"¿Cuál es tu obsesión por viajar todo el tiempo?"
"¿Huh?, ¿viajar?"
"Ahá... siempre te la pasas de España a México y de México a España", le contesté.
"Ya sé, es realmente molesto, créeme. Yo nunca quise irme a vivir a España en primer lugar...", me dijo con la vista perdida en sus zapatos.
Los dos nos quedamos callados unos segundos.
"Y bueno... ¿ya terminó?", le pregunté.
"Sí, ya no voy a regresar a España, ya me voy a quedar aquí, para siempre"
Me levanté del piso y me estiré. Llevábamos varias horas sentados, y las piernas se me estaban empezando a dormir.
"No te entiendo, mujer, en serio. ¿Por qué carajo querrías dejar una vida de primer mundo para regresar a vivir a México?"
Di un par de pasos y me volví a estirar.
"Pues... porque tú vives en México, tonto..."
'¿Y eso qué?"
"¿Te acuerdas que hace mucho tiempo te prometí que iba a estar cerca de ti siempre?"
"Wow... entonces regresaste sólo por mí. Vaya forma de hacerme sentir culpable, ja"
Ella se empezó a reir, y después se quitó un zapato y me lo aventó.
"¿Culpable de qué? Simplemente sabía que si me quedaba viviendo allá me iba a perder la oportunidad de verte tomar un montón de estúpidas", me dijo.
"Pfft, eso casi nunca pasa...", contesté.
Puso ojos de perrito triste, estiró sus brazos hacia su zapato tirado, y después se me quedó viendo.
Caminé hasta donde había caído su Converse, lo levanté y se lo llevé. Siempre ha podido manipularme con sus ojos de tristeza fingida.
"¿Casi nunca pasa?", me preguntó.
"No, casi nunca."
"'¿Y la vez que casi te atropella el camión porque querías ver si podías caminar por la calle con los ojos cerrados?"
"Al final no me atropelló, sigo diciendo que eso es prueba suficiente de mis súperpoderes para caminar sin visión", le dije.
"¿Y la vez que te echaste limón y sal en tu herida recién hecha?"
"Era una herida deliciosa..."
"¿Y la vez que decidiste enseñarle las nalgas al perro de por mi casa?"
"Eso no fue mi culpa, ¿cómo iba a saber que el perro era psicópata y me iba a perseguir todo enojado?"
"Era un chihuahua..."
"Un chihuahua asesino", agregué.
Terminó de ponerse el zapato, se levantó y corrió hacia donde estaba yo. Antes de que me diera cuenta, ya me había tacleado.
"Mi punto es que mi vida es mucho más aburrida cuando tú estás lejos, tarado", me dijo.
"Sigo pensando que hubiera sido mejor que te quedaras en Barcelona..."
"No es cierto, no piensas eso", entrecerró los ojos, y empezó a escanearme con la mirada.
"¿Cómo sabes?"
"Simplemente lo sé. Nunca me has podido mentir, ¿recuerdas?"
Era cierto; en todo el mundo, ella es la única persona que puede leerme como si fuera un libro vaquero.
"No entiendo cómo lo haces... según yo, siempre he sido bueno ocultando mis sentimientos", le dije.
"Sí eres... pero... eres tú, ¿sabes?"
"Gracias por resolver mi crisis de identidad, doctora Hawkins"; ella ignoró mi sarcasmo de niño de primaria y continuó.
"Eres tú... te conozco mejor de lo que crees... te conozco mejor que a mí misma"
Se sentó en el piso, y se quitó el cabello de la cara. Yo no supe qué decir, así que sólo me quedé callado.
"El secreto para conocerte es romper las primeras quince capas de sarcasmo y de insultos", dijo, sonriendo orgullosa.
"Y entonces llegas al delicioso relleno cremosito", le contesté.
"¡Rawr!"
Me senté junto a ella, y la mordí. Siempre he tenido la costumbre de morder a la gente que quiero.
"Por cierto, hablando de rellenos cremositos, ¿qué ha sido de tu vida amorosa?", me preguntó.
"Meh, ahí está"
"¿Por qué nunca me quieres contar esas cosas, tonto?, ¿es porque soy negra? Es porque soy negra, ¿verdad?"
Ahora ella me mordió a mí.
"Ahá, en parte es porque eres negra, y en parte es porque es... un poco incómodo hablar de eso contigo, tarada", le respondí.
"¿Por qué?"
"Pues porque... ¿eres mi ex?"
"¿Y?"
"Y es un poco raro hablar de esas cosas con alguien que conoce mi relleno cremosito"
Se acostó en el piso, un poco sentida.
"Tú no eres nada más mi ex, tú eres mi mejor amigo...", me dijo.
"Sí bueno, tú también, pero me entendiste", le contesté.
"¿Entonces eso soy para ti?, ¿una más de tus exes?"
"Carajo, qué sentida eres, a veces te sale lo mujer..."
Me acosté en el piso junto a ella, y puso su cabeza en mi pecho.
"¿Cuántas novias has tenido, anyway?", me preguntó.
"Suficientes para garantizar que mi vida esté llena de drama adolescente e historias cagadas y ridículas"
"Cariño, yo sólo he tenido 2 novios, y mi vida está totalmente llena de drama adolescente", respondió.
"Ahá, pero eso es porque tienes un útero, el drama adolescente viene incluído por default"
"Cállate, soy el mejor útero que has tenido y lo sabes"
"El mejor útero hablaría menos y me regalaría más galletas"
Me volteó a ver, y me sacó la lengua.
"Te apuesto a que no puedes meterte 6 galletas en la boca al mismo tiempo", me dijo.
"Pfft, te apuesto a que puedo hacer que sean 8"
"Hecho, vamos a la tienda y yo te las compro"
Nos levantamos del cómodo cómodo piso.
Debo admitir que estaba un poco emocionado y nervioso.
Empezamos a caminar, y de repente me dijo: "¿ves?, éstas son las cosas de las que me perdería si me hubiera quedado a vivir en España..."
"Ésta no va a ser una decisión estúpida; de hecho, tal vez sea la decisión menos estúpida que tome en toda mi vida"
"Me aseguraré de que en tu epitafio se mencione el día de las 8 galletas, cariño", me dijo mientras agarraba mi brazo.
Caminamos en silencio unos cuantos metros.
"En serio, siempre voy a estar cerca de ti, te lo prometo", me dijo mientras pegaba su cabeza a mi hombro.
Por un momento, yo fui totalmente feliz.