Los dichos populares son muy parecidos a los comentarios de tu tío alcohólico durante la sobremesa de una comida dominguera: bien intencionados, pero estúpidos.
Independientemente de que al que obre mal se le pudra el tamal pero como nació para eso, del cielo le caigan las hojas; los dichos populares siempre me han confundido un poco.
I mean, seguro detrás de sus frasecitas pegajosas hay una historia que haga que todo tenga sentido, pero como no conocemos el origen, lo único que nos queda es aceptar que a un caballo regalado no se le ven los colmillos.
Sea como sea, esas oraciones ya han pasado a ser parte de nosotros.
Y mi historia del día de hoy comienza con uno de esos consejos ridículos que tantas veces hemos oído:
Hace un par de años, me encontraba en mi universidad, perdiendo el tiempo entre clases, como todos los días.
Mis amigas estaban hablando acerca de los dichos populares, y yo estaba acostado abajo de un árbol, tratando de dormir pero fracasando.
Eventualmente, pasaron de recitar oraciones por todos conocidas, a darse un montón de consejos rosas y cursis acerca de la vida.
"Creo que una de las mejores cosas que puedes hacer, es llegar con un homeless y ponerte a platicar con él. Ellos son personas que simplemente quieren ser tratados como tales, y nadie los toma en cuenta. Además de dinero, necesitan que alguien los ayude a mantener su dignidad", dijo una de mis ridículas amigas, que a partir de ahora será conocida como Abejamorada.
"Necesitan conseguir un trabajo, y una casa. Vagos de mierda.", dije yo, desde abajo de mi árbol. La falta de sueño me vuelve irritable.
El resto del día pasó sin pena ni gloria, y las clases terminaron.
Como todos los días, yo me iba a regresar a mi casa con otra amiga que llamaremos Netadelplaneta.
Mientras Netadelplaneta y yo caminábamos tranquilamente, nos dimos cuenta de que había un vago pidiendo dinero sentado en la calle, a unos cuantos metros de nosotros.
"¿Crees que Abejamorada tenga razón?", le pregunté a Netadelplaneta.
"¿En qué?, ¿en eso de que a lo mejor lo que quieren los homeless es que los traten como a personas?", me contestó.
"Ajá", dije, muy elocuentemente.
Decidimos que ésa sería una buena oportunidad de probar la teoría de Abejamorada, así que acordamos que yo me acercaría al vago para darle unos cuantos pesos y tratar de hacerle conversación.
Caminé con toda la seguridad que una persona puede tener mientras se acerca a alguien que no se ha bañado en meses (y que aparentemente usa su olor corporal como mecanismo de defensa) y le dije "Buenas tardes, señor, ¿cómo está?"
El vago se me quedó viendo en silencio.
"Ehhh... ¿tiene hambre?, ¿quiere que le compre algo de comer?", le dije a mi nuevo amigo, el apestoso señor. Él me contestó que preferiría que sólo le diera el dinero.
Seguro se lo iba a gastar en drogas y alcohol, pero la verdad es que yo planeaba hacer lo mismo con ese dinero, así que le di un billete de 20 pesos.
El problema de tratar a un homeless como otra persona cualquiera, es el mismo problema que tengo con cualquier persona cualquiera: no tengo idea de cómo empezar una conversación con alguien que no conozco.
Netadelplaneta me veía interesada, como tratando de evaluar si nuestro experimento estaba siendo un éxito o no.
Desesperado por llenar el silencio con algo un poco menos silencioso, le dije al vago "Y... ¿qué me cuenta?"
Él se me quedó viendo fijamente, y después me dijo "Si fueras mío, te tendría descalzo todo el tiempo"
Creepy shit right there.
Me alejé un poco, y voltée a ver a Netadelplaneta, lo cual hizo que el vago también la volteara a ver. La miró de pies a cabeza y le dijo "Y a ti te mantendría embarazada por 10 años"
Netadelplaneta y yo nos quedamos en silencio por unos cuantos segundos, y con una rápida mirada nos dijimos que era momento de salir de ahí. Pronto.
"Eh, sí, este... bueno, ya nos vamos. Que esté bien", dije, y después empecé a caminar lo más rápido posible sin voltear hacia atrás.
Cuadra y media después, le dije a Netadelplaneta "El consejo de Abejamorada es el más estúpido del mundo"
"Sí, que se joda, maldita Abejamorada"
Supongo que algunos vagos son vagos no porque no consigan trabajo, o porque la sociedad no haya sido justa con ellos; sino porque están bien pinches locos.
True story.