Tal vez sólo soy yo, pero hay algo acerca de la noche que me hace ser diferente; y por diferente quiero decir diferente-todo-pussy, no diferente-cool como un hombre lobo, un superhéroe, un detective o un whatever.
Cuando digo diferente, me refiero a... no lo sé, ¿más reflexivo?, ¿más serio?, ¿más marica?
Tomemos como ejemplo este überlog.
Cuando escribo en él de día, mis posts suelen ser una queja acerca de loquesea que me moleste en ese momento (la luz, el tráfico, el ruido, la gente que deambula afuera del Oxxo de por mi nueva casa, el sindicato de electricistas, etcétera) y suelen ser escritos con cierto aire cómico, en los que mis lectores imaginarios pueden conocer mis desgracias cotidianas, identificarse un poco, y reirse de mi mala suerte y mi adorable amargura.
En cambio, cuando escribo de noche, mis posts suelen ser un tanto cuanto más serios (Dios, llevaba semanas esperando la oportunidad de decir "tanto cuanto").
Suelen ser escritos que bien podrían llamarse cuentos (si es que yo supiera escribir cuentos), ensayos (si es que los ensayos no me parecieran la cosa más de hueva del universo), poemas (si me gustaran los penes en mi boca), o demás cosas uh... "literarias"
¿Por qué?
Pues sinceramente no lo sé.
Mi teoría es que cuando cae la noche, el ruido de la vida diaria se va extinguiendo poco a poco, y lo único que queda en el ambiente es el eco de los fantasmas que todos cargamos en nuestras espaldas.
Por eso la noche se presta a la reflexión, a la nostalgia, a la tristeza, y a todas esas cosas que suelen ser llamadas "musas" por las personas que no saben distinguir que simplemente es la noche jugando con nuestras mentes y haciéndonos sentirnos más místicos y etéreos que cuando el Sol nos ilumina.
La noche nos vuelve bipolares, nos vuelve tristes, nos vuelve distraidos, y nos lleva de la mano por un camino que, invariablemente, está lleno de los recuerdos que no se atreven a salir durante el día.
¿Y saben qué?
Es muy molesto.
Aunque bueno, tal vez sólo sea yo...