de rosas que cargué por toda la noche colonial, hasta que vi tus ojos viéndome y decidí que ese ramo te pertenecía.
Casi desearía haber corrido hacia el otro lado antes de que tuvieras la oportunidad tirar el ramo tú solita.

Casi me pongo los pantalones que tenían mi bolsita con marihuana el día que me paró el policía para revisar si todo estaba en orden.

Casi me detuve en la luz roja. Casi libro a ese microbús.

Casi decidí quedarme en mi casa aquella tarde lluviosa. Casi me evité conocer a la persona que me causaría más alegría y más daño en todo el mundo.

Casi me rindo antes de encontrarla. Casi no logro tirar mis paredes. Casi la detengo de salir a bailar con su mejor amigo. Casi me siento tonto de no haberme dado cuenta de lo que pasaba entre ellos.

Casi apagué mi celular antes de mandar ese "te extraño y no puedo vivir sin ti", el cual ahora suena tan ridículo como cuando un niño está aprendiendo a hablar y le dice tigre a un gato cualquiera.

Casi me escapé de mi casa para ir a perseguirla a Querétaro, hasta que la puerta hizo más ruido del que esperaba y mi papá me preguntó a dónde iba.
Casi me pierdo esa cena en el Sanborns con mis papás, en la cual pedí enchiladas y después regresé a dormir en una cama calientita, en vez de en un camión húmedo.

Casi decidí quedarme a estudiar en vez de irme a la playa. Todavía me pregunto qué hubiera pasado si hubiera decidido pasar mi examen en vez de estar en ese mar con las olas que me dejaron casi vivo.

Casi hubiera podido jurar que "vaho" era la palabra que más odiaba en el mundo, hasta que descubrí la palabra "adiós"


Y todavía, tantos años y tantos "casi" después, hay veces en las que se me olvida que siempre va a haber cosas que simplemente no pasan; y hay días en los que casi pienso que puedo volar.
Hasta que recuerdo que tú pensabas lo mismo, y casi te detuviste antes de hacerme esa promesa.