Hoy te nos fuiste, con el alma jóven y libre, desprendiéndote de todas esas máquinas tristes que te tenían encadenada a este mundo que dejó de ser tuyo hace mucho tiempo.
Hoy te vas con los tuyos, a recordar tus juguetes de niña, a volver a sentir el calor de tu primera casa y a reír de nuevo con esos amigos que se te adelantaron.
Hoy vuelves a ser la Teresa de hace tantos años; guapa y orgullosa, siempre con los pantalones bien puestos y la frente en alto.
Te nos fuiste.
Te me fuiste.
Y aunque yo me quedo aquí, un poquito más solo y un poquito más gris; no puedo evitar sonreír cuando pienso que hoy, por fin, vuelves a enamorarte del que siempre fue el amor de tu vida, y que tuvo que irse hace mucho tiempo ya.
Salúdame al abuelo, recuérdale que lo seguimos extrañando, y dile que los que nos quedamos, estamos felices de que por fin ustedes vuelvan a estar juntos, y de que esta vez ya nada pueda separarlos.
No me olvides, porque te prometo que yo nunca te voy a olvidar.
Descansa en paz, abuela.
Te quiero mucho.
Ahí te encargo el cachito de mi corazón que te llevas hasta donde sea que estés.